'Voy a disfrutar' el paseo, dice entusiasmado a la AFP el brit&aacute;nico Daniel Chad Everitt, un estudiante de contabilidad que tambi&eacute;n ha hecho 'tubing' y 'bungee' en Colombia.Esto es 'una experiencia &uacute;nica', comenta el gu&iacute;a Carlos C&aacute;ceres, quien recuerda que una vez encontraron un oso hormiguero buscando insectos entre las rocas del Cerro, donde tambi&eacute;n viven iguanas, murci&eacute;lagos y serpientes.Tras una caminata de m&aacute;s de una hora, interrumpida por recesos en los que los turistas aprovechan para descansar y hacer 'selfies', el grupo llega a la cima desde la cual se aprecia parte de la cordillera volc&aacute;nica y la colonial ciudad de Le&oacute;n, que promueve este deporte extremo.'Muy bonito el paisaje', afirma el costarricense Juan Saballos, que viene junto a su novia Adriana, con quien antes escal&oacute; el Machu Picchu en Per&uacute;.En la cima, el paisaje hace pensar en un desierto de arena negra, formado por part&iacute;culas de minerales expulsadas por el volc&aacute;n y que brillan a la luz del sol, mientras salen fumarolas de gases sulforosos.En ingl&eacute;s, los gu&iacute;as explican a los turistas c&oacute;mo sentarse sobre las tablas para deslizarse sobre la pendiente, que desde arriba parece un precipicio.'Me gusta probar cosas nuevas, esto se ve pura vida', dice la joven costarricense Mariela Gonz&aacute;lez, mientras se pone un overol especial para protegerse de los rasgu&ntilde;os que podr&iacute;a sufrir en el descenso.Sin hacer muchas preguntas, los deportistas se alistan, se encaminan a la pendiente y se van lanzado uno tras otro sin titubear.'Me encanta, me gusta el peligro y probar cosas nuevas', dice euf&oacute;rico el estadounidense Marc, de 24 a&ntilde;os, al concluir la aventura.<strong>Un buen negocio</strong>El 'volcano boarding' se practica en el Cerro Negro desde 2005 y el inter&eacute;s por el deporte ha ido creciendo, pese a que de vez en cuando un turista se fractura un hueso, seg&uacute;n reconocen los gu&iacute;as.Para Le&oacute;n este deporte extremo es un buen negocio, que ha vitalizado el turismo y mejorado las finanzas de esta hist&oacute;rica ciudad, fundada en 1524 por los conquistadores espa&ntilde;oles y en 1610 reubicada por la explosi&oacute;n del volc&aacute;n Momotombo.El costo para ingresar al volc&aacute;n es US$5 y los empresarios relacionados con la actividad estiman que cada turista gasta unos US$50 diarios, precios muy accesibles para emociones tan grandes.</div>