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Especial EyN: 200 años de lucha por los derechos de las mujeres

La independencia de la corona española dio lugar a que las mujeres de Centroamérica iniciaran una batalla tenaz por sus derechos civiles, económicos y políticos. Son pioneras de la ciudadanía y del sufragio.

2021-11-29

Por Roberto Fonseca
Colaboró: Ingrid Roldán, Claudia Contreras, Gabriela Origlia y Luis Alberto Sierra

De Dolores Bedoya de Molina, la historia oficial de Guatemala, cuenta que su participación en la independencia de España fue como la esposa de Pedro Molina, uno de los próceres, y quien convocó a las personas a las afueras del palacio para darles la buena nueva. Pero su papel fue mucho mas allá de eso. Sus cartas dan cuenta de una mujer con criterio propio, opinión política y conocimiento de las leyes.

La historiadora, magister Beatriz Palomo, tuvo acceso a la correspondencia de Bedoya. En esta, deja claro su pensamiento con respecto a lo que sucedía en las entonces provincias de Centroamérica, a favor de separarse de la corona española y se opuso a la anexión a México porque era pasar de un amo a otro.

Si bien entonces no se les permitía a la mujeres participar en la esfera pública, Bedoya era parte de las tertulias tanto en la casa de su familia paterna como en la suya propia. El pensamiento del matrimonio era liberal. Sus hermanos fueron encarcelados y ahí comenzó su participación política.

Otra mujer contemporánea, aunque opuesta en pensamiento, fue María Josefa García Granados, conocida como Pepita. Esta ultima nació en España y era de familia adinerada. Dolores era de clase media y nacida en Guatemala. Pepita no estaba de acuerdo en que Guatemala se separara de España.

"María Josefa escribió en el periódico con el seudónimo Juan de las Viñas. Atacaba a los políticos y criticó a Pedro Molina", dice Palomo. Iba a ser apresada por criticar a los políticos, la denunciaron y hubo orden de captura contra ella; la policía llegó a su casa y ella se escapó por el tejado. Estuvo exiliada en Tapachula.

La doctora en sociología Ana Silvia Monzón refiere a mujeres destacadas en el occidente del país. Felipa Tzoc, esposa del líder indígena Atanasio Tzul, de Totonicapán, participó con él en la insurrección de 1820 contra los tributos y la dominación española; fue prisionera por este motivo. También menciona a Francisca Xcapta quien encabezó un acto de rebeldía en Santa Catarina Ixtahuacan, Sololá.

En un volante encontrado entre los escritos de Dolores Bedoya de finales del Siglo XIX se habla del derecho de las mujeres al voto. En diciembre 1891 se formula que al decir la ley "los guatemaltecos" se comprenden los hombres y mujeres y por lo tanto estas tienen derecho. Esto lo postuló un grupo de mujeres e invitaba a sus congéneres a inscribirse en el registro civil y votar por el candidato de su elección. Sin embargo, el derecho al sufragio a las mujeres guatemaltecas se otorgó hasta 1946, tras décadas de lucha cívica.

EL SALVADOR: COMBATIVIDAD

Carlos Cañas Dinarte, historiador salvadoreño radicado en Barcelona, enlista entre las mujeres pioneras de El Salvador, del siglo XIX, a María Madrid, en Metapán, y a María Feliciana de los ángeles Miranda, en Sensuntepeque, mujeres catequistas, mestizas, de clase baja, que apoyaron el proceso de independencia en San Salvador de los criollos.

El 5 de noviembre de 1811 se levantan contra las autoridades de Guatemala, buscan autonomía municipal, regulación de su pertenencia en el reino de Guatemala y participación política. Tras las ideas de la Revolución Francesa, estas mujeres aspiran a la ciudadanía, pero esto no se va a dar de la noche a la mañana. Va a ser un proceso larguísimo.
Las mujeres lucharon por tener una presencia social. Después de 1821 lucharon porque querían ser ciudadanas, pero no las dejaron. Bajo la corona española podían administrar una tierra, tener sus propios recursos, sin necesidad de estar casadas. Si querían ser ilustradas, tener acceso al conocimiento, ingresaban a un convento de monjas.

