Estos días América Latina está encendida en protestas. Brasil pidiendo la cabeza de Dilma Rousseff por la indignación del nombramiento del expresidente Lula da Silva, acusado de corrupción; Colombia con un paro nacional ayer jueves por las políticas del presidente Juan Manuel Santos; Ecuador ayer también tuvo su ración de protestas opositoras en contra del presidente bolivariano Rafael Correa (y su reforma laboral); Venezuela arde desde hace tiempo con manifestaciones a favor y en contra del gobierno de Nicolás Maduro; Evo Morales lo sufrió en sus propias carnes con protestas de los indígenas, que le llevaron a perder el referéndum de reelección…
Y la culpa de todas, según parece, la tiene EE.UU., al menos esa es la impresión que tienen las cabezas más visibles del ALBA, los presidentes Rafael Correa (Ecuador), Nicolás Maduro (Venezuela) y Evo Morales, informa la cadena bolivariana Telesur.
Y es que, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, y otros mandatarios suramericanos señalan que Estados Unidos (EE.UU.) está detrás de protestas opositoras que se reparten por todo el continente.
La oposición ecuatoriana realizó ayer jueves una protesta contra las políticas de Rafael Correa en el ámbito económico y laboral.
El mandatario calificó las manifestaciones como otra acción golpista y que se realizan bajo la excusa de rechazar la reforma laboral, aprobada este jueves por el Parlamento y que según Correa beneficiará a más de 170.000 jóvenes a través de la política del primer empleo.
Por su parte, el dignatario venezolano Nicolás Maduro denunció que la extensión de un decreto que declara a Venezuela como una amenaza para EE.UU. y las recientes declaraciones del mandatario estadounidense, Barack Obama, pidiendo un cambio de Gobierno en el país, evidencian -a su juicio- la vinculación norteamericana con los planes desestabilizadores.
Mientras, el jefe de Estado boliviano Evo Morales también precisó que la derecha de su país, siguiendo instrucciones de EE.UU., pretende aumentar los ataques contra empresas rusas y chinas.
De este modo, mandatarios del ALBA y diversos analistas alertan que el Gobierno norteamericano estaría aplicando las tácticas del golpe suave ya utilizadas en Europa del Este con las conocidas revueltas de colores.
Los jefes de Estado denunciaron que EE.UU., en complicidad con los grupos opositores de sus países, buscan una restauración conservadora en el continente para adueñarse de sus recursos naturales.
