Empresas & Management

Nuevos paradigmas en la educación de negocios en Latinoamérica

La irrupción de nueva competencia replantea el futuro de la educación ejecutiva que atiende un crecimiento fuerte de la demanda de formación en habilidades empresariales reales, como la capacidad de tomar decisiones, liderar equipos y adaptarse a entornos inciertos.

2024-03-20

Por Gabriela Origlia - Revista Estrategia & Negocios

La velocidad de los cambios sociales, la dinámica impresa por tecnologías disruptivas en el mundo de los negocios y la nueva agenda instaurada por las demandas de los diferentes públicos de las empresas -desde sus colaboradores a los clientes, incluyendo a los stakeholders- son factores que impactan de lleno también en la formación superior.

Las universidades y escuelas de negocio de Centroamérica y el Caribe no son ajenas a estas demandas que las obliga a transformarse. A este escenario se suma también una competencia que no existía hasta hace unos años, la de los “proveedores de educación” como Amazon, Coursera o Google.

Hay un crecimiento fuerte de la demanda de formación en habilidades empresariales reales, como la capacidad de tomar decisiones, liderar equipos y adaptarse a entornos inciertos. La sociedad exige hacer negocios “de otra manera”, coinciden los especialistas.

La clave es la “sostenibilidad” en tres campos: el económico, el social y en el medio ambiente. El “triple impacto”.

Los responsables de algunas de las principales escuelas de negocio de Latinoamérica y el Caribe admiten que los tiempos de la academia son diferentes a los de la sociedad y que el reto es poder seguir de la mejor manera posible el ritmo de las transformaciones.

Gustavo Yepes, director de Gestión y Responsabilidad Social de la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad Externado de Colombia, entiende que el aggiornamiento de la agenda de la educación superior está “un poco retrasada” lo que implica un “mayor compromiso” de la academia que pensando e investigando “debe ir más allá, indagar más sobre la realidad que sobre la preocupación de los estándares”.

Admite que los “desafíos son vertiginosos y no hay institución capaz de seguirlos, menos una tan formal como es la academia”; a modo de ejemplo apunta a la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA).

Yepes fue uno de los participantes del encuentro del Consejo Latinoamericano de Escuelas de Administración (Cladea) que se realizó en la ciudad argentina de Córdoba, en la sede de la Universidad Católica y que reunió a varia de las principales escuelas de negocios del mundo. Los desafíos a mediano y largo plazo fueron parte de la agenda en discusión.

Cada vez más exigencias

La directora de la Escuela de Posgrado en Administración de Negocios de la universidad mexicana CETYS, Mónica López, está persuadida de que a la educación formal no le queda otra opción más que adaptarse: “La situación es muy heterogénea; acompañamos los cambios; incorporamos temas como innovación, creatividad, IA, cambio climático. Hay una desestructuración en la formación; trabajamos sobre la visión global del líder, debemos ayudar a formar agentes de cambio”.

“Estamos en un proceso de reinvención, de cambios en las organizaciones. Lo tecnológico avanza muy rápido y es difícil seguir trabajando como se venía, hay que ser más ágiles, tomar el modelo de startups, producir pilotos que se puedan testear en el mercado”, describe Xavier Ordeñana, decano de la escuela de negocios Espae de Ecuador. Añade que la agilidad requerida es “contradictoria” con el modelo general de las universidades, por lo que los reguladores deben tener en cuenta las exigencias para poder responder a las nuevas demandas.

La currícula en la actualidad requiere de enfoques estratégicos, de contenidos de marketing, de emprendedurismo, de modelos innovadores de pensamiento, plantea Gisella Veritier, directora del ICDA, la escuela de negocios de la Universidad Católica de Córdoba, Argentina.

Indica que es lo hacen las principales escuelas de negocio del mundo como la del MIT o la de Harvard: “Más multidisciplinaridad, programas atravesados por diferentes temáticas; abordajes integrales de ‘casos’ y acompañamiento a los estudiantes para detectar sus problemáticas”.

Claramente lo que las empresas piden a sus ejecutivos y colaboradores es lo que las escuelas de negocio siguen de cerca para definir sus programas y los perfiles de sus docentes. Hay una agenda marcada por el reclamo de proactividad, de líderes con capacidad de transformación en el convencimiento de que son los líderes los que les ponen un techo a las organizaciones o, por el contrario, las llevan a quebrarlos. La innovación es la otra gran protagonista; se priorizan los caracteres emprendedores, flexibles a los cambios.

Veritier subraya que hay una “evolución significativa” en el ámbito de la educación de negocios. Entiende que si bien ya se venía haciendo foco en el “triple impacto”, después de la pandemia se aceleró y esa triada es hoy un “pilar insoslayable para las empresas y los negocios”.

