Mujeres Desafiantes

Especial 8M: Las mujeres entre la equidad aparente y la autonomía real

El porcentaje de centroamericanas en posiciones de liderazgo llega apenas al 39 %. Para poder impactar sobre “los nudos estructurales de la desigualdad”, deberán resetear el GPS de su propósito, apuntando a una real autonomía para definir su destino.

2024-03-07

Por Norma Lezcano - Revista Estrategia & Negocios

Desde hace más de 100 años, la lucha por los derechos de las mujeres viene siendo coherente, sistémica, aunque nada fácil. El camino fue escarpado, pero tras las banderas de la “igualdad y equidad de género” se lograron cambios exponenciales: derecho al voto, a la participación política, acceso a la educación y a lugares de liderazgo, derechos y oportunidades laborales y, más cerca en el tiempo, empoderamiento económico.

Sin embargo, esta lucha no escapa al impacto de un mundo en pleno cambio de era, convulso y desafiante. “Es urgente acelerar los compromisos asumidos en la Agenda Regional de Género para hacer frente a los múltiples desafíos que plantea un escenario en continuo cambio debido a transformaciones económicas, tecnológicas, demográficas y climáticas”, ha dicho la exsecretaria ejecutiva de Cepal, Alicia Bárcena.

“La persistencia de los nudos estructurales de la desigualdad de género exige redoblar esfuerzos”, advierte, de frente a una América Latina que está creciendo menos, en la que se incrementan las desigualdades y la pobreza aumenta. Se trata de una agenda urgente: El informe “Panorama de Género 2023”, de ONU Mujeres, define esta realidad en números: “Si se mantienen las tendencias actuales, más de 340 millones de mujeres y niñas —un 8% de la población femenina mundial— vivirán en la pobreza extrema en 2030, y cerca de una de cada cuatro experimentará inseguridad alimentaria moderada o grave”.

Según la misma fuente, uno de los principales obstáculos para lograr la igualdad de género en los próximos seis años es “la alarmante falta de financiamiento, con un abrumador déficit anual de US$360.000 millones”.

CENTROAMÉRICA: MUJERES EN LA POBREZA

Si se afina el zoom del análisis sobre Centroamérica, los datos exponen claramente la dimensión del fenómeno que se enfrenta. El Movimiento de Mujeres Indígenas Tz´ununija´ denunció a fines del 2023 que el 79,2 % de los hogares de áreas rurales de Guatemala viven en condiciones de pobreza, muchos de los cuales son encabezados y mantenidos por mujeres.

En ámbitos urbanos, según el Banco Mundial (BM): un 53,7% de las mujeres chapinas que viven en las ciudades están sometidas a las mismas condiciones de carencia.

En Honduras y El Salvador casi el 90 % de las mujeres rurales se enfrentan a la pobreza multidimensional, sostiene por su lado el PNUD; mientras que la pobreza urbana afecta al 47,3% de las salvadoreñas y a un 46,3 % de las hondureñas. En Costa Rica, la situación muestra un 21 % de pobreza rural femenina y de 8 % en áreas urbanas.

Esta radiografía en porcentajes es, apenas, la punta del iceberg. Por debajo de las frías estadísticas, la ecuación pobreza + mujeres invariablemente deriva en violencia. “Las mujeres y niñas que viven en la pobreza, se enfrentan a múltiples formas de discriminación y, como resultado, también sufren un mayor riesgo de violencia”, afirma ONU Mujeres.

Las mujeres están lejos de ser el 50 % en puestos de mando de las empresas

Profundiza: “Diversos estudios reflejan que las niñas pobres tienen una probabilidad 2,5 veces mayor de casarse en su infancia que las que pertenecen al quintil más rico; son más vulnerables a la explotación sexual, incluida la trata de seres humanos y a la violencia doméstica”.

¿Cómo se escapa de esto sin empoderamiento económico, intelectual y emocional?

CAMBIO DE PARADIGMA

Para poder impactar sobre “los nudos estructurales de la desigualdad”, probablemente la lucha de las mujeres en los próximos años deberá resetear el propio GPS de su propósito, y ya no sólo apuntar a un relato de la equidad de género (que se ve lejos) sino a conseguir una real autonomía para definir su destino.

“A este ritmo, nos tomará casi 300 años lograr la igualdad de género. Las mejoras en materia de salud materna y acceso a la planificación familiar han avanzado con una lentitud pasmosa”, reconoció el secretario general de la ONU, António Guterres, en el Día Mundial de la Población, el pasado 11 de julio. La lucha por la equidad no está entrampada sólo por la falta de financiamiento, o por la mera resistencia del género opuesto.

Los nudos estructurales de las desigualdades están amarrados en lógicas de poder (públicas y privadas) por las que son responsables hombres y mujeres que hacen sobrevivir el actual statu quo. “El mundo está fallando a las mujeres y a las niñas”, admite Sima Bahous, directora ejecutiva de ONU Mujeres. “Ninguno de los indicadores del ODS 5 (el relativo a equidad de género) se cumple o está a punto de cumplirse”, agrega.

Urge un cambio de paradigma. Ello supone entender la realidad desde nuevas categorías de análisis y -centralmente- el compromiso de las mujeres en posiciones de poder de ejercerlo con un sentido de propósito, evitando reproducir las condiciones que llevaron al actual panorama.

Para Alice Nelson, Presidenta & CEO de Voces Vitales global, la brecha de género puede acortarse “cuando hay mujeres en posiciones de liderazgo que entienden el poder de la tecnología, entienden que lo digital define oportunidades y están trabajando para eliminar esas brechas y proveer oportunidades.

“En la última década hemos visto a muchas organizaciones alrededor del mundo que están proveyendo y entrenando, apoyando para que las mujeres puedan tener acceso a entrenamiento y tecnología, alfabetización digital y STEM”, apunta.

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