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Miguel de Merodio: Moments of Truth

La “Hora de la Verdad” va a tratar sobre los momentos en que hay que tener la congruencia de actuar conforme a tu verdad o el coraje de cambiar tu verdad. Y sobre la oportunidad y el tiempo. La verdad a destiempo puede que siga siendo verdad, pero es inútil.

2023-07-03

Por Miguel de Merodio - columnista E&N*

CUMPLO 30 AÑOS.

En una carrera profesional en una empresa, al igual que en la vida, se pasan por etapas distintas. Se viven muchas vidas. Cada una tiene sus reglas y sus sorpresas... Uno trata de quedar bien con su jefe. Y con el jefe de su jefe. Y siempre hay un jefe por arriba. Hasta que se comprende quién es el verdadero gran jefe.

30 años de carrera profesional como consultor. Como a todos, a mí también me gustaría volver a empezar ,pero con lo que se hoy. Por eso me permito tratar de compartir algunas reflexiones que quizá ayuden a otros (especialmentea mis hijos) y me ayuden a mí mismo por lo que aún me queda...Como ya se habrán dado cuenta quienes leen “La Hora de la Verdad” tenerme a mí hablando del pasado sólo demuestra mi carácter contradictorio.

Apenas ha sido publicada una columna que se titulaba “Odio el Pasado” y ahora vengo con estas... Lo único que se me ocurre es pedir disculpas y, tal vez, decir que la nostalgia sí es del presente y que la finalidad de la reflexión no es cambiar lo que ya hice sino ver como encaro lo que se me viene. De lo que quiero hablar es de las distintas etapas que nos presenta la vida profesional y de las distintas “horas de la verdad” o dilemas que hay que enfrentar en cada etapa.

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Yo empecé en la oficina de Madrid de HayGroup, una firma internacional de consultoría y no tenía ni idea de donde me metía. Ni siquiera sabía qué era eso de trabajar. Sabía que en el estudio el éxito viene de responder acertadamente las preguntas del que tiene la sartén por el mango: el profesor. Pero en el trabajo no había profesores, había jefes. Y nunca había visto a uno de cerca.

En seguida comprendí que no iba a ganar mucho dinero. Iba a ganar aprendizaje. Y lo que me enseñaron me cambió la vida y les estaré eternamente agradecido. Me enseñaron a diferenciar el trabajo bien hecho del mediocre y del excelente; a cuestionar los dogmas y paradigmas, incluso y sobre todo, los míos; a que lo extraordinario nunca se consigue solo, sino con otros; a tratar siempre de superar las expectativas del cliente, no necesariamente dándole la razón; a planificar las tareas a partir del resultado a entregar; y, lo más importante, a divertirme trabajando.

Después de esa fase de aprendizaje de las bases del oficio, empieza una segunda en la que ya uno se siente con autoridad para opinar de lo que cambiaría si fuera jefe. Esa etapa no presenta un reto profesional particular. Es como un sarampión que más vale que pase pronto. Se cree que los problemas son fáciles de resolver y es cuestión de sentido común.

Cuando ese sarampión pasa y a uno le toca solucionar esos problemas que se veía tan fáciles se comprende que el sentido común no es suficiente, además se necesita bastante método y manejar muchas emociones.

Pasada la etapa del sarampión llega la de ser jefe. Y lo primero que solemos hacer es tratar de tener todas las respuestas para que los subordinados no descubran que uno no tiene ni idea de qué hacer. Con el tiempo uno descubre que los jefes deben tener las preguntas, no las respuestas. Ser jefe no es fácil.

De lo que menos se trata es de mandar. En las primeras posiciones de jefatura la exigencia sigue estando muy pegada al conocimiento técnico y a dirigir al equipo. Luego la organización necesita que los gerentes coordinen más que manden.Pero uno de los grandes retos de los profesionales de cualquier empresa es dar el salto a ser parte del equipo ejecutivo o management team o como le queramos llamar. A la demanda de lograr que otros consigan los resultados más que hacerlo nosotros mismos, se suma algo muy particular de estos equipos. Hay un cambio sustancial de las reglas de juego: ya no eres responsable sólo de lo que tus subordinados consigan sino también de lo que toda la organización logre. También descubres otra cosa. La empresa no termina en el CEO. Descubres que existe una junta directiva y que ni siquiera ésta tiene todo el poder porque le responde a unos accionistas.

Y si llegas a ser miembro de una junta directiva aprendes que no sólo respondes ante los accionistas sino también ante otros “stakeholders”: proveedores, reguladores, empleados, ciudadanos...Y, si te conviertes en dueño, ya sea como emprendedor o como socio de una empresa, descubres por fin al gran jefe. Al jefe de los accionistas, de la junta directiva y de toda la organización: al cliente. Sin cliente no hay empresa. Me siento afortunado de haber aprendido tanto estos años. Aprendí de mis jefes y compañeros.Y, hoy, es cuando más estoy aprendiendo. De mis socios y sin embargo amigos. Y de mis clientes a los que admiro por haber recorrido un camino de creación de riqueza para Latinoamérica.

*Miguel de Merodio es socio fundador de Skaleno Advisory, consultor de estrategia y gobierno corporativo y asesor de familias empresarias y equipos ejecutivos. Autor del libro La Alquimia del Legado es también, Director del Foro de la Empresa Familiar.

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