El interior de Venezuela muestra la cara más crítica de la escasez

&quot;Las colas de la esperanza' En la entrada de otro supermercado valenciano nace una fila que mide unos 50 metros. 'A estas las hemos bautizado como 'las colas de la esperanza' porque adentro, en los anaqueles, no hay nada', afirma Oscar Oroste a la AFP. Oroste, cocinero de 53 a&ntilde;os, comenta que en el pasado reciente se hac&iacute;an filas conociendo el producto que pod&iacute;a comprarse. 'Ahora la gente est&aacute; en cola pero no sabe qu&eacute; vender&aacute;n'.Los venezolanos recorren supermercados y tiendas para abastecerse de productos b&aacute;sicos, cuyo precio est&aacute; regulado por el gobierno. Sin embargo, algunos lo hacen para revenderlos en el mercado informal a un precio muy superior: un negocio ilegal conocido popularmente como 'bachaqueo' y que seg&uacute;n los economistas es otra de las causas de la escasez.Egn&eacute; Casano, ama de casa de 28 a&ntilde;os que est&aacute; de &uacute;ltima en la cola, dice a la AFP que en Caracas la situaci&oacute;n es 'un poquito mejor': 'Hace poco fui y vi que hay m&aacute;s oferta'. Pero nadie sabe con exactitud la magnitud del drama. El Banco Central de Venezuela no presenta cifras de escasez desde marzo de 2014, cuando era de 29,4%.Algunas firmas privadas advierten que el problema, exacerbado por la abrupta ca&iacute;da de los ingresos a ra&iacute;z del desplome del precio del petr&oacute;leo, ha aumentado considerablemente desde entonces. &quot;Un d&iacute;a de suerte' El humor, la resignaci&oacute;n y la rabia conviven en la cola de otro supermercado de Valencia, donde m&aacute;s de 600 personas aguardan bajo un sol inclemente para comprar un kilo de leche en polvo.Una mujer jubilada, Graciela Dur&aacute;n, consigui&oacute; leche tras cuatro horas de espera: 'Hoy tuve un d&iacute;a de suerte. A veces vengo y no llega nada'.'Hacer colas inmensas es el pan nuestro de cada d&iacute;a', declara Dur&aacute;n a la AFP, protegi&eacute;ndose del sol con una sombrilla y sujetando su peque&ntilde;a compra con la otra mano.Una decena de guardias nacionales se distribuye por la entrada y el estacionamiento en el que se mueve el gusanillo de gente, que se divide en grupos de 50 una vez que se anotan en listas sobre un cart&oacute;n improvisado.Un cami&oacute;n pasa, su conductor mira a la multitud y entona con sarcasmo entre carcajadas: '¡Patria, patria, patria querida!', la canci&oacute;n que cantaba el fallecido presidente socialista Hugo Ch&aacute;vez y que suena con insistencia en canales gubernamentales y actos oficiales.

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