<br />El rey de la felicidad es Jigme Singye Wangchuck, monarca de Bhut&aacute;n (en la foto, con una ni&ntilde;a). Se trata de una peque&ntilde;a naci&oacute;n del tama&ntilde;o de Suiza en la falda del Himalaya que utiliza el indicador de Felicidad Interior Bruta para medir <strong>el bienestar psicol&oacute;gico de los ciudadanos sobre la base del acceso a la asistencia sanitaria</strong>, la conservaci&oacute;n de los recursos o el tiempo empleado con la familia. Este peculiar indicador sustituy&oacute; en 1972 al Producto Interior Bruto (PIB) para medir la calidad de vida en t&eacute;rminos m&aacute;s hol&iacute;sticos y felices.<br /><br />Para Montse Ventosa, presidenta de Truthmark, 'ninguna organizaci&oacute;n que intentara hacer feliz a sus empleados lo conseguir&iacute;a. Ser&iacute;a una misi&oacute;n imposible que requiere demasiada energ&iacute;a para un impacto limitado. Es mucho m&aacute;s sencillo y productivo intentar crear unas condiciones donde cada persona pueda encontrar su propio espacio para estar satisfecho'.<br />Margarita &aacute;lvarez, directora de m&aacute;rketing y comunicaci&oacute;n de Adecco, cree que resulta inconcebible ser feliz en la vida si no se es en el trabajo. Coincide con Montse Ventosa, quien asegura que 'la felicidad en el trabajo es el ant&iacute;doto contra el estr&eacute;s laboral por excelencia'.