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Análisis Protestas en Guatemala: 'El que no baile no pasa' o la rebelión a ritmo de TikTok

​Ninguna protesta social en la historia de Guatemala ha sido tan 'viralizada' en redes sociales como las jornadas de manifestaciones ciudadanas de octubre. Un análisis sociológico de sus expresiones en las redes digitales.

2023-10-17

​​​​​​Por Christian Calderón Cedillos - Sociólogo guatemalteco

Ninguna protesta social antes en la historia de Guatemala ha sido tan publicitada o “viralizada” en redes sociales como las jornadas de manifestaciones ciudadanas o de bloqueos ilegales -según sus simpatizantes o detractores respectivos-, como las ocurridas en las primeras dos semanas de octubre y que tienen literalmente paralizado a todo el país.

En medio de la polarización característica de cualquier crisis política, hay un elemento distintivo en la protesta de los guatemaltecos y poco visibilizado en los análisis: las nuevas estrategias simbólicas de los participantes, la protesta como espectáculo, como gran selfie colectiva (valga la expresión), una ciudadanía que convierte el reel en postura política, y sobre todo, que muestra como el TikTok hace posible una rebelión tiktokeada bajo el lema: “Hasta que caigan”.

Del bloqueo a la transición al bloqueo de las calles

La crisis política. Como coinciden la mayoría de observadores internos y actores de la comunidad internacional -encabezados por la Organización de Estados Americanos (OEA)-, la crisis la desencadenó el Ministerio Publico, presidido por la fiscal general Consuelo Porras y su equipo al tratar de presentar un caso penal, contra el partido político del presidente electo Bernardo Arévalo relacionado con su formación en 2019, en pleno proceso electoral vigente, pese a que la normativa constitucional lo prohíbe. El objetivo sería suspender la ficha de su partido Movimiento Semilla.

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Esta situación ha puesto en duda toda la elección y en riesgo la transición de poder en enero del 2024, un extremo que Arévalo calificó como un intento de golpe de estado judicial, opinión secundada por amplios sectores de la sociedad guatemalteca.

Al finalizar el mes de septiembre, el presidente electo presentó una acción legal en la Corte Suprema de Justicia para solicitar la renuncia de la fiscal general Porras, el fiscal del caso Rafael Curruchiche y el juez ordinario Fredy Orellana, a cargo del caso. Unos días después la corte resolvería en contra.

Al conocerse la resolución, el 1 de octubre, un grupo de líderes indígenas, Los 48 cantones de Totonicapán, encabezaría como forma de protesta los primeros bloqueos de carreteras y calles en el altiplano del país con el objetivo político de exigir la renuncia de los tres funcionarios, que, de acuerdo a los manifestantes, “no quieren respetar la voluntad del pueblo” y reivindican además la defensa de las elecciones y la democracia guatemalteca.

Sus detractores califican las manifestaciones como bloqueos ilegales y señalan al partido del próximo presidente, de estar detrás de la organización de estas. Los más extremos, los acusan de “comunistas” que defienden un “fraude electoral” financiados por oenegés internacionales.

Dos semanas de bloqueos y protestas

En los días posteriores, a los comunitarios indígenas se unieron, médicos, maestros, estudiantes universitarios, religiosos y -de manera más reciente- vendedores de mercados comunales, pero sobre todo mayoritariamente sectores de vecinos del interior del país y de muchas colonias y barrios populares de la capital. Las imágenes suman cientos de personas participando en las protestas.

En el caso de Los Encuentros, en donde se ubica la mayor concentración de manifestantes al occidente del país, se cuentan, según algunos informes, entre 4.000 a 5.000 personas protestando las 24 horas por doce días consecutivos.

En el otro centro simbólico de las protestas, las calles aledañas a las instalaciones del Ministerio Público en el centro histórico de ciudad de Guatemala, los manifestantes mantienen una concentración permanente que llega a superar por momentos los 1.000 manifestantes.

Al concluir la primera semana de protestas a partir del primer bloqueo, se sumaron 40 más, y apenas dos días más, el 9 de octubre y días siguientes con variaciones, los bloqueos llegaron casi a 200 en todo el país.

