Claves del día

China pierde altura, ¿despegan los países desarrollados?

El cambio de andarivel en el ritmo de crecimiento de China es significativo y se suma al fenómeno del dólar fuerte en el mundo y la sobre- oferta de commodities para abatir los precios de muchos productos primarios que exporta América Latina. Ante este escanrio, ¿las economías desarrolladas pueden funcionar como 'compensadoras'?

2015-09-16

Por: Jorge Vasconcelos *

Aunque China tiene instrumentos para evitar un "aterrizaje brusco" de su economía, el tipo de problemas que enfrenta hace muy difícil esperar una reversión rápida de la tendencia declinante de los últimos trimestres. El gigante asiático tiene síntomas semejantes a los de algunas economías desarrolladas antes de la eclosión de la crisis de 2008: hay numerosos sectores (inmobiliario, infraestructura, industria de base)
sobre-invertidos y, para peor, en base a excesivo endeudamiento.

Estados Unidos y países como Irlanda y España padecieron estos desequilibrios en la pasada década y
se comprobó que sólo pueden ser "digeridos" en el transcurso de varios ejercicios.

A su vez, sectores que han pasado a ser muy dinámicos en el gigante asiático (basados en tecnología y en conocimiento) todavía ponderan poco en el conjunto, por lo que no alcanzan a compensar el freno en las actividades más tradicionales. Por ende, la desaceleración del nivel de actividad luce inevitable y bastante prolongada. Incluso, hay analistas que cuestionan las estadísticas oficiales, estimando que el crecimiento
real puede llegar a ser quizá la mitad del informado.

Pese a que se anuncia una variación del PIB de entre el 6,5 % y el 7,0 % para este año, las importaciones de China en el primer semestre de 2015 aumentan 5,8 % interanual medidas en volumen, compatible con un crecimiento más modesto que el anotado a nivel oficial. Obsérvese que las importaciones de Estados Unidos crecen en la primera mitad de este año un 4,6 % interanual (diferencia de sólo 1,2 puntos
porcentuales con la variación de China) y las de la Eurozona lo hacen al 4,1 % interanual (diferencia de 1,7 puntos), cuando en teoría estos países desarrollados crecen a un ritmo significativamente inferior.

En la medida en que se confirme este nuevo escenario de importaciones chinas aumentando entre el 5% y el 6 % por año (hasta el fin de la década, según el FMI), el contraste con el período anterior será notable, ya que éstas se expandían a 19,6 % anual entre 2000 y 2007.

Foto: Estrategia y Negocios

'Estados Unidos más la Unión Europea triplican el nivel de participación de China en el comercio mundial', señala Vasconcelos.

De allí la importancia del rol compensador que puedan ejercer los países desarrollados. Es factible que Estados Unidos y la Eurozona puedan crecer a partir de 2016 a un ritmo ostensiblemente superior al de los últimos dos años: los excesos de endeudamiento han comenzado a ser digeridos, la inversión puede empezar a recuperarse de la mano de menor capacidad ociosa y de tasas de interés de largo plazo que seguirán inusualmente bajas, mientras que el consumo será empujado por el aumento del empleo y por la extraordinaria liberación de recursos que significa para las familias la caída del precio de la energía.

Los datos del segundo trimestre de Estados Unidos, con un PIB expandiéndose a 3,7 % anualizado, parecen estar adelantando este escenario, que se hace factible en la medida que la exposición a China de las
exportaciones de los desarrollados es muy acotada.

Nadie espera que el "primer mundo" crezca a "tasas chinas", pero si sus importaciones lo hicieran a un ritmo de entre 4 %y 5 % anual ( tal la proyección del FMI), la diferencia sería muy marcada con la tasa de 1,5 % a 2,5 % registrada en el promedio de 2012 a 2014. Ese salto se potenciaría por el hecho que Estados Unidos más la Unión Europea triplican el nivel de participación de China en el comercio mundial.

Por los datos apuntados hasta aquí, las turbulencias del último período no tienen que ver con una nueva crisis como la de 2008/09, sino con el choque de las placas tectónicas que implica el nuevo desplazamiento del centro de gravedad en los vectores de crecimiento a nivel mundial.

Impacto en la Argentina

Parece exagerado atribuir todos los problemas del sector externo de la Argentina al contexto internacional. Más bien, se trata de la falta de reacción de este país a los cambios que están ocurriendo en esa dimensión.

Por si faltaran argumentos sobre la inconveniencia de seguir con las restricciones al cambio y al comercio exterior durante la próxima gestión presidencial (Argentina vota para renovar autoridades presidenciales en octubre próximo), aparece aquí una nueva faceta negativa de los "cepos": de un modo u otro, el actual esquema hace que las señales externas se transmitan de un modo muy distorsionado a los agentes económicos locales, quitando la flexibilidad que se necesita ante un escenario de estas características.

Es el cepo el que explica porque la balanza comercial bien medida (base usuaria del INDEC) fue deficitaria en 800 millones de dólares en el período enero-julio, proyectando un rojo para todo el año de 2,5 mil millones de dólares. Los controles permiten manejar el nivel de las importaciones, en una táctica puramente defensiva, pero impiden que las exportaciones puedan volver a dinamizarse, tanto por el desabastecimiento de insumos y partes como por la falta de incentivos para producir mirando al mercado externo.

Puede pensarse que el "cepo" es útil como trinchera para refugiarse de las esquirlas originadas en Pekin. Y es cierto que hay que esperar una mayor agresividad exportadora en productos industriales "made in China" asociada a posibles devaluaciones adicionales del yuan y a la elevada capacidad ociosa. También por los
riesgos de una nueva ronda de "guerra de monedas", con devaluaciones en otros países asiáticos.

Si fueran fuegos artificiales, una actitud puramente defensiva no sería cuestionable.

Pero se trata de la reconfiguración del escenario global, que probablemente predomine por un buen número de años. Al insistirse en los controles, se hace más nítido como la Argentina ha quedado en offside en relación al resto de países de la región, por carecer de un régimen cambiario moderno y por no haber avanzado en negociaciones comerciales con la Unión Europea, con los Estados Unidos, con los vecinos de la costa del Pacífico.

Los candidatos presidenciales que siguen en carrera insisten en que serán capaces de atraer capitales en forma masiva. Pero no deben olvidar que la tarjeta de presentación de la Argentina muestra pocas inversiones aún en el momento en el que más nos favoreció la complementariedad con Brasil y China. Por ende, en este nuevo escenario hay una amplia agenda por cumplir para lograr que esas promesas sean realidad.

*Economista argentino. IERAL Buenos Aires, Fundación Mediterránea. jvasconcelos@ieral.org

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