RSE

Más allá de la reputación, es una estrategia de supervivencia

La gestión correcta de la RSE es sinónimo de resultados financieros sostenibles y crea valor para el conjunto de stakeholders de la empresa.

2014-12-19

Por: estrategiaynegocios.net

En una empresa, las buenas prácticas ambientales permiten ser más eficiente, consumir menos agua, electricidad, energía, papel; si tales acciones se amplían a un radio de acción mayor, los resultados serán aún más beneficiosos para la producción y el bienestar de la sociedad.

Las estrategias de inversión social a favor de poblaciones vulnerables o desposeídas permiten el desarrollo, mejoran la salud, la escolaridad, aumentan el empleo, cierran brechas de género, incrementan la equidad social, disminuyen la violencia, estimulan el talento, la innovación y la productividad,

Por cualquier lado que se mire, hay una conexión natural y directa entre el modelo de responsabilidad social y la competitividad. Si se gestiona adecuada-mente y bajo los parámetros correctos, la RSE viene a ser sinónimo de resultados financieros sostenibles y además crea valor para todos los actores que giran en torno a la empresa.

Si la RSE se ve como forma de hacer negocios competitivos por medio de los cuales las empresas construyen políticas y acciones en beneficio de accionistas, colaboradores, comunidad y toda la cadena de valor que subyace de su participación como actor social, se está hablando entonces de competitividad y sostenibilidad.

A menudo se analiza desde una perspectiva egoísta y egocéntrica: la empresa gestiona RSE como modelo de negocios para reducir riesgos financieros, disminuir costos de eficiencia y bajar el nivel de presión de las comunidades.

Si ese es el enfoque, se está obviando la esencia de toda práctica de RSE, que es contribuir como parte del engranaje social al desarrollo social, ambiental y al progreso de todo un país. Es la apuesta por colocar a la empresa como un aliado más del sistema-país, atendiendo necesidades sociales, ambientales y eco-nómicas.

En El Salvador, Fundemás tiene muy claro cuál es el aporte de la RSE a la competitividad: desde una perspectiva social, genera oportunidades de negocio para pymes, que forman parte de la cadena de valor de empresas que valoran este tipo de iniciativas, brindando rentabilidad a ellas y a su propia operatividad.

Ofrece además alternativas de trabajo para miembros de la comunidad, lo que contribuye a la generación de ingreso para las familias, reducción de pobreza, mejoramiento de la calidad de vida.

Desde la óptica ambiental, reduce su impacto en el medioambiente, a la vez que genera un entorno de estabilidad a su operación, disminuye costos de operación, propicia desarrollar nuevos mercados y fuentes de empleo al realizar nuevos productos a partir de materiales reciclados, como papel, cartón, plástico, etc.

Y desde una dimensión económica, Fundemás sostiene que la RSE permite identificar riesgos y oportunidades en la cadena de valor y visibilizar nuevos negocios y mercados (por ejemplo el mercado del reciclaje). Además, mejora la relación con grupos de interés, como colaboradores, la comunidad, proveedores, gobierno, medio ambiente, y aumenta la reputación corporativa.

Modelos que se requiere repetir

Europa sin duda es una de las regiones con mayores avances en RSE. Casi desde sus primeros años, incorporó con mucha claridad la relación competitividad-RSE dentro de sus políticas y estrategias. Ese vínculo es concebido a través de seis componentes: estructura de costos, recursos humanos, cliente, innovación, gestión de la reputación y riesgo, y desarrollo financiero.

Con el pasar de los años y definiendo el horizonte hacia el 2020, los europeos han visto la necesidad de añadir temas para hacer un abordaje más completo: crecimiento inteligente (basado en mayor conocimiento, innovación y sociedad digital); crecimiento integrador (mayor inclusión en el mercado de trabajo, formación y lucha contra la pobreza) y un crecimiento sostenible (más producción con menos recursos).

Como la competitividad no es estática, suele ser dinámica, cambiante y adaptada a los ciclos financie-ros, económicos y sociales globales, Europa sabe que ese binomio variará según las expectativas de los trabajadores, consumidores, la innovación y los nuevos mandatos de los mercados financieros hacia acciones ambientales y sociales.

Para Centroamérica, la importancia radica en su-mar estas perspectivas -y las venideras- a los planes de acción estratégica de las empresas, sin perder de vista que la creación de valor va más allá de manejar el riesgo y la reputación.

Klaus Schaeffler, consultor internacional de estudios económicos, estrategias empresariales y evaluación de proyectos de desarrollo, recuerda cómo en Estados Unidos la respuesta de los consumidores a la publicidad ligada a asuntos sociales es sorprendente: resultó en que casi un 80% de los consumidores que debían decidir entre dos productos similares compra-ría el bien relacionado con la causa