“El que no baile no pasa”

En tiempos de redes sociales, ¿quién se resiste a la acumulación exponencial de likes y reproducciones? y ¿quién se negaría a los 30 segundos de celebridad instantánea tiktokera?

Junto al bloqueo pacífico de las calles hasta el momento (salvo un incidente con destrozos, pero con saldo blanco de víctimas, que la misma policía calificó de grupos infiltrados), las ciudadanas y ciudadanos guatemaltecos han sacado sus celulares para documentar la protesta in situ (y en tiempo real) mediante las redes sociales como Facebook o X, pero mayoritariamente por la aplicación TikTok.

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El TikTok se distingue de otras redes sociales porque sus usuarios graban videos de corta duración (loops) que suben a la red y donde el mensaje es acompañado de imágenes festivas o celebratorias. Su expansión es muy reciente producto de la pandemia, su contenido inicial popularizó los videos que mostraban a los usuarios bailando, lo que lo hizo muy popular entre los usuarios jóvenes principalmente. Posteriormente, su popularidad creciente lo convirtió en la aplicación preferida por muchos usuarios para producir videos de todo tipo, desplazando otras redes sociales, incluso al Youtube.

En la campaña electoral del 2023, cuando los partidos políticos descubrieron la aplicación, la privilegiaron como la red social más usada para hacer proselitismo y propaganda.

En medio de los bloqueos, los manifestantes pasan una parte importante del tiempo subiendo contenido a la red y compartiendo sus videos de TikTok. Los videos disponibles en la aplicación citada sobre las protestas que se puede encontrar en la red son inabarcables para un usuario y en cantidad directamente proporcional al número de manifestantes que tenga acceso a un smartphone. Se diría que no se puede participar en las protestas/bloqueos sin TikTok, y no es una hipótesis.

El catálogo es amplísimo. Una usuaria de X “coloca un hilo” que seguidamente completan sus seguidores con el video respectivo:

1. Convite (baile con disfraces) en el punto de bloqueo.

2. Chamuscas (partidos) de fútbol en la carretera.

3. Caravana de carros a velocidad mínima con carteles.

4. Caballos bailadores con sus respectivos jinetes.

5. Juegos de mesa en las aceras.

6. Ceremonias mayas.

7. Acrobacias con cuerdas.

8. Misas frente oficinas públicas.

9. Bandas escolares desfilando en medio de las protestas.

10. Cantantes de rancheras que amenizan a los manifestantes.

11. Cantantes de rap o reguetón con letras contra los funcionarios repudiados.

12. Contadores de chistes a la multitud concentrada.

13. Acrobacias de motos en las calles.

14. Oraciones y cantos religiosos.

15. Clases de yoga o zumba en la vía pública.

16. Conciertos de marimba.

17. Clases de globoflexia. Etcétera.

Pero en clara sintonía de cualquier TikTok que se precie de serlo, en el primer lugar indiscutible, destacan los videos de manifestantes voluntarios e involuntarios bailando en medio de los bloqueos/protesta. Los ritmos son variados, pero principalmente las cumbias y ritmos tropicales.

El más popular y compartido miles de veces, el video donde aparecen los conductores de vehículos o motocicletas que se topan con un bloqueo y se les permite el paso a cambio de demostrar su talento para el baile, mientras los tiktokeros protestantes lo graban en su debut improvisado. Cualquier parecido con los reality-shows es pura coincidencia. La consigna obligada y ritualizada: “El que no baile no pasa”.

Lo marginal en el centro

Una variante, no tan celebratoria pero interesante por sus efectos sociológicos es la proliferación de bloqueos/protestas lideradas por pilotos motociclistas o bikers en la jerga tiktokera de los manifestantes.

En una ciudad caótica como ciudad de Guatemala con tráfico desordenado y pésimo servicio de transporte público, los conductores de motocicletas representan alrededor del 40 por ciento del parque vehicular. Dada su magnitud, los motociclistas representan además tres cuartas partes de los accidentes de tránsito y según algunas estadísticas disponibles, la vulnerabilidad de este tipo de accidentes solamente en lo que va de 2023, ha causado la muerte de más 700 motoristas, como también se les llama en Guatemala.

