El sistema de recaudación de Guatemala se encuentra en una crisis extrema y terminal. La Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) fue descabezada, el directorio suspendido y el organismo no cuenta con los recursos necesarios para emprender sus objetivos.
El presidente Otto Pérez Molina, tras separar de su cargo al titular de la SAT, Carlos Muñoz, reiteró que insistirá en que se haga una reingeniería del organismo, pero no precisó si el camino específico es la tercerización de servicios mediante la contratación de una empresa, como se intentó el año pasado.
Según advierte hoy el diario Prensa Libre, la deuda de unos Q800 millones quetzales que mantiene el Ministerio de Finanzas con la SAT es vista por expertos como una acción para debilitar la labor de recaudar impuestos y justificar la contratación de firmas extranjeras para que asesoren a la entidad. Entre las firmas extranjeras que pujan por ese negocio (que ascendería a unos US$35 millones) figura la argentina Kolektor.
El nuevo directorio de la SAT debe elegir en los próximos días al superintendente interino, una vez concluya el proceso administrativo de separación Muñoz, quien fue destituido por el propio Pérez Molina.
Algunas fuentes consultadas por este medio advierten que el nuevo titular del organismo recaudador podría ser un "personaje pantalla", manejado desde la Presidencia para hacer efectiva la contratación de una firma privada que se haga cargo del sistema tributario.
Mientras estas operaciones orquestadas desde la Presidencia se suceden, la SAT -por tercer año consecutivo- no logró llegar a sus metas de recaudación. Según admitió las cifras preliminares refieren que en 2014 logró recaudar algo más de Q49.000 millones, cifra menor a la meta proyectada, que era de Q51.500 millones.
