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Trump: la seducción política de la amígdala

Cuando el discurso político es oportunista y apela a las emociones, neutraliza la capacidad de hacer análisis objetivos. EEUU se volvió una prueba de ello. En apenas unas horas asume su presidencia el magnate Donald Trump, quien sorprendió al mundo haciéndose con el sillón más poderoso del planeta, desde la amígdala.

2017-01-20

Por: Javier Argüello*

Las elecciones presidenciales para la superpotencia mundial deberían ser unas donde los candidatos representan lo mejor de sus respectivos partidos y sus ciudadanos tienen el interés de conocer a fondo las políticas públicas que éstos implementarían, para así ejercer la responsabilidad de votar.

En tal escenario contaría el carácter de los candidatos y el impacto de sus propuestas. El carácter incluye el compromiso al servicio público, la integridad y la decencia humana. Este el primer filtro porque difícilmente es relevante analizar las políticas que propone alguien que no tiene capacidad de liderazgo, compromiso social o sea confiable.

Una vez califica un candidato por su carácter, en el mundo ideal se mide la viabilidad y el costo/beneficio de las políticas públicas que apoyan los candidatos y su impacto en el desarrollo socio-económico del país.

Vergonzosamente para Estados Unidos, esta elección presidencial representó lo opuesto.

Por el lado de los demócratas, reflejó un intento fallido de formar una dinastía política y corrupta (la de los Clinton) con una historia comprobada de estar secuestrados por intereses económicos, vía el cabildeo.

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Por el lado republicano, los valores del partido los terminó representando un narcisista psicópata con una retórica nacionalista y xenófoba que ha excitado a los grupos racistas del país.

AMíGDALA VS. LóBULOS FRONTALES

Estos comicios presidenciales fueron definitivamente únicos, ya que cada candidato apeló a dos partes completamente distintas del cerebro. La elección fue entre el candidato que supo apelarle a la amígdala contra la candidata que sobre-estimó el apoyo que obtendría de los lóbulos frontales.

La amígdala forma parte del sistema límbico, y su papel principal es el procesamiento y el almacenamiento de reacciones emocionales. La amígdala determina cómo respondemos a las amenazas, incluyendo nuestro reflejos de vigilancia, paralización y escape/huida. Este instinto, una vez activado, debilita nuestra capacidad de procesar información con los lóbulos frontales, capaces de posponer estos impulsos para seguir planes elaborados y conseguir objetivos abstractos o situados en un punto lejano en el tiempo.

De hecho, durante nuestra evolución, el cerebro humano ha cambiado físicamente: a medida que dejamos de depender de las funciones de la amígdala para cazar y sobrevivir, comenzamos a demandar más de otras regiones del cerebro responsables por funciones más complejas, que requieren que seamos más planificados y estratégicos en nuestro funcionamiento. En el proceso evolutivo, nuestros lóbulos frontales se engrandecieron. Esto no quiere decir que la amígdala es obsoleta, sigue siendo relevante e indispensable para procesar emociones y amenazas.

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Donald Trump triunfó porque apeló a la amígdala del segmento de la sociedad más decisivo en estas elecciones de EE.UU.: la clase media blanca, que había quedado marginada de la política, cansada y frustrada laboralmente, enojada y decepcionada de sus políticos que sienten los han traicionado y, sobre todo, empobrecida. El estándar de vida de la clase media de EE.UU. tiene cuatro décadas de declive gradual pero consistente. Las industrias y fábricas que generaban empleos estables y de por vida dejaron de existir. La dignidad de los padres de familia se ha debilitado al no poder proveer ingresos para sus seres queridos, como solía ser en el pasado.

Esta clase media blanca y debilitada representa el segmento más importante de la fuerza laboral. De estos, un 75% no cuenta con un título universitario. Su entrenamiento profesional no es muy transferible, es obsoleto o poco competitivo para la economía de servicios. Han sufrido el impacto adverso de la globalización, aunque impulsado por su país.

La manufactura se ha transferido a países con mano de obra barata. En teoría, la mano de obra debe ascender a otros sectores de mayor productividad, pero en la práctica esa transición puede ser lenta o fracasar.

Foto: Estrategia y Negocios

La mano de obra norteamericana también tuvo décadas de invasión de hispanos compitiendo para reducir los salarios aún más. Esta clase media blanca tiene a quien culpar, pero no había tenido quien validara su ira en Washington.

Trump surgió con su retórica divisiva, populista y nacionalista. Oportunistamente, supo politizar el miedo y señalar lo foráneo como lo canceroso que destruyó la riqueza histórica de un país nostálgicamente homogéneo.

