El creciente escándalo en la FIFA ha dado lugar a procesamientos, arrestos y la decisión de su presidente, Sepp Blatter, de presentar su renuncia. No obstante, conforme se conocieron nuevas revelaciones durante la última semana, también surgen interrogantes sobre al menos cinco Copas del Mundo.
Los procesos de elección de los Mundiales de 1998, 2006, 2010, 2018 y 2022 están bajo la lupa. El hilo en común son acusaciones de que miembros del comité ejecutivo de la FIFA recibieron o solicitaron sobornos por sus votos para otorgar los derechos de organización. La FIFA se ha negado a comentar sobre acusaciones específicas.
El escrutinio se ha vuelto especialmente intenso sobre los torneos de 2018 y 2022. Los derechos de organización fueron otorgados a Rusia y Qatar, respectivamente, en una elección en diciembre de 2010. En una entrevista publicada en Suiza el domingo, un alto funcionario de la FIFA dijo que los dos países podrían perder los derechos de organización si se demuestran las acusaciones de coimas.
"Si surgiera evidencia de que los otorgamientos a Qatar y Rusia sólo ocurrieron gracias a votos comprados, entonces los otorgamientos podrían ser invalidados", señaló Domenico Scala, auditor jefe y oficial de cumplimiento de la FIFA, y reiteró una postura que había expresado en 2013. "Esta evidencia aún no se ha presentado".
La Copa del Mundo es la joya de la corona de la FIFA. La capacidad de generar ganancias a través de la venta de derechos de patrocinio y televisación del Mundial es la principal fuente de ingresos de la FIFA. Durante el ciclo 2011-2014, la FIFA ganó US$5.720 millones en ingresos, según sus resultados financieros publicados más recientemente. Atribuyó US$4.000 millones de ese total directamente al Mundial de 2014.
Como dijo una persona que lleva muchos años en la FIFA, la organización tiene "un solo truco basado en la Copa del Mundo".
Chuck Blazer, un ex dirigente estadounidense de la FIFA, dijo en su testimonio de culpabilidad negociada divulgado la semana pasada que acordó un soborno que según él era en nombre de Marruecos en 1992 durante la elección para organizar el Mundial de 1998. Dijo además que "desde o alrededor de 2004 y continuando hasta 2011, yo y otros en el comité ejecutivo de la FIFA acordamos aceptar sobornos junto con la elección de Sudáfrica como el país anfitrión de la Copa del Mundo 2010".
Marruecos no pudo obtener la sede en ninguna de las dos ocasiones; el Mundial de 1998 se realizó en Francia, mientras que el de 2010 fue en Sudáfrica. La Real Federación de Fútbol de Marruecos no respondió a un pedido de comentarios. El ministro de Deportes de Sudáfrica ha dicho que una transferencia de US$10 millones que forma parte de las acusaciones de sobornos vinculados al Mundial de 2010 estaba destinada a financiar el desarrollo del fútbol en la diáspora africana, pero que podría haber sido utilizada indebidamente.
No todas las acusaciones son nuevas. Sudáfrica desde hace mucho ha afirmado que hubo irregularidades en la elección del Mundial de 2006, que ganó Alemania. Una vocera del gobierno alemán no quiso realizar declaraciones.
En cuanto a las Copas del Mundo de 2018 y 2022, la FIFA ha insistido en que los torneos se llevarán a cabo en Rusia y Qatar, respectivamente. El proceso de asignación de ambos campeonatos está bajo investigación en Suiza.
Ante la controversia en torno a las candidaturas, la FIFA designó al ex fiscal federal estadounidense Michael J. García para que las investigara. Su informe, presentado a fines del año pasado, ha permanecido en secreto. Sin embargo, un resumen hecho por el juez de ética de la FIFA, Hans-Joachim Eckert, indicó en noviembre que si bien hubo irregularidades éticas, no era suficiente para cuestionar todo el proceso. García rechazó la versión que dio Eckert de sus hallazgos y renunció en protesta en diciembre del año pasado. Su informe fue entregado a la oficina del Fiscal General de Suiza el año pasado y ahora es la base de la investigación suiza revelada la semana pasada.
Rusia y Qatar han negado haber cometido irregularidades. El ministro de Deportes ruso, Vitaly Mutko, ha dicho que la FIFA llevó a cabo una investigación interna que despejó las sospechas sobre las candidaturas de ambos países.
Para el próximo presidente de la FIFA, que será elegido entre diciembre de 2015 y marzo de 2016, asignar el Mundial de 2026 se volverá una prioridad inmediata. La sede será decidida en el Congreso de la FIFA en Kuala Lumpur en 2017, lo que significa que las candidaturas podrían lanzarse a fines de este año.
Sin embargo, el proceso podría ser más difícil de monitorear que nunca. La votación estará abierta a todas las 209 asociaciones miembros -al igual que la elección presidencial de la FIFA- en vez de estar limitada al comité ejecutivo, como sucedía en el pasado. Pese a que la medida en teoría evita que un puñado de dirigentes decida la votación, deja a la FIFA expuesta a la misma mentalidad de votos en bloque e intercambios que llevaron a la elección de Blatter por un quinto mandato consecutivo en mayo.
Hasta la semana pasada, EE.UU. -que fue sede del Mundial una vez, en 1994- había sido considerado uno de los favoritos para organizar el campeonato de 2026. Sin embargo, el creciente enojo de los votantes de la FIFA hacia las autoridades estadounidenses podría arruinar ese plan, según fuentes cercanas. El presidente de la Federación de Fútbol de EE.UU., Sunil Gulati, no quiso ser entrevistado.
Blatter no estará al frente de la FIFA cuando se otorgue el próximo Mundial. Sin embargo, no se prevé que eso reduzca el escepticismo en torno al proceso.
"Ya no tiene nada que ver con quién sea el presidente", dijo un actual dirigente de la FIFA. "Esto no desaparecerá".