Pero en 1847, las mujeres en El Salvador dejan las escuelas de primeras letras y comienzan en octubre de ese año a asistir a la primera escuela superior de niñas que se abre en el país. Las preparan para completar tercer ciclo y bachillerato.

El 25 de diciembre de 1922, el gobierno de Jorge Meléndez atacó con lujo de violencia -con armas de fuego y a machetazos- una manifestación de mujeres que apoyaba la candidatura presidencial del Dr. Miguel Tomás Molina, en contra del candidato oficial Dr. Alfonso Quiñónez, cuñado de Meléndez. Más de 70 mujeres fueron asesinadas por el Estado.

HONDURAS: RESISTENCIA

Anarella Vélez Osejo, historiadora, poeta, feminista y promotora de la cultura en Honduras, asegura que empezó a interesarse en la lucha por los derechos de las mujeres y por el feminismo en su hogar, por influencia de su madre.

Refiere que en los movimientos independentistas contra la corona española, muchas mujeres hondureñas estuvieron vinculadas, como esposas, madres, hermanas e hijas.
"Se vinculaban apasionadamente, íntegramente, como lo hacemos nosotras. Servían para llevar cartas, información secreta, alimentos y hasta armas en sus ropas que eran muy amplias. La moral de aquella época no permitía levantarles las faldas", refiere.

Hay cartas en las que los hombres mencionan y destacan el rol de las mujeres. Por ejemplo, el procer hondureño José Cecilio del Valle nombra a su hermana y a su esposa Josefa Valero; Dionisio de Herrera, progresista y primer jefe supremo del Estado de Honduras, a su esposa Micaela. Refiere que ellas no tenían otras maneras de organizarse, no eran funcionarias, solo tenían su red íntima.

"Hay documentos firmados por las hermanas de José Cecilio del Valle, Francisca y Manuela Díaz Valle, lo que muestra que estaban entre las pocas que, entonces, sabían leer y escribir. Se encargaron de cuidar la hacienda, de la organización de la vida y de la solución de problemas cotidianos. Del Valle fue un hombre brillante, con este apoyo", indica. También menciona en otra época a Teresina Rossi, oriunda de Tela, quien pese a su corta edad, logra tener una voz poderosísima y participa en la huelga de los trabajadores bananeros de la Costa Norte de Honduras. Otras mujeres valiosas en las luchas por los derechos ciudadanos y políticos de las hondureñas, son: las hermanas Chavarria, Nohemí Miranda de Ramos, Nimia Josefa Peña de Rivera y Dolores Caballero. Aunque la lucha por el sufragio femenino comenzó en 1894, el derecho de las mujeres a votar se aprobó hasta 1955.

LUCHAS FEMINISTAS

Victoria González-Rivera, de origen nicaragüense y doctora en historia por la universidad de Indiana, actualmente es catedrática en la universidad estatal de San Diego, California, Estados Unidos.

La lucha cívica por los derechos de las mujeres asegura que inicia poco después de la independencia de Centroamérica, en 1830, y en ella coinciden hombres y mujeres. "Comienza con un pequeño número de hombres y mujeres, pero significativo, que propone ampliar los derechos políticos y civiles de las mujeres", refiere.

La primera bandera de lucha persigue que la educación pública básica se convierta en obligatoria para hombres y mujeres en el siglo XIX, partiendo del principio de que el país mejorará dándole a las mujeres una mayor voz dentro de la educación. En esta etapa destaca Josefa Toledo, más conocida por Chepita Toledo.

Sin embargo, en la lucha por la educación se van a registrar diferentes tendencias. Por un lado, mujeres a favor de una educación religiosa, mientras por otro lado, mujeres que lucharán por una educación laica, no religiosa. "Abrir las puertas para las mujeres a la educación secundaria y universitaria, en el siglo XIX, fue una tenaz lucha. Para poder acceder, requería del permiso de un padrino', refiere la historiadora.