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Esencialmente, Trump catalizó con su discurso la realidad de un EE.UU. que pasó de ser un país tolerante y pluralista a uno intolerante a musulmanes "terroristas"; un país que, de aceptar la diversidad pasó a sentirse hastiado de convivir con hispanos "violadores y narcotraficantes". El ahora presidente electo adjetivó al extremo (y hasta con violencia) estos fenómenos, culpó de ello a la globalización y, a la vez, prometió eliminar la corrupción de Washington, porque él la conocía íntimamente.

De este modo, Trump apeló al instinto primitivo de la amígdala y bloqueó la capacidad de los lóbulos frontales de analizar la sinceridad de sus propuestas o la viabilidad de sus políticas. La conexión emotiva que obtuvo lo hizo impenetrable a las críticas.

Mientras tanto, Hillary Clinton intentó elevar el diálogo con los lóbulos frontales, pero solo provocó más desconfianza. Su lealtad a las multinacionales, sus décadas como protagonista del establishment político y las sospechas de corrupción no lograron ser disimulados por sus discursos.

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La clase media blanca no estaba lista para un presidente negro, pero la crisis financiera e invasiones en Iraq lo facilitaron.

Después de ello, la clase media blanca y masculina no toleraría una mujer liberal, especialmente una política emblemática de la corrupción de Washington.

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OBREROS BLANCOS PRO TRUMP

Los republicanos en teoría son pro-libre mercado y pro-empresa privada. Mientras que los demócratas, en teoría, son más tolerantes a la diversidad cultural, migración y protección de las minorías y clases bajas.

Bajo estos esquemas, los ex presidentes republicanos le dieron la espalda a su base -los obreros blancos de clase media que históricamente representaban el núcleo del partido. En el proceso, los programas sociales que surgieron, principalmente auspiciados por los demócratas, se enfocaron en beneficiar a los más pobres. La clase media blanca se empobreció, y en muchas de sus ciudades se han desatados epidemias de drogadicción.

Las amígdalas sobrecargadas con ira por el presente y temor por el futuro comprobaron ser vulnerables al canto de una sirena. Trump sedujo a los frustrados, enojados y enfurecidos con Washington. Su retórica inflamatoria, nacionalista y populista finalmente dio esperanza a todo el que se sentía abandonado y traicionado por la política. Encontraron todo lo foráneo a sus suburbios homogéneos como culpable de su dolor económico: la globalización, los políticos corruptos, el endeudamiento federal desenfrenado, los inmigrantes latinos y los musulmanes. Hasta los profesionales educados, predominantemente demócratas, son resentidos por la base republicana que los ve como fuente del problema económico del país.

Trump ganó porque conquistó las áreas rurales del país, donde predominan las personas que más han sufrido el impacto económico de la globalización y de la crisis financiera del 2008. Ahí viven personas con menor capacidad de movilidad en el mercado laboral (tienen habilidades menos transferibles y tienden a ser menos educados). Ellos se sienten atrapados, empobrecidos y llenos de ira contra el status quo político de Washington.

El nacionalismo, el racismo, la xenofobia y el machismo, finalmente, venden porque validan la ira del padre de familia que no puede ser el proveedor de su familia. El racismo se magnifica a partir del preconcepto según el cual "el negro que ocupó el poder no mejoró mi situación económica". La xenofobia se desata ante la creencia de que "los inmigrantes son los que se roban mi trabajo y causan violencia". El machismo emerge porque existe en determinados sectores la convicción de "no me dejaré ser guiado por una mujer liberal".

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Para un obrero blanco de un nivel educacional bajo, es fácil concluir que es hora de que EE.UU. "regrese a sus raíces blancas" porque "cuando eran blancos eran más prósperos". En los años ’50 a ‘70, en muchas partes del país que ahora son predominantemente pobres antes era fácil obtener empleo y difícil ser pobre. Estos son los estados donde se definió el resultado de las elecciones (Michigan, Wisconsin y Pennsylvania). Como dijo Anne Coulter, la vocera del racismo xenófobo que apela a tantos americanos hoy: "Si solo votarán las personas que tienen más de cuatro generaciones de abuelos americanos, Trump ganaría todos los Estados.".

Coulter se refiere a un país sin hispanos, ya que considera la inmigración hispana como el "cáncer al progreso de su país".

