Empresas & Management

¿Eres víctima de síndrome postvacacional o estás atado a un trabajo que ya no te gusta?

Detrás de la clásica cuesta arriba de volver a la rutina pueden ocultarse problemas más graves

2019-09-02

Por El Economista (España)

Niños de corta edad llorando inconsolables al separarse de sus padres, mientras estos se alejan apresuradamente con una media sonrisa teñida de congoja y culpabilidad en el rostro. Es una de las escenas clásicas en cada regreso a clases. Y también una poderosa imagen que marca el inicio del curso para el conjunto de la población. Porque el drama con que los más pequeños viven ese primer día de colegio muy bien podría trasladarse a los adultos que se incorporan a sus puestos de trabajo tras el periodo vacacional.

Aunque quizá estos no lleguen hechos un mar de lágrimas a la oficina, en muchos casos no será por falta de ganas.

Xavier Savin, experto en psicología del Trabajo y las Organizaciones, aclara que el llamado 'síndrome postvacacional' no está reconocido oficialmente como enfermedad mental, por lo que prefiere referirse a este fenómeno como 'trastorno adaptativo'.

Bajo este epígrafe, explica, se enmarcan 'aquellas situaciones que a raíz de un cambio importante suponen un incremento de la ansiedad y dificultades para rendir en el trabajo, mantener las relaciones sociales y/o cumplir con las tareas que nos garantizan nuestro mantenimiento como higiene, alimentación o descanso'. Pero con independencia de la etiqueta que se le quiera dar, 'son muchas las personas a las que el fin de las vacaciones les supone una serie de molestias que en algunos casos pueden llegar a ser clínicamente significativas', admite.

De hecho, cada vez son más. Según un reciente estudio de la consultora Lee Hecht Harrison, el 41% de los trabajadores en España sufre síndrome postvacacional al reincorporarse a su puesto tras el verano, lo que supone un incremento de 4 puntos porcentuales respecto a al año anterior.

A pesar de lo aparatoso de los datos, los expertos no ven en ellos motivos de alarma excesiva. 'La ansiedad o desmotivación que experimentan algunos trabajadores a la hora de reincorporarse al trabajo después de un período vacacional puede considerarse normal mientras no se prolongue más de dos semanas', asegura Natalia March, directora de operaciones de Lee Hecht Harrison. Después de todo, tercia Mónica García, directora de El Factor Humano.

'Volver a la rutina significa obligaciones, repetición, volver a encuadrar la vida en horarios y hacer malabares para que todo encaje', dice.

Síntomas y causas

Tristeza, apatía, cansancio, falta de energía, dificultad para concentrarse, trastornos del sueño, nerviosismo, estrés, dolor de cabeza... son los síntomas reconocibles de una dolencia que en casos extremos puede llegar a derivar en ataques de ansiedad o incluso depresión. Los estudios indican que los periodos de descanso prolongados favorecen la aparición de este problema. 'Las personas que dedican tres semanas o más a sus vacaciones son más propensas a contraer el síndrome, ya que ese es el tiempo que se tarda en desarrollar un hábito', argumenta Natalia March.

Una vez acostumbrados a la 'buena vida', recuperar las viejas costumbres y horarios se hace muy cuesta arriba. Para contrarrestar este efecto, Xavier Savin aconseja tomar medidas como 'repartir las vacaciones en varios periodos, no regresar de ellas el día antes de incorporarse al trabajo o no cortar de raíz con las actividades de ocio'.

Mónica García aboga por tomarse la vuelta con cierta calma, dar un tiempo a la transición. 'Nuestro organismo necesita un tiempo para adaptarse a los cambios de hábitos, de horarios, de nivel de actividad... Hay que ser benevolente con uno mismo, y no volverse loco si no se está al 100% ya desde el primer día o desde la primera semana. Cada uno se adapta a su propia velocidad'.

