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Qué es Swift, el sistema que dificultaría a Rusia realizar transferencias bancarias internacionales

Tras la ofensiva de Putin sobre Ucrania, la UE y EE UU siguen reservándose la opción de expulsar al país del sistema de mensajería financiera, aunque la medida también tendría efectos negativos para Europa.

2022-02-26

Por El País

El ataque de Rusia a Ucrania ha provocado que la UE y Estados Unidos pongan en marcha una batería de sanciones para tratar de frenar la ofensiva de Vladímir Putin. Entre las medidas que se barajan, la que más podría afectar al sector financiero sería la expulsión del país del sistema Swift, como ya ha solicitado el presidente ucranio, Volodímir Zelenski. Esta herramienta supondría un duro varapalo para Rusia, aunque también tendría consecuencias impredecibles para la economía del resto del mundo: una gran arma de presión de doble filo.

En el seno de la Unión Europea ya se han impuesto medidas contra Rusia, aunque varios dirigentes europeos han expresado la necesidad de ir aún más allá con las sanciones, reclamando medidas drásticas como la de sacar a Rusia del consorcio de mensajería financiera Swift. Esto, por el momento, se ha descartado con países como Alemania en contra, según fuentes conocedoras de la negociación. La idea de los Veintisiete es guardarse ases en la manga porque se pisa un territorio ignoto y cuyo desenlace resulta oscuro e impredecible.

¿Qué es el sistema SWIFT y para qué sirve?

El sistema SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication o sociedad para las comunicaciones interbancarias y financieras mundiales) se fundó en 1973 y tiene su sede en Bélgica. Es la herramienta utilizada para las comunicaciones interbancarias. Conecta a miles de instituciones financieras de todo el mundo y facilita las transferencias de dinero de forma segura. Se trata de una cooperativa de miles de instituciones que usan este servicio y en la práctica lo que ofrece es un servicio de comunicación seguro para sus miembros. Es decir, no es un sistema de pagos.

"Ofrecemos a la comunidad una plataforma de mensajería, normas de comunicación y productos y servicios que facilitan el acceso y la integración, la identificación, el análisis y el cumplimiento con la prevención de los delitos financieros", explica en su web. Swift está supervisado por el Banco Nacional de Bélgica y representantes del Sistema de la Reserva Federal de EE UU, el Banco de Inglaterra, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y otros grandes bancos centrales.

¿Quién lo utiliza?

La plataforma conecta a más de 11.000 organizaciones (financieras y no financieras) en más de 200 países. A estas instituciones les facilita una herramienta para poder comunicarse entre sí de forma segura y permite un intercambio de mensajes financieros estandarizados de forma fiable. Así, por ejemplo, si un banco español tiene que realizar una transacción con una entidad rusa, usará este sistema para comunicarse y realizar la transferencia. "Es el sistema más importante y más fiable a nivel internacional", asegura Germán López, director del Máster de Banca y Regulación del IESE.

¿Qué ocurre si se expulsa de Swift a un país como Rusia?

Las consecuencias financieras de excluir del sistema a un Estado de la envergadura económica de Rusia son múltiples. En primer lugar, afectaría al propio país que preside Putin. En 2014 el Gobierno ruso ya pronosticó que su PIB caería un 5% si le sacaban de Swift, una medida de presión que también se barajó entonces. Esta caída de la economía se explicaría por la dificultad de sus entidades y empresas para mantener sus negocios con el exterior de manera segura, ya sea para exportar o importar.

Ante esta amenaza que ha surgido de modo recurrente, Putin lleva tiempo creando un sistema propio para paliar los posibles efectos. Además, cuenta con la alternativa del sistema de pagos interbancario internacional de China (CIPS) o a través del mercado de criptomonedas. Aquí radica otro de los grandes riesgos: con la expulsión del país de Swift se fomentaría el uso de sistemas alternativos como el chino y podría reducir el dominio del protocolo ahora dominante. Expertos como Javier Collado, profesor de Economía de la Udima, consideran que de esta forma aliviaría el golpe: "Con el sistema chino reducirían las consecuencias económicas. Europa, en cambio, que compra mucho gas a Rusia, sí tendría un efecto inmediato incluso mayor".

¿Consecuencias para el resto de países?

La ola de efectos no se circunscribiría solo al territorio ruso, sino que este tsunami se dejaría sentir en el resto de países. Especialmente en los lugares que tienen más relaciones económicas con Rusia, por ejemplo Italia, Francia, Holanda o Alemania. Este puede ser uno de los motivos por los que el país germano se haya opuesto en Europa a poner en marcha por el momento esta sanción. En la práctica, sacar a Rusia del sistema, dificultaría mucho a los acreedores europeos a la hora de recuperar el dinero de negocios que tienen en la región.

¿Se ha hecho antes?

Hay precedentes. Por un lado, Rusia ya sufrió en sus propias carnes algo similar en 2014, tras la ocupación de Crimea, aunque entonces la exclusión se limitó a algunos bancos rusos. Hay otro caso parecido con Irán en 2012 y 2018. El sistema internacional de comunicación interbancaria Swift cerró el acceso por última vez a los bancos iraníes en 2018 tras la decisión de la Administración de Donald Trump de volver a imponer sanciones a los sectores estratégicos del país. El problema es que el tamaño de la economía rusa es mucho mayor y, además, está más interconectada con el exterior. "La UE no ha dado el paso por la dependencia que tiene del gas y el petróleo ruso, así como por los intereses económicos que tiene en Rusia", añade López.

Pese a ello, la dependencia europea se ha reducido en los últimos años, según un informe de Capital Economics: las exportaciones con Rusia representan el 0,7% del PIB europeo y la exposición de los bancos es inferior al 0,2% del balance agregado de la mayoría de los países. "Sin embargo, el aumento adicional de los precios de la energía afectará los ingresos reales de los hogares y frenará el crecimiento del consumo real", avisa la consultora.

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