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Banco Central de Costa Rica prevé menor una mejora en el crecimiento para 2021

Se prevé que la contracción económica para el 2020 se modere a 4,5%, desde el 5,0% previsto en la Revisión del Programa Macroeconómico 2020-2021 de julio pasado.

2020-11-02

Por estrategiaynegocios.net

Los resultados recientes de la producción local y las nuevas estimaciones de la actividad económica mundial han permitido al Banco Central de Costa Rica (BCCR) revisar sus proyecciones de crecimiento económico para el país. Para el 2021, se proyecta un incremento anual de la producción de 2,6%, cifra superior en 0,3 puntos porcentuales (p.p.) a lo anunciado también en julio anterior.

Se estima que en el segundo semestre de este año la actividad económica nacional dejaría atrás el mínimo alcanzado en el segundo trimestre del presente año (si bien todavía mantendría tasas de crecimiento interanual negativas) y tendría un desempeño mejor al anunciado en julio.

No obstante, el desempeño económico ligeramente mejor al previsto no debe nublar la profunda dimensión económica y social de la crisis que atravesamos: la contracción económica en el 2020 será la segunda mayor desde 1950, año en que inician las estadísticas oficiales de cuentas nacionales.

Las nuevas estimaciones están incluidas en el Informe de Política Monetaria para octubre de 2020, publicado este sábado 31 (el primer Informe de Política Monetaria fue publicado en abril pasado).

Coyuntura actual

Luego de las estrictas medidas sanitarias aplicadas por la mayoría de los países en los primeros meses del presente año en un esfuerzo por contener la propagación del COVID-19, a partir de mayo inició un proceso de apertura gradual de las economías. Este proceso, aunque interrumpido por confinamientos intermitentes en muchos países debido a nuevos brotes del virus, ha empezado ya a dar frutos: diversos indicadores de corto plazo evidencian una mejora en la actividad económica, especialmente en las economías avanzadas. Así, pareciera que la economía mundial deja atrás lo peor.

En línea con eso, el Fondo Monetario Internacional (FMI), en su informe Perspectivas de la Economía Mundial (WEO, por sus siglas en inglés) de octubre, revisó su proyección de contracción económica global para este año desde un 5,2% en junio pasado a un 4,4%, con una recuperación de 5,2% en el 2021 (5,4% en junio). Sin embargo, los rebrotes o nuevas olas de contagio podrían exponer a la economía mundial a un nuevo revés.

El entorno internacional presenta a octubre un aspecto más favorable para Costa Rica en comparación con lo observado en meses previos, como consecuencia de la recuperación más rápida de lo previsto de la actividad económica mundial y de las bajas tasas de interés internacionales, en un contexto en que los términos de intercambio se han mantenido también favorables para el país por la baja en el precio de las materias primas (en especial, el petróleo).

Sin embargo, aunque las tasas de interés internacionales han disminuido, los rendimientos sobre la deuda externa de muchos mercados emergentes considerados como más vulnerables, incluido nuestro país, han registrado fuertes aumentos como resultado de la incertidumbre y la pérdida de apetito por riesgo en los mercados financieros internacionales.

En el ámbito interno, las medidas de restricción y distanciamiento físico adoptadas tanto por el país como por las demás naciones para tratar de contener la pandemia propiciaron un deterioro de la actividad económica a partir de marzo pasado. Lo anterior llevó a una fuerte desaceleración de la producción en el primer trimestre del presente año (0,6%), para luego caer en una severa contracción en el segundo (-8,6%).

Como consecuencia de la reapertura gradual de la economía costarricense a partir de mayo, se estima que en este segundo semestre del año la caída en la actividad económica será más moderada. En línea con lo anterior, se estima que la contracción del tercer trimestre se ubique en 6,5%, resultado coherente con los datos a agosto del índice mensual de actividad económica (IMAE). En ese mes, si bien la serie tendencia ciclo decreció 7,7% en términos interanuales, la tasa de variación trimestral anualizada de la serie ajustada por estacionalidad fue -1,8% (-17,2% el mes previo). Esta última tasa alcanzó su punto más bajo en mayo (-28,8%) y desde entonces ha repuntado, lo que indica que el ritmo al que la economía nacional decrece es cada vez menor.