Las protestas lideradas por motoristas, han sido de hecho, las más impresionantes en términos de las imágenes que producen y las más expresivas en cuanto a la conflictividad social que subyace entre quienes apoyan y los que se oponen a los bloqueos.

Dos episodios demostrativos. El ocurrido en La Bethania, un barrio muy popular ubicado al sur de ciudad y aledaña a una vía principal de ciudad de Guatemala, el Anillo Periférico. Los manifestantes del sector colocaron un bloqueo que paralizó toda una parte importante de la capital, afectando además el tráfico de contenedores hacia el principal puerto del país, ante lo cual los empresarios solicitaron al gobierno despejar la vía, para el efecto se presentó un contingente policial de aproximadamente 300 agentes antimotines con equipo especial más otras fuerzas policiales.

Al momento de intentar el desalojo una caravana de varias decenas de motoristas apareció repentinamente para unirse a los vecinos y enfilaron la caravana contra los antimotines, al mismo tiempo que se desplazaron por las avenidas auxiliares para cercar al contingente policial por un par de horas. No hubo violencia, pero, los antimotines fueron obligados a retirarse y fueron escoltados por la caravana de motociclistas hasta que subieron a los camiones de policía.

El bloqueo siguió en pie, liberado parcialmente, y los manifestantes permitieron solamente la circulación de ambulancias y transporte de víveres. Después de la jornada, las calles del periférico fueron tomadas por los manifestantes por 48 horas consecutivas, la presencia de los motociclistas se mantuvo y organizaron entre otras actividades, carreras de motos.

En otro hecho similar, en la población de Chimaltenango a unos 50 kilómetros de la capital, otro contingente antidisturbios compuesto por policías y militares (armados) fue expulsado de la ciudad, nuevamente escoltado por una caravana de motociclistas que les gritaban consignas a los uniformados. “Sí se pudo” coreaban a gritos los manifestantes motorizados mientras muchos de ellos transmitían sus “live” del desalojo. La escena fue presenciada por los vecinos que salían de sus casas a la orilla de la carretera en medio de aplausos a los motociclistas.

Los opositores a los bloqueos criticaron en redes sociales al gobierno reclamándole su falta de acción frente a lo que califican como “los enjambres de motos” y “cafres motorizados”. Un mensaje en X de un opositor a los motoristas es muy elocuente en la lectura clasista de las protestas: “Lo que inició como una lucha por la democracia, se convirtió en odio a un grupo social”. El tuit hacía alusión al bloqueo protagonizado por motoristas en Ciudad Cayalá, un sector residencial exclusivo en ciudad de Guatemala.

La motocicleta es el medio de transporte más utilizado por los sectores más populares de la sociedad guatemalteca, sobre todo por los hombres jóvenes, aunque después de la pandemia es observable el uso extendido también entre las mujeres. Y es también un medio de trabajo para muchos de estos sectores de jóvenes.

De tácticas y estrategias del TikTok

De la toma de las calles la confrontación política que se vive en la sociedad guatemalteca ha pasado a un frente de lucha simbólico en las redes sociales. Los videos de contenido de TikTok son pequeños escenarios en los que, los grupos populares que encabezan las protestas/bloqueos son capaces de contrarrestar el discurso oficialista y exponer “teatralmente” sus demandas sin el uso de la violencia.

La estrategia para lograr la renuncia de los funcionarios judiciales que “amenazan la democracia” y que llevan a cabo un golpe según la narrativa de los manifestantes ha combinado la acción en las calles y carreteras con muestras de un uso político del TikTok para transmitir su mensaje de resistencia.

Y en particular, los manifestantes han situado tácticamente su posición política y su narrativa de la protesta al mismo tiempo en la red. Hay también sociológicamente un nacionalismo de resistencia en las protestas, el uso de las banderas, el canto del himno nacional por los manifestantes en los puntos de bloqueo puede interpretarse también ese sentido.

Lo que empezó como una protesta en los sectores indígenas se “viralizó” al resto de amplios sectores populares de la sociedad guatemalteca, al extremo que se ha convertido en un movimiento social nacional más profundo que el de 2015.

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