Yepes estima que, en algunas áreas de formación, la academia tiene una década de rezago frente al sector corporativo. Entiende que en la región las organizaciones de la educación superior se podrían dividir en tres.Un primer grupo mayoritario es el que sumó materias que acompañan la dinámica empresaria aun cuando esa incorporación todavía esté algo “desarticulada”; hay un segundo segmento que está vinculando la currícula a la práctica y un último, con pocas instituciones, que todavía están analizando los cambios.

Para Ordeñana hay aspectos como el cambio climático y las tecnologías disruptivas que ya son “urgentes e inevitables” porque las nuevas generaciones “lo traen en su ADN”.

En ese punto consensúa con Yepes en que hay instituciones educativas que todavía “no saben cómo aterrizarlo, pero tienen en el radar ese contenido; tienen que ‘masticarlo’ un poco y que no sea solo greenwashing sino que esté incorporado en serio”.

Otro aspecto que el experto revaloriza es la contextualización en la región y en el país de los estándares globales que tengan relevancia local: “Hay problemas comunes al mundo, pero también regionales y locales muy fuertes y los futuros profesionales deben tenerlo en cuenta”.

Los empleadores valoran cada vez más las habilidades interpersonales y socioemocionales, así como las actitudes y valores, todo lo que también debe estar integrado en los contenidos de la educación de negocios.

Los contenidos que se van incorporando no solo implican una modificación de las áreas de enseñanza (todo es más transversal que años atrás) sino que hay cambios en las metodologías de enseñanza-aprendizaje. Es imprescindible la mayor articulación entre la práctica y la reflexión teórica.

Líderes con propósito

En ese contexto menciona que la formación de líderes “con propósito” es uno de los ejes de los Principios para la Educación en Gestión Responsable (PRME por sus siglas en inglés), una coalición internacional de entidades académicas bajo la coordinación del Pacto Global de las Naciones Unidas.

“No deben buscar solo la rentabilidad económica -añade Veritier-. Hoy se imponen también la rentabilidad social y medioambiental. Está comprobado que ser sostenible implica aumento de las ganancias, lo vemos en el mundo de los negocios”.

Los PRME siguen la hoja de ruta de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.

La convicción dominante es que ya no vale cualquier manera de hacer negocios y, en ese sentido, la educación tiene un rol muy significativo. Así como el mundo se va transformando, a las instituciones no les queda otra que cambiar el paradigma que venían aplicando.

La especialista suma que los líderes en una región emergente como es Latinoamérica también deben ser resilientes. Indica que es una condición crucial para “prosperar en entornos complejos; la educación debe equiparlos con habilidades como adaptabilidad, creatividad, innovación”. A eso se añade la necesidad de una “actualización constante; el aprendizaje no termina con un diploma”.

Yepes retoma la importancia de los PRME que abordan aspectos ambientales, sociales, derechos humanos, laborales y lucha contra la corrupción. “Que se enseñen en el mundo es un impulso que se suma al que ya dan los inversionistas, a las exigencias que en esos planos tienen los clientes, los usuarios”.

“Se ha logrado asociar estas expectativas de la sociedad en temas sociales y ambientales a los negocios, entonces eso ha hecho que en los últimos años cada vez más organizaciones de todo el mundo y empresas comienzan a preocuparse por estar más cercanos a satisfacer esas expectativas”, puntualiza.

Los expertos subrayan que las tendencias de las escuelas de negocios muestran que ya no hay que gestionar un mundo incierto y volátil, sino que hay que gestionar un mundo disruptivo y absolutamente impredecible.

Sobre ese punto, Veritier indica que, a partir de ese diagnóstico, aparecen nuevas herramientas y estrategias de management vinculadas con todo lo que tiene que ver con las nuevas tecnologías, la inteligencia artificial, pero “sobre todo con fuerte foco en la sostenibilidad, el cambio climático y cómo las empresas pueden colaborar y aumentar su rentabilidad justamente aumentando su educación y sobre todo el mundo de los negocios en materia de economía circular”.

Los líderes con propósito de los que se habla insistentemente en la actualidad implican mucho más que gestores o coordinadores de tareas en las organizaciones. Están vistos como inspiradores, guías y motores de cambio.

Los líderes “transformacionales” junto a sus equipos también deben tener un “objetivo” hacia el que traccionar, transmitirles a sus colaboradores las metas. Si lo logran las chances de una mejor gestión crecen.La educación en negocios forma para la era en que los liderazgos individuales son reemplazados los “en red, los vinculares”.

Existe el convencimiento de que los equipos de liderazgo de alto rendimiento siempre superarán las capacidades de sus individuos, beneficiarán a todas las partes interesadas al permitir que las personas trabajen y aprendan juntas para construir y operar un sistema para la creación de valor en constante evolución.

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