La ira es un problema social de estagnación económica que vive la clase media de EE.UU. En este país se trabaja cada vez más para vivir peor. Se trabajan aproximadamente dos meses más por año que en los países de ingreso per cápita similar o mayor. El sistema de salud es caro e ineficiente, mientras que la educación pública resiste modernizarse y empeora politizada. La clase media se siente abandonada y traicionada por los políticos. Así fue como en esta elección, los candidatos que se vendían como "anti-Washington" eran más populares que los demás.

Por influencia y corrupción política, Hillary Clinton desplazó a Bernie Sanders. Aun así, ella posiblemente era la candidata más calificada en la historia de las elecciones de EE.UU. (por su experiencia) y no pudo ganarle al candidato menos republicano y más controversial que puede haber existido (alguien que fue registrado anteriormente como demócrata y se ha casado tres veces, lo cual es relevante para su base cristiana).

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La clase media abandonada y traicionada por la política es una mayoría fiel al partido Republicano. Estos votantes sienten que ganaron las elecciones y, sin embargo, serán quienes, probablemente, se llevarán la mayor decepción de sus vidas.

CRISTIANOS E HISPANOS PRO TRUMP

Trump obtuvo el mayor porcentaje del voto cristiano (evangélico) en la historia para el partido Republicano, sin ofrecerles lo que siempre han deseado: apoyo federal para generar un mandato constitucional que formalice la integración de la religión cristiana en la educación pública y que se elimine el aborto.

El presidente electo ha tenido una postura liberal en estos temas, particularmente sobre el aborto y los derechos de los homosexuales. En su primera entrevista publica después de ser elegido, ya admitió que los estados tienen autonomía en su regulación contra el aborto y enfatizó que esto no cambiará. Lo más importante es que Trump nunca ha sido pro-vida. Lo dijo para obtener el apoyo de ingenuos que sólo necesitan escuchar que "los demócratas son asesinos de niños indefensos", para entregar su adhesión

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El resultado de la elección también fue una victoria para muchos hispanos que viven en EE.UU. Trump obtuvo casi 1/3 del voto latino, mientras insultaba y amenazaba a los hispanos y se asesoraba con los extremistas más racistas del país. ¿Cómo puede ser que un solo latino pueda votar por él? Hay un porcentaje significativo de la población latina que es clasista, racista y machista. Estos atributos son emblemáticos de los países menos desarrollados de Latinoamérica (centroamericanos). Además, los latinos pueden ser bastante dogmáticos en su lealtad emotiva hacia una ideología anticuada (propia de la Guerra Fría), y muy militantes en una postura religiosa donde el único factor que cuenta es el rechazo al aborto.

El latino que se cree blanco suele sentirse mejor cuando ve de menos a su propia etnicidad. Entre más se desliga económicamente, "más blanco" se siente y más vota como un obrero blanco de las montañas de Michigan, aunque vacacione en Paris.

Para muchos representantes de la clase educada y pudiente centroamericana hay una lealtad absoluta al partido Republicano. Hay un segmento importante de este grupo que demuestra desinterés o apatía hacia la política. Este grupo de emigrantes nacionalizados y de éxito relativo en EE.UU., aunque goce de los beneficios sociales del país (infraestructura, educación, sistema de salud privado, oportunidades económicas y libertades personales que muchos carecían en sus países), vota de forma exclusiva con su bolsillo.

Este segmento es cínico y despiadado. Vota por el que bajen los intereses sin tomar en cuenta las consecuencias para el país que los recibió y adoptó. Estas personas convirtieron el clasicismo cultural y primitivo de sus países subdesarrollados en un racismo contra su misma clase, pero no lo ven como racismo porque culturalmente es "normal" (en sus países) menospreciar a los menos pudientes.

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TRUMP, Y EL CANTO DE LA SIRENA

¿Por qué Donald Trump representa el canto de la sirena? En la mitología griega la sirena seducía con su voluptuosidad y su canto, pero luego adquiría un carácter maligno que llevaba a sus seguidores intencionadamente a la perdición.

En este caso, será cruel ver que Trump se capitalice del dolor económico de sus compatriotas para usarlos a través de su vulnerabilidad emocional: secuestrando la amígdala para explotarlos políticamente. Trump no tiene un historial de servicio público, o de buscar cómo ayudar a los menos privilegiados, pero sí tiene un historial de apoyar el aborto, maquilar sus productos en China, contratar a emigrantes para sus proyectos de bienes raíces y explotar a los vulnerables. En el mundo de Trump, el único que cuenta es Trump.

El narcicismo y la psicopatía no dejan espacio para la introspección, la negociación o el bien común. Por eso es que el carácter de un candidato presidencial es un prerrequisito para gobernar.

*Analista internacional

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