Otro indicador que apunta a una leve mejora en la actividad económica es el comportamiento del alquiler de viviendas en todas las provincias del Gran área Metropolitana. En efecto, en abril y mayo el precio de los alquileres tendió a caer con respecto a enero del presente año. Sin embargo, en setiembre los precios se recuperaron, aunque todavía se mantuvieron por debajo de los valores de enero.

De igual modo, las tasas de ocupación y las tarifas de los hoteles, que habían registrado una caída significativa entre enero y abril del presente año (superior al 80% en el caso de la tasa de ocupación), muestran en setiembre una mejora.

Por otra parte, la pandemia ha provocado un deterioro considerable en las finanzas del Gobierno Central. Antes de la pandemia se proyectaba que el desequilibrio fiscal iba a reducirse a partir del 2020 como consecuencia de la entrada en vigencia en forma plena de las disposiciones de la reforma fiscal de diciembre del 2018. Sin embargo, la contracción económica como resultado del coronavirus ha golpeado fuertemente la recaudación fiscal, y a eso se añade el impacto de la moratoria aplicada para el pago de los tributos como medida para mitigar el impacto económico de la pandemia sobre hogares y empresas. Así, las cifras acumuladas a setiembre muestran una reducción en los ingresos tributarios de 11,5%. En el caso de los egresos, pese a los mayores gastos por la atención de la pandemia, en los nueve meses a setiembre hubo un menor crecimiento en comparación con igual periodo del año pasado (3,4% contra 10,8%). En conjunto, el déficit financiero alcanzó un 6,7% del Producto Interno Bruto (PIB) y el déficit primario fue de 2,7% en los primeros nueve meses del año (4,7% y 1,4%, respectivamente, en igual lapso del 2019). A su vez, el saldo de la deuda del Gobierno Central alcanzó en setiembre un 67,3% del PIB (56,3% en igual mes del 2019).

A pesar del mayor financiamiento requerido para atender sus obligaciones financieras, el Gobierno Central no presionó al alza las tasas de interés locales pues combinó el acceso a créditos externos con el uso de parte de sus depósitos en el BCCR.

La crisis sanitaria también ha tenido un impacto negativo sin precedentes sobre el mercado laboral. Si bien las empresas hicieron uso extensivo de los mecanismos de flexibilización de contratos laborales avalados por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, este mecanismo fue insuficiente para contener el incremento en la tasa de desempleo. Otros mecanismos de flexibilización laboral, como el trabajo desde la casa, han permitido mantener cierta normalidad en el giro operativo de algunas empresas y proteger a los trabajadores de posibles contagios. Sin embargo, su implementación ha variado entre las industrias y ha tendido a concentrarse en los puestos de los trabajadores más calificados. En general, los más afectados por las medidas de contención han sido los trabajadores de actividades económicas en las cuales no es posible aplicar el teletrabajo, así como los de baja calificación, mujeres y trabajadores de edad avanzada.

En lo que respecta a la inflación, factores asociados a la pandemia, entre ellos, una baja inflación mundial, la contracción de la demanda agregada y el drástico deterioro del mercado laboral, incidieron en la profundización de las presiones desinflacionarias a partir de abril pasado. Aunado a lo anterior, el efecto base de la introducción del impuesto al valor agregado en julio de 2019 llevó a que la inflación general de julio y agosto registrara una variación negativa.

Como consecuencia de lo anterior, en el tercer trimestre del 2020, al igual que en los dos previos, la inflación general se mantuvo por debajo del rango de tolerancia para la meta de inflación (2% a 4%) establecido por la Junta Directiva del Banco Central. El promedio de los indicadores de la inflación subyacente mostró un comportamiento similar.

