Claves del día

Costa Rica: las elecciones de la incertidumbre

El país centroamericano elige nuevo presidente y diputados de la Asamblea Legislativa, pero no existe hay a ciencia cierta un panorama claro sobre los resultados, frente a un exacerbado desencanto de la población y pasiones religiosas.

2018-02-04

Por: María José Núñez Chacón - estrategiaynegocios.net

Hay al menos cinco de los trece candidatos a la Presidencia de Costa Rica que tienen oportunidades de gobernar el país durante los próximos cuatro años, lo que evidencia una incertidumbre total y polarización de los más de 3,3 millones de costarricenses que deberán votar en estas elecciones.

Todo apunta a que las votaciones de este domingo 4 de febrero podrían dar largas en una segunda ronda electoral para saber quién será el nuevo Presidente de la República, sin embargo, las encuestas no señalan a ningún candidato como preferido, por el contrario todos están muy de cerca con bajos porcentajes de apoyo y que son rebasados por el 36,5% de los indecisos.

La elección de Presidente o al menos los dos electos para segunda ronda saldrían de la contienda entre Carlos Alvarado del oficialista Partido Acción Ciudadana (PAC), Fabricio Alvarado de Restauración Nacional, Antonio álvarez de Liberación Nacional (PLN), Rodolfo Piza del Partido Unidad Socialcristiana (PUSC) y Juan Diego Castro del Partido Integración Nacional (PIN).

Así lo confirmó la más reciente encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Económicas (CIEP) de la Universidad de Costa Rica. En ésta los indecisos mostraron una tendencia creciente y el estrechamiento de los márgenes entre estos cinco candidatos, los cuales en su conjunto no suman ni siquiera el 40% necesario para evitar la segunda ronda en abril.

La balanza se podría inclinar para cualquier lado, las redes sociales arden entre quienes apoyan a uno u otro candidato, intentando convencer a los miles de costarricenses que aún no encuentran razones suficientes para tomar partido.

Y es que durante esta contienda electoral el debate de temas relevantes y prioritarios para la mayoría de la población costarricense se han quedado de lado, dando paso a una serie de temáticas (casi irrelevantes) generadas por coyunturas particulares.

Mientras que en el resto de los países de la región centroamericana la pobreza, la corrupción, el desempleo, la migración, violencia, inseguridad y falta de oportunidades son temas esenciales para definir la intención de voto, en Costa Rica hace semanas esto dejó de ser preocupación y las discusiones se centraron en furores religiosos, populismo y desate de odios contra las minorías.

¿Qué mueve la intención de voto?

De acuerdo con el politólogo Sergio Araya, el proceso electoral que se ha desarrollado desde el pasado 4 de octubre, tiene una suerte de singularidad y es que la campaña electoral no ha tenido una narrativa generada por los propios partidos políticos o candidatos, sino que ha sido producto de temáticas generadas al margen de la contienda, que han incidido y determinado el rumbo de dicha campaña.

De octubre a diciembre el tema de la corrupción expresado en el caso llamado el "Cementazo", que consistió en el otorgamiento de créditos asignados en el Banco de Costa Rica a un empresario importador de cemento y las aparentes influencias que hubo en torno a este procedimiento financiero -que se encuentra en investigación y podría haber salpicado a los tres poderes de la República y figuras de distintos partidos políticos- generó la actividad en esa primera parte de la campaña electoral.

Esta situación permitió el crecimiento importante de un candidato outsider que es Juan Diego Castro, mediante un partido ya existente, PIN, del cual inicialmente él no formaba parte, pero que estaba dispuesto a ponerlo como candidato a la Presidencia. Con duras críticas al Cementazo logró escalar e inclusive colocarse en un segundo lugar, con quien encabezaba en esos momentos las encuestas (Luis Antonio álvarez Desanti del PLN).

No obstante, conforme el proceso se fue analizando en Comisión Legislativa, se aceleró la investigación por parte de la Fiscalía General de la República con la incorporación de una nueva fiscala y su rápido actuar en torno a este tema, se le fue restando trascendencia mediática y la expectación que estaba generando para enero ya había decaído.