Una bandera de lucha controversial en su tiempo fue el derecho de las niñas y adolescentes a recibir educación física. Asimismo, a participar en competencias deportivas. Finalmente -pese a las críticas de autoridades religiosas- consiguieron conformar equipos de baloncesto y softbol. González-Rivera destaca que otra lucha social de las mujeres nicaragüenses fue el matrimonio civil, y posteriormente, el divorcio.

Para los años 1928-1932, refiere que las feministas tenían mucho apoyo por parte de las élites de los partidos conservadores y liberales, y habían condiciones para empujar políticamente el voto femenino, sin embargo, los marines que ocuparon el país desde 1912 hasta 1933, estaban más preocupados por el tema de la prostitución que por reconocer y otorgarle más derechos civiles a las mujeres. El derecho al voto femenino, sin restricción, finalmente se otorgó con las reformas constitucionales del año 1955.

COSTA RICA Y PANAMá ADELANTE

El pasado 12 de octubre del presente año, el Presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, hizo justicia histórica al suscribir la Ley de Benemeritazgo a la Liga Feminista Costarricense, fundada el 12 de octubre de 1923, por un grupo de sufragistas, entre ellas la también benemérita de la patria, primera abogada centroamericana y pensadora, ángela Acuña Braun.

"Costa Rica no sería la democracia robusta que es hoy día, sin las luchas de muchísimas mujeres por el acceso pleno de las ciudadanas a los derechos políticos, económicos y sociales, como lo hizo la Liga Feminista Costarricense", manifestó el Presidente de la República.

De acuerdo a la cronología titulada Las luchas por la ciudadanía femenina en Costa Rica (1890-1953), de la doctora Eugenia Rodríguez S., el Presidente del país, José Joaquín Rodríguez planteó en junio de 1890, por primera vez, la necesidad de aprobar el voto femenino, sin embargo éste y otros intentos fueron rechazados por los sectores más conservadores. El periodo de 1923-1953 se caracterizó, refiere Rodríguez, por una organización más sistemática del moviminento feminista costarricense, el cual se vio estimulado por la efervescencia de éste a nivel internacional, y la fundación de la Liga Feminista, el 12 de octubre de 1923. "Esta estapa culmina con la aprobación de la reforma constitucional que autoriza a las mujeres a ejercer el voto y a ser elegidas (20 de junio de 1949), el ejercicio del sufragio femenino en 1950 a nivel local (La Tigra y La Fortuna), y en las elecciones nacionales (26 de junio de 1953).

Mientras, la lucha de las mujeres en Panamá está determinada en primer lugar por el hecho de que este país no se empieza a construir como Estado independiente hasta que se produce en 1903, la separación de Colombia. Yolanda Marco, historiadora, valora que falta mucho por estudiar sobre esa etapa del país con respecto a las luchas de las mujeres por la ciudadanía y por sus derechos sociales, económicos y hasta políticos.

En el siglo XX, sin embargo, hay mayor conocimiento sobre las mujeres que participaron en los primeros movimientos feministas, en las luchas por la organización y las reivindicaciones de los derechos. Por ejemplo, muy tempranamente asegura que se organizaron las mujeres en dos grandes agrupaciones. En 1923 ya existió el Partido Nacional feminista y la Sociedad Nacional para el Progreso de la Mujer. Casi todas ellas eran maestras o profesionales, que participaron en la lucha a favor del sufragismo, pero también tenían sus propias reinvindicaciones como docentes.

Además, Marco se refiere a una mujer muy importante para la historia de la cultura del pueblo Ngabe: Mama chí (Delia Bejerano). "Es una mujer que al comienzo de los años 60 produjo un gran movimiento de carácter religioso, pero también cultural y político. Fue un movimiento innovador que ha tenido y que tiene todavía mucha influencia en el pueblo Ngabe", asegura la historiadora.

También recuerda a mujeres Gunas menos conocidas, entre ellas a Felicia Alvarado, una maestra que destacó también en la década de los 50. Presentamos a las pioneras y constructoras de la Centroamérica Bicentenaria

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