Claves del día

Un mentor, financista y catracho de corazón que triunfa en Londres 

El hondureño Carlos Espinal es socio de uno de los fondos de inversión más importante y dinámico de Europa, la aceleradora de empresas Seedcamp. En entrevista con E&N, cuenta algunas claves a considerar por emprendedores.

2015-08-06

Por: Gabriela Origlia - estrategiaynegocios.net

Hondureño de nacimiento e ingeniero en su origen profesional, Carlos Eduardo Espinal descubrió que lo apasiona invertir y guiar a emprendedores. Socio de Seedcamp, una aceleradora de empresas a la que se sumó en 2010 y que provee -además de capital- mentoría, oficinas y soporte a desarrollos tecnológicos. Estudió en Estados Unidos -primero Ingeniería y después una maestría en Negocios- pasó por diversas compañías, fue consultor en redes informáticas hasta que ese rol empezó a convivir con el de inversor.

"Cuando eres ingeniero llega un punto en que te planteas cómo seguir. Me gusta la tecnología y empecé a interesarme en invertir en quienes creaban aplicaciones -cuenta a Estrategia & Negocios desde Londres, donde tiene su residencia-. Cuando me contrató Doughty Hanson (desde donde desembarcó en Seedcamp) se me posibilitó esa alternativa. A medida que envejezco veo que la generación de ingenieros más reciente es totalmente diferente a lo que era la mía".

¿Por qué, qué los caracteriza?

Hoy es más fácil crear un negocio y probarlo con el consumidor. Es más simple desde lo económico y desde lo tecnológico. Se puede rentar un servidor en internet por US$ 50 mensuales y a partir de 500 o 600 patrones diferentes y ya probados crear nuevas tecnologías. Antes había que comprar servidores, contratar la infraestructura para instalarlos y buscar a quienes se encargaran del diseño… La realidad cambió; en una semana se puede tener un negocio chiquito en internet. Producir un prototipo no cuesta tanto como antes. ¡Me hubiera gustado graduarme ahora, hubiera experimentado más porque es menos costoso!

Hay quienes sostienen que los emprendedores más jóvenes "piensan diferente", ¿es así?

Es cierto, se habla mucho de una estructura mental diferente, pero no es así. Parte del entrenamiento que damos en Seedcamp pasa por ahí, ya que no todos los que vienen traen ese esquema de pensamiento. Son todos diferentes; por ejemplo los de la ex Europa del Este tienen más en común con Latinoamérica que con Estados Unidos. Todos pueden evolucionar, no se trata de una forma de pensar que se traiga incorporado, no es exclusiva de una generación. Es exclusiva de los ecosistemas que ya tuvieron esa experiencia. Por ejemplo, quien se traslada a trabajar a Sillicon Valley socializa esa manera de pensar, la incorpora, la hace propia.

¿Qué distingue a esos ecosistemas que impulsan la creación de empresas?

Hay varios factores. Uno es la concentración de emprendedores y financistas; esa red y la proximidad permite más velocidad en los desarrollos. Una cultura que tolere el fracaso, que apoye los emprendimientos, es importante y se puede ir construyendo a través de los gobiernos y de las escuelas. Una educación de calidad, con programas que inculquen el espíritu empresarial y la formación técnica también contribuyen; lo mismo que la disponibilidad de talentos, a la que se puede ayudar, por ejemplo, con reformas migratorias. Suma también la posibilidad de acceso a mentores con experiencia, a una infraestructura eficiente y a capitales dispuestos a encarar inversiones. Son de utilidad también exenciones fiscales tanto para quienes invierten en empresas de riesgo como para quienes las fundan, al igual que sistemas legales simplificados, menos burocráticos. Hay muchas variables a tener en cuenta, pero estas me parecen las más significativas.

¿Pueden darse esos ecosistemas en países en desarrollo, con economías vulnerables?

Sí y no. El concepto "ecosistema" es ambiguo, puede fragmentarse para emprendedores, para inversionistas…En los países economías más chicas las oportunidades son diferentes, menos. No se trata de encontrar y copiar, hay que crear uno de donde puedan surgir emprendedores y, en una segunda fase, apuntar a mercados con más madurez. Por ejemplo, nosotros vamos y descubrimos en Lituania a un emprendedor lo invitamos que trabaje con nosotros en Inglaterra, lo educamos, le damos dinero y en una tercera etapa va a Estados Unidos para lograr un financiamiento más grande que no existiría en su economía de origen. El ecosistema local debería permitir que el emprendedor pueda educarse y crecer; después conseguir atención extranjera y, en la madurez, conseguir apoyo internacional. Después regresa a su ecosistema materno y contribuye a nuevos desarrollos. Es una espiral que debería tener esa dinámica.

¿Cuáles serían las claves para direccionar de la mejor manera un proyecto desde el comienzo?

En Seedcamp invertimos en empresas que apenas tienen prototipos. En esa etapa tan temprana muchas de las cosas que usamos para evaluar proyectos están basadas en el equipo, en ver qué tan efectivo y completo es y qué tan posible es que con el dinero que le damos en un determinado tiempo puedan completar un desarrollo para atraer a otros inversionistas. Por lo general tienen al menos a una persona del campo tecnológico que ayuda a innovar, a cambiar el producto. No es excluyente, pero sí necesario porque si no deben gastar dinero en contratarlo. Es importante que tengan experiencia en el sector, que tengan contactos, que estén rodeados de gente con experiencia. Así es un equipo indirectamente completo.

