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Costa Rica podría llegar al espacio al final de esta década

“El espacio, la última frontera… llegar donde ningún ser humano ha llegado antes”, reza parte de un parlamento de la serie de ciencia ficción Star Trek, pero pudiera ser más que solo ficción, pues las bases para esos viajes a velocidad Warp (varios factores de la velocidad de la luz) pudieran estar gestándose desde la visión de un científico costarricense.

2016-10-27

Por: Alberto López - estrategiaynegocios.net

Costa Rica podría llegar a las grandes ligas de esta nueva era espacial al final de esta década, gracias al desarrollo del motor de plasma de la empresa estadounidense-costarricense Ad Astra Rocket, fundada por el ex astronauta Franklin Chang Díaz, también de origen costarricense. El plasma es considerado el cuarto estado de la materia y es el combustible de las estrellas, como el mismo Sol.

De hecho, la pequeña nación centroamericana podría además poner en órbita en un par de años el primer satélite de la región, el Proyecto Irazú, un nano satélite que realizará, en principio, mediciones relacionadas con el cambio climático, en una zona forestal del área de Los Chiles, en Alajuela.

Sin embargo, el desarrollo de Ad Astra marcaría una nueva era en cuestiones de propulsión espacial, dejando atrás décadas de la tecnología de cohetes químicos, parte del legado del mítico (controversial para algunos) ingeniero alemán Wernher von Braun, cuyos desarrollos culminaron con el imponente Saturno V que llevó a los primeros seres humanos a la Luna, bajo la bandera estadounidense y bajo la batuta de la agencia de los Estados Unidos de la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio (NASA, en inglés).

A pesar de eso, llegar a la órbita de la Tierra con el Vasimr (en español, Motor de Magnetoplasma de Impulso Específico Variable) en el año 2020 dependerá "de la financiación adecuada", dijo el director científico de la compañía, el doctor en Física, también costarricense, José Antonio Nieto; aparte de superar al menos tres etapas críticas antes de salir al espacio real, en una plataforma junto a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés).

"Nos encontramos en el nivel 5 de adecuación tecnológica; es una escala que tiene la NASA, donde el número 7 es cuando ya la nave está lista de ser lanzada al espacio y nosotros estamos llevando la tecnología a un nivel número 5 (en estos momentos) y es cuando ya la tecnología ha sido probada en un ambiente relevante por decirlo así (que en este caso es una cámara de vacío para replicar artificialmente las mismas condiciones del espacio exterior)", declaró Nieto.

Precisamente, según explicó Nieto, se encuentran finalizando el primer año, de un total de tres, de esa etapa 5 que consiste, principalmente, en disparos continuos de larga duración del motor hasta alcanzar períodos ininterrumpidos de 100 horas.

Mientras que esta etapa ha sido financiada y plasmada por la NASA en un contrato por US$9,0 millones, como parte del programa Next Space Technology Exploration Partnerships (NextSTEP), donde tres empresas fueron favorecidas por fondos, incluida Ad Astra.

"En nuestro caso de la etapa 5, un ambiente comparable del espacio es la cámara de vacío de nuestras instalaciones en Houston (Texas, Estados Unidos), donde estamos haciendo las pruebas relevantes; mientras que el siguiente, el nivel 6, es cuando uno demuestra las capacidades de funcionamiento de todo el motor o la nave y en un ambiente también relevante, pero todavía no en el espacio, entonces al final de estos tres años estaremos listos para un nivel 6 con un modelo completo, aparte de lanzamientos de componentes y ya de ahí con el nivel 7 en el espacio", indicó el físico.

Nieto reconoció también que podrían alcanzar la etapa 7 en el 2018, pero dependiendo de la financiación adecuada, precisamente pensando en una meta lógica del 2020 en alcanzar el espacio y ya comenzar con una dinámica temprana de transportes a la órbita baja, posiblemente, pero siempre, reiteró, dependiendo de la suficiente financiación.

El director científico de Ad Astra declinó confirmar la inversión realizada en el proyecto hasta la fecha, pues no es su área en específico. Sin embargo, extraoficialmente, por diversas publicaciones del pasado reciente, Ad Astra habría invertido alrededor de US$30 millones, desde 2005, en el desarrollo de su motor Vacimr VX-200SS.

Sin embargo, en esa búsqueda de financiarse, Ad Astra suscribió el año pasado un segundo contrato, por cinco años, por US$50 millones para proporcionar la investigación y desarrollo de propulsión sideral al consorcio Orbital-ATK y la NASA. Esto provocó, hace poco más o menos un año, un aumento en el precio de sus acciones, al tranzarlas de US$6 a US$8 cada una.

El físico costarricense, basado en las instalaciones de Ad Astra en Liberia, Guanacaste, al noroeste de Costa Rica, expresó además que este nivel 5 ha requerido realizar modificaciones en la cámara de vacío de Houston, pues las temperaturas del plasma (comprables con la temperatura del Sol) han exigido al dispositivo.

La otra parte de esta visionaria tecnología de propulsión espacial es la fuente de energía para desarrollar el plasma, pero como reiteró el especialista, el foco de desarrollo científico de Ad Astra es la propulsión y no la fuente de energía.

"Con los cohetes químicos tradicionales (tecnología actual de propulsión) se desarrolla en un solo dispositivo la fuente de energía y la propulsión", agregó.

En ese sentido, Nieto confirmó que para viajes cortos, inclusive, posiblemente, a la Luna, las celdas solares serían suficientes para suministrar la electricidad necesaria para la reacción de un gas para producir el plasma; pero a medida se busque trayectos más largos, al alejarse del Sol, se necesitaría de una fuente de energía como la fisión nuclear, lo cual está siendo desarrollado por diferentes investigaciones alrededor del mundo.

En el Vasimr, un gas, como el argón, xenón o hidrógeno, se inyecta en un tubo rodeado por un magneto y una serie de dos antenas de onda de radio, lo que produce el plasma a muy alta temperatura, se dirige a un escape de una tobera formada por un campo magnético puro, para provocar así el desplazamiento de una nave espacial.

Chang Díaz, un ex astronauta del programa espacial de la NASA, con el récord mundial de más viajes espaciales, creó el concepto del Vasimr, como parte de su investigación de graduación en el doctorado en Ingeniería Nuclear, en 1979, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en inglés).

Los principales beneficios del Vasimr es la velocidad (podría llevar una misión a Marte en un máximo de dos meses, en lugar de los más de 10 meses con la tecnología actual); reducción de costos por kilogramo o libra transportada: a razón de US$30.000 por kilo (2.205 de libra) con los cohetes actuales y para abastecer la ISS se necesita de 7.000 kilogramos al año, es decir alrededor de US$210 millones cada año, mientras que con el plasma solo se necesitaría de 360 kilogramos, unos US$10,8, también por año según información de Ad Astra. Además, el Vasimr es mucho más seguro, sin riesgos de explosiones como los cohetes químicos.

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