Además, Castro emitió comentarios altisonantes que fueron mal recibidos por sectores femeninos, rechazó dar entrevistas en medios de comunicación, sin razón alguna, se dedicó a bloquear de sus redes sociales a quienes públicamente le hicieran un cuestionamiento, decreciendo en la intención de votos.

"Surgió en ese momento un acontecimiento totalmente coyuntural y extra campaña, que fue la opinión consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ante un planteamiento que formuló el actual gobierno de Costa Rica, en torno a qué hacer con la posibilidad o no de establecer el matrimonio de personas del mismo sexo y que las personas puedan variar unilateralmente su identidad, siendo reconocidas por el Registro Civil. La resolución positiva de la Corte ante estos temas dio un giro trascendental en la campaña electoral", explicó Araya.

Se desarrolló una polarización entre sectores de la sociedad, alineados a su grado de aceptación o rechazo al matrimonio de personas del mismo sexo. Electoralmente generó un resultado muy contundente y es que un candidato que hasta ese momento estaba en el margen de error de las encuestas, Fabricio Alvarado del partido Renovación Costarricense, a quien se le asocia con sectores evangélicos, súbitamente adquirió un apoyo electoral y se colocó dentro de los tres con más opciones de ganar la primera ronda.

En medio de manifestaciones de odio contra las minorías de diferentes sectores de la población, Alvarado que fungió como legislador en el Congreso en este período, se convirtió en una figura viable para quienes adversan la posición sobre el matrimonio igualitario y la elección de identidad sexual, capitalizando la intención de votos de muchos, con declaraciones en las que incluso amenazaba, que de ser electo sacaría al país de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, si ésta seguía emitiendo criterio sobre temas, que a su juicio corresponden a la autonomía nacional.

En esta misma panorámica también surgió la figura del candidato oficialista Carlos Alvarado del PAC, miembro de un partido cuestionado por corrupción y que prometió un cambio de país que no cumplió; quien al inicio de enero se ubicaba en los últimos lugares en intención de voto, pero vio crecer sus posibilidades por aquellos sectores que sí están de acuerdo con la opinión consultiva de la Corte.

"Entonces hay al menos cinco candidatos, los dos que han capitalizado esta polarización, dos de los llamados partidos tradicionales que tienen una estructura más consolidada y con mayor capacidad de acarreo de votantes este domingo y Juan Diego Castro que sigue teniendo simpatizantes", señaló el politólogo.

Precisamente, el enfoque en ejes como la trama del Cementazo y el posible tráfico de influencias, la preocupación de algunos en sí es decente o no que las personas sexualmente diversas se casen, la pelea de quienes consideran que la religión no debe mezclarse con la política, dejó a muchos indecisos con pocas herramientas para decidir.

El porcentaje más elevado de la población, que todavía estos últimos cuatro días se mostró indeciso, no tuvo la oportunidad de conocer en el debate público de los candidatos sus propuestas a temas que realmente le atañen, como el desempleo que se ha estancado en el 9,3%, el preocupante crecimiento de la inseguridad y homicidios, que por cierto alcanzaron una cifra récord en 2017, el alto costo de la vida y una anunciada crisis fiscal del país, explicada por un déficit fiscal del 6,2% del Producto Interno Bruto (PIB) y una deuda del 49% del PIB al cierre del año pasado.

Un Congreso muy repartido

Simultáneamente a la elección presidencial se elegirán los 57 miembros de la Asamblea Legislativa, que es un órgano unicameral y que al igual que procesos anteriores, se prevé un escenario con múltiple presencia partidista.

De hecho, en la última encuesta del CIEP, un 48% de las personas no saben todavía por cuál papeleta votar para diputados, lo que también da un margen de incertidumbre, incluso mayor que la Presidencial.

Esto pone un panorama complejo para quien quede en el gobierno, pues es probable que ninguna fracción política cuente con la suficiente fuerza, expresada en números de curules, para mantener el dominio en cualquier negociación.

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