Problemas soterrados

El problema viene cuando ese periodo de transición se prolonga más de la cuenta. Tanto, que se diría que no tiene fin. En esos casos, lo que parecía un simple resfriado laboral (la resistencia natural a volver a la rutina después de un agradable periodo de descanso) puede ocultar situaciones más graves.

Natalia March encuentra una relación directa entre síndrome postvacacional y un entorno de trabajo negativo o poco motivador. 'La ansiedad o el estrés aparecen cuando una persona se enfrenta a una situación que no desea o que le resulta difícil de afrontar. Después de unas vacaciones, la perspectiva de volver a compartir ocho horas al día con un jefe que no le inspira, de enfrentarse a tareas repetitivas o a ambientes en los que no existe buena conexión con los compañeros hace que reincorporarse cueste más trabajo', dice.

Muchas personas ven en las vacaciones un pequeño oasis que pone en suspenso los problemas del año. Lo malo, recuerdan los psicólogos María Ibáñez y Jesús Jiménez, responsables de Centro de Psicología e Introspección y autores de Aprende a resolver lo que te hace sufrir (Esfera de los Libros, 2019), es que, lejos de desaparecer, los conflictos les estarán esperándoles a su regreso. Por eso, en lugar de limitarse a mirar hacia otro lado, estos expertos recomiendan aprovechar el periodo vacacional para empezar a trabajar en su resolución.

'Se puede dedicar un tiempo a reflexionar sobre cuáles son esos focos de malestar que han surgido durante el resto del año: la relación con un empleado o con un directivo de otro departamento, unos horarios difíciles de conciliar con la vida privada, insatisfacción en las funciones asignadas, remuneraciones que se consideran insuficientes... Una vez identificado el conflicto, hay que trabajar en sus posibles soluciones', expone María Ibáñez.

Unas soluciones que en unos casos tendrán un componente externo (solicitar un aumento de sueldo, un ascenso, la asignación a un proyecto...), y en otros serán una cuestión interna de la persona (poner remedio a problemas de inseguridad, agresividad, ira, miedo, una actitud excesivamente crítica hacia los demás...). En cualquier caso, recalca Jesús Jiménez, se tratará mucho más de una cuestión de actitud que de poner en marcha acciones concretas. 'No se puede resolver un problema sin comprender las causas del mismo.

Por eso es importante no conformarse con buscar un resultado, que a la larga no funcionará, sino reflexionar, indagar en lo que nos ocurre internamente ante un determinado problema, sea este el que sea'.

Volver como oportunidad

Regresar de las vacaciones a un trabajo sin alicientes, sin recompensas y con malas relaciones personales no es una perspectiva demasiado alentadora para nadie. Sin embargo, igual que a esos críos que se resistían a separarse de sus padres el berrinche les dura lo que tardan en hacer el primer amigo en el recreo, los profesionales pueden aprovechar el arranque de temporada para empezar a poner en orden su vida y su trabajo.

'Volver a la vida cotidiana puede ser motivante si se plantea como otra oportunidad para descubrir actitudes perjudiciales, en uno mismo y en los demás, y aprender a resolverlas', subraya Jiménez.

Además, el profesional agobiado por el retorno siempre tendrá la posibilidad de poner en marcha la maquinaria de búsqueda de un nuevo empleo. Pero mientras esta arroja resultados, o si decide quedarse en el actual, también puede poner de su parte para tratar de que las cosas mejoren.

La búsqueda de nuevas metas y objetivos, un nuevo proyecto interno ilusionante o tratar de adoptar una actitud positiva ayudarán. Mónica García también aconseja tratar de ver lo cotidiano no como enemigo, sino como aliado. 'La rutina significa orden, organización, saber qué va a pasar mañana. Porque aunque todos sabemos que el futuro es impredecible, la rutina y la planificación crean la ilusión de que tenemos algo más de control, y esta sensación tiene un efecto tranquilizador en nuestra mente'.

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