¿Son muchas las startups que modifican completamente sus planes originales?

Hacer pivot es importante. Se da mucho en la etapa de inversión, antes de finalizar el diseño. Es normal.

¿En qué medida los inversores están influidos por la aversión al riesgo?

Es complejo tomar riesgo y hay muchos tipos de inversores. Están los que usan dinero propio, los que lo reciben de una corporación y quienes recaudan fondos de otros fondos (son los estructurados para un fund venture). Cada uno tiene un perfil de riesgo diferente porque cambia el hecho de demostrar que les está yendo bien. A los primeros no le interesa cuándo recuperar el dinero, mientras lo consigan antes de morir o de tener que dárselos a sus hijos (naturalmente, los casos varían individualmente); otra situación es la un fondo institucional que debe devolver dinero a sus inversionistas y poder seguir recaudando. Para hacer ese circuito tienen que mostrar que le va bien. El porqué las inversiones se orientan hacia las iniciativas de menos riesgo es porque es difícil de recaudar.

Eso frena la innovación…

Claro. Creemos que habrá una evolución respecto de cómo funcionan los fondos tradicionales de venture en el futuro; deben cambiar para dar oportunidad a todas las etapas de una compañías. Al comienzo no se sabe nada de en qué se invierte, se apuesta a una idea con dos personas con capacidad para estructurarla…Tal vez habría que hacerlo de una manera diferente.

Muchas de las startups apuestan a los dispositivos y servicios móviles, ¿qué veremos en los próximos años?

Depende de qué mercado hablemos. Por ejemplo, en Europa seguirá progresando la tecnología incluida en la indumentaria o en dispositivos que se llevan en el cuerpo y que proveen información sobre salud, movimientos, de proximidad…Estamos en la primera fase y en los próximos cinco años se avanzará mucho, por ejemplo hoy los Google Glass (lentes de Google) son antiestéticos, pero seguramente serán reemplazados por unos de contacto que traducirán a medida que leen. En Seedcamp invertimos en Teddy the guardian una aplicación que genera datos sobre qué hace la persona y su niño, sobre sus condiciones de salud. Antes eran herramientas invasivas, hoy no y permiten interactuar con personas, con edificios. Otra área es la que involucra pagos; pronto todo se hará a través del móvil. Hoy ese esquema es más habitual en las grandes ciudades, pero no en todo el mundo. Una tercer sector es el que permite detectar ineficiencias donde no sabíamos que existían. Nosotros apoyamos a Fameron, una aplicación que permite ver el movimiento y cantidad de producción de una granja y eso ayuda a que haya mejores decisiones basadas en modelos estadísticos. Antes era un juego de adivinanzas, ahora ya no. Estos sistemas funcionan porque internet tiene más penetración rural y hay más disposición para subir información en la nube.

¿Y en Latinoamérica, qué se puede esperar?

Latinoamérica y buena parte del resto del mundo no tiene infraestructura para sostener determinados tipos de tecnología; además hay culturas diferentes. Por caso, la economía de colaboración quizas no está aún madura para estos modelos de negocios. Todas las sociedades llegarán pero algunas necesitarán de más tiempo. Ese es el aspecto estructural. Hay también razones de oportunidad, una importante es para los servicios de pago, donde hay mucho por hacerse. En Latinoamérica gran parte de la economía se mueven en efectivo, los comercios chicos tienen problemas para comprar dispositivos para recibir tarjetas. Todo se facilitará pagando con el móvil y eso incrementará el movimiento de efectivo en las economías.

Los usuarios advierten que la privacidad está en jaque, ¿cómo se aborda ese aspecto?

Es una reacción natural, pero la tendencia a compartir, a subir cosas a la nube, no cambiará. Lo que pasará es que se escogerán alternativas que protejan más la seguridad. Por ejemplo www.duckduckgo.com. Claro que hay organizaciones con ambiciones más grandes de tomar datos del consumidor; frente a eso continuará la indiferente de los usuarios o reaccionarán cambiando.

Sus elegidos

No es simple para Carlos Eduardo Espinal, que lleva años invirtiendo y mentoreando emprendedores, seleccionar a sus preferidos. Para limitar la selección la hace entre algunos de los proyectos que hoy están en proceso en Seedcamp.

El primero que menciona es TransferWise, un sistema para la transferencia de dinero creado por Taavet Hinrikus, primer empleado de Skype y el consultor financiero Kristo Käärmann. "Es una innovación en el área de finanzas y de pago que busca cambiar el envío de dinero y hacerlo con costos minimizados", explica Espinal.

Su otra elección es Fameron, la aplicación que cambia la manera en que una industria opera. Está centrada en las granjas, en usar modelos estadísticos de cómo comprar, vender, intercambiar y producir mejor. "Aplicó a un sector que estaba frenado en tradiciones muy antiguas y que se puede optimizar con herramientas modernas", comenta Espinal, quien agrega que el denominador común entre las dos aplicaciones es que buscan disminuir ineficiencias de los mercados.

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