El tipo de cambio ha tenido un comportamiento al alza en los últimos meses como resultado, principalmente, de factores estacionales y al menor ingreso de divisas por exportaciones debido a la crisis por la pandemia. En semanas recientes, la intensificación de presiones sobre el tipo de cambio sugiere que, a esos factores, se puede haber unido un cierto movimiento a la dolarización del ahorro como consecuencia de las preocupaciones y la incertidumbre por la situación fiscal.

En ese contexto, la oportuna actuación del Banco Central y del Consejo Nacional de Supervisión de Sistema Financiero (Conassif) ha contribuido a que el sistema financiero haya tenido un funcionamiento sin tensiones durante la actual crisis económica.

Particularmente, para mitigar los efectos de esta crisis, mantener la estabilidad del sistema financiero y apoyar el normal funcionamiento del sistema de pagos, el Banco Central ha aumentado su disposición a participar como proveedor de liquidez en los distintos mercados de negociación, más allá de su participación regular, en caso de que la situación lo amerite. Además, mantuvo la postura expansiva y contracíclica de la política monetaria que ha venido siguiendo desde el año pasado, sin afectar su compromiso con una inflación baja y estable.

El BCCR y el Conassif también han aplicado medidas para facilitar el acceso al crédito al sector privado. Sin embargo, como consecuencia esencialmente de la incertidumbre de oferentes y demandantes sobre la profundidad y duración de la pandemia y la contracción de la actividad económica, hasta octubre el crédito ha continuado estancado


Proyecciones macroeconómicas

El Informe de Política Monetaria incorpora un escenario macroeconómico externo más favorable en relación con la revisión del Programa Macroeconómico 2020-2021 de julio pasado.

A lo interno, la menor contracción proyectada para el 2020 con respecto a lo previsto en la Revisión del Programa Macroeconómico 2020-2021 de julio, se sustenta en la menor caída estimada en manufactura, servicios empresariales e intermediación financiera. Por su parte, el mayor crecimiento en el 2021 respecto a esa revisión lo explica el comportamiento más favorable en las industrias de manufactura y construcción.

Se estima que el déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos se ubicaría en 2,9% y 3,3% del PIB en el 2020 y 2021, respectivamente (3,2% y 3,3% del PIB en la estimación de julio pasado). El menor déficit para el 2020 con respecto a lo estimado en julio se debe a un aumento en las exportaciones, tanto observadas como previstas para lo que resta del año, especialmente en las de los regímenes especiales (zonas francas).

Por otra parte, en la cuenta financiera para el bienio 2020-2021 se prevé una caída en el ingreso neto de recursos con respecto al 2019, afectado principalmente por los menores flujos de inversión directa. El saldo de los activos de reserva se ubicaría en 14,5% del PIB para el final del 2020, una razón similar a la observada al cierre del 2019. En el 2021, el repunte en el financiamiento, tanto público como privado, conllevaría a una acumulación de activos de reserva que incrementaría el saldo a 15,6% del PIB.

Finalmente, los modelos de pronóstico de inflación señalan que ésta se mantendrá baja para lo que resta del 2020 y en el 2021, con tasas promedio de 0,7% y 1,5% respectivamente.

Análisis de riesgos



Las proyecciones anteriores incorporan la mejor información disponible a octubre del presente año. No obstante, existen riesgos provenientes del contexto internacional e interno que, de materializarse, podrían generar desvíos en relación con los resultados proyectados en este ejercicio. En particular, las proyecciones macroeconómicas por parte de los organismos financieros internacionales y las autoridades nacionales están, en esta coyuntura, revestidas de márgenes de error inusualmente altos, asociados con la incertidumbre sobre la duración de la pandemia y de las medidas restrictivas para contenerla.



Así, el principal riesgo del contexto externo se identifica con la trayectoria del crecimiento económico global, que podría ser mayor o menor al previsto, según evolucionen la pandemia y las medidas sanitarias. Por su parte, los principales riesgos internos se relacionan con un deterioro de las finanzas públicas superior a lo previsto y la ausencia o insuficiencia de un acuerdo hacia el ajuste fiscal necesario; una reducción del ritmo de apertura de la economía y confinamientos parciales de la población por aumento en la tasa de contagio por COVID-19; y un aumento de las tensiones sociales.

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