Centroamérica & Mundo

Costa Rica invierte US$6.000 al año por estudiante y está en categoría media a nivel mundial

El sistema educativo del país tiene una nota “justa”, pero está en un nivel limítrofe con la categoría de “pobreza educativa”, según un estudio de McKinsey & Company.

2024-03-19

Por revistaeyn.com

Según el estudio de McKinsey & Company llamado “¿Cómo pueden mejorar los sistemas escolares el aprendizaje a escala?”, existen cinco categorías de desempeño en los planes educativos alrededor del mundo a partir de la relación entre la cantidad de dólares que se invierten al año por estudiante, los cuales son: excelente, bueno, justo, pobre y muy pobre.

Según esta escala, Costa Rica se sitúa en la categoría de desempeño justo, pero en la zona limítrofe con la categoría de pobreza educativa.

Alertan impacto del desecho inadecuado de medicamentos en el agua en Costa Rica

McKinsey señala que el sistema educativo costarricense invierte, aproximadamente, US$6.000 por alumno de manera anual. Lo cual, en relación con la efectividad de ese monto, lo coloca en una posición media en la tabla.

Se debe resaltar que, a pesar de no tener una nota destacable, Costa Rica y Chile, ambos en la misma categoría, son los países de América Latina que más invierten por estudiante al año. La diferencia entre los dos es que Chile tiene un puntaje que lo ubica más cercano a la categoría de buen desempeño, siendo el país de la región con más alta calificación.

Otros países como México y Uruguay también se encuentran en la categoría de desempeño justo, con la diferencia de que la inversión anual por estudiante no supera los US$4.000. Otros países que destacan en este listado son Colombia y Panamá, ambos en el nivel de pobreza educativa, y los panameños más cercanos a la categoría de desempeño muy pobre.

Centroamérica: Bajo asedio cibernético

El informe revela que ningún país de América Latina se encuentra en una categoría de buen o excelente desempeño educativo y explica que esto obedece a una serie de obstáculos que no se han logrado superar. Por ejemplo, no existen prioridades claras y se actúa de manera reactiva. Es decir, no existe adecuada planificación, lo cual genera una distribución financiera inadecuada o inequitativa.

Por otro lado, se evidencia una falta de preparación y actualización entre los profesores y planificadores de los planes académicos, lo cual provoca que no haya una adaptación de la base empírica al contexto actual. Por último, hay poca continuidad en el liderazgo educativo, que genera cambios constantes, sin una dirección definida.

“Las soluciones en los sistemas educativos dependerán de si su nivel de desempeño es bueno, justo, pobre o muy pobre. Esa es la importancia de realizar este tipo de estudios y categorizar a los sistemas educativos. Una vez que sabemos el estado de cada uno, podemos enfocarnos en las medidas que hay que tomar para mejorar. Si tomamos en cuenta estas recomendaciones, es posible que para el año 2050 podamos evitar que 20 millones de estudiantes en América Latina sufran de pobreza educativa”, explicó Felipe Child, líder de práctica de Desempeño Organizacional y de Personas en McKinsey Hispanoamérica.

12 ejemplares al año por $75

SUSCRIBIRSE