Claves del día

EE.UU. perdería la guerra de precios del petróleo

Aunque el precio del Brent baje a US$40, muchas empresas estadounidenses de fracking seguirán extrayendo a pérdida porque tienen deudas: unos US$200.000 millones, comparables con las necesidades financieras de las compañías energéticas estatales de Rusia.

2015-01-16

Por: laprensa.com.ni / bloomberg

La debacle financiera que sufrió Rusia cuando el precio del Brent cayó 50% en los últimos cuatro meses ha eclipsado la que podría aguardar a la industria estadounidense del esquisto en 2015. Es hora de prestarle atención porque es improbable que Arabia Saudita y otros grandes productores de petróleo de Oriente Medio cedan y reduzcan la producción, y el precio ahora se está acercando a un nivel en el que la producción estadounidense empezará a reducirse con el cierre de pozos.

Los representantes de los principales miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) dicen desde hace semanas que no producirán menos petróleo por bajo que caigan los precios. El ministro de Petróleo saudita Ali Al-Naimi ha dicho que ni siquiera un barril a US$20 los hará cambiar de opinión. Las primeras reacciones en los Estados Unidos fueron de confianza: los productores estadounidenses de petróleo son suficientemente resistentes; seguirán produciendo incluso a precios de venta muy bajos porque el costo marginal de extraer de los pozos existentes es aún menor; la OPEP perderá porque las redes de seguridad social de sus miembros dependen del precio del petróleo; y, de todos modos, la OPEP está muerta.

Ese optimismo recuerda a la reacción displicente de los rusos al comenzar la caída de precios: en octubre el presidente de Rusia Vladimir Putin dijo que "ninguno de los actores serios" tenía interés en un precio del petróleo inferior a US$80. Esta complacencia ha llevado a Rusia al borde del precipicio: el viernes pasado Fitch rebajó su calificación crediticia un escalón por arriba de basura y esta probablemente siga bajando en tanto el rublo continúe devaluándose al ritmo de la caída del petróleo.

Guerra de precios

En general, es una mala idea hacerse el gallito en una guerra de precios. Por definición, todos se van a ver afectados, y cualquier victoria puede ser solo relativa. El ganador es aquel que puede soportar más sufrimiento. Mi apuesta tentativa hasta ahora es a los sauditas… y, aunque parezca contrario a la lógica, a los rusos.

Por ahora, la única señal de que la producción estadounidense de petróleo crudo puede reducirse es el menor número de plataformas petroleras en actividad en los Estados Unidos. La semana pasada bajó a 1.750, un 61% menos que la semana anterior y cuatro veces menos que hace un año.

Sin embargo, la producción petrolera sigue estando en un nivel récord. En la semana que terminó el 2 de enero, cuando la cantidad de plataformas petroleras también se redujo, llegó a 9,13 millones de barriles diarios, más que nunca en la historia. Las empresas petroleras solo están interrumpiendo la producción en los peores pozos, los que producen pocos barriles por día: a los precios actuales, esos pozos no justifican el costo de alquilar los equipos. Como nadie reduce la producción, el precio sigue cayendo y las tendencias todavía se orientan hacia abajo.

Todo esto finalmente tendrá su impacto. Según un análisis reciente de Wood Mackenzie, "un precio del barril de Brent de US$40 o menos haría que los productores redujeran la producción a un nivel en el cual habría una contracción significativa de la oferta petrolera mundial. Con un Brent a US$40, 1,5 millones de barriles diarios representan un flujo de caja negativo, en tanto el mayor aporte proviene de varios proyectos de arenas bituminosas de Canadá, seguido por los Estados Unidos y luego Colombia".

Extraer a pérdida

Eso no significa que, una vez que el Brent llegue a US$40 -nivel que ahora prevé Goldman después de renunciar a su pronóstico de que la OPEP cedería-, la producción de esquisto automáticamente se reducirá 1.5 millones de barriles diarios. Muchas empresas estadounidenses de fracking seguirán extrayendo a pérdida porque tienen deudas: unos 200,000 millones de dólares deuda total, comparables con las necesidades financieras de las compañías energéticas estatales de Rusia.

El problema de las empresas de fracking de los EE.UU. es que es imposible refinanciar esas deudas si están perdiendo efectivo. En algún momento, si los precios siguen bajos, las compañías más apalancadas se irán a pique y las más exitosas no podrán hacerse cargo de ellas porque no tendrán ni el efectivo ni la confianza de los inversores que las ayudaría a conseguir financiamiento.

Las insolvencias y la falta de expansión finalmente llevarán a recortes de la producción. La Administración de Información de Energía de los Estados Unidos aún pronostica que la producción estadounidense de crudo promediará 9,3 millones de barriles diarios, 700.000 barriles diarios más que en 2014. Pero, si el Brent llega a US$40, ese pronóstico vuela por la ventana. Probablemente sea excesivamente optimista ya hoy.

En cuanto a los sauditas y los Emiratos árabes Unidos, ellos seguirán produciendo. Son países, no empresas, y no pueden simplemente cerrar sus puertas e irse a casa: siguen teniendo presupuestos que financiar y carecen de un reemplazo para el petróleo como fuente de reservas internacionales.

Esta podría ser una larga y sangrienta batalla de resultado incierto. El precio del petróleo este año, en gran medida, dependerá de las noticias y de la reacción del mercado a ellas.

Una ola de quiebras en la industria estadounidense del esquisto probablemente lo haga subir porque se la percibirá como un factor negativo para la oferta. Pero cuánto subirá es impredecible.

¿Qué pasará?

Se pronostica que el crudo aumente en el futuro lo suficiente para permitir fusiones en la industria estadounidense del esquisto, con lo que esta recobrará fuerzas y ocasionará mayores dificultades a los países de la OPEP, Rusia, México y Noruega… o podría quedar en un nivel que haría a Estados Unidos olvidarse del auge del esquisto. Eso tendría graves consecuencias para la recuperación económica estadounidense.

Quizá sea hora de que el Gobierno de los Estados Unidos evalúe si quiere subir la apuesta en esta guerra de precios participando en ella como país soberano. Eso podría significar rescatar o subsidiar temporalmente a los productores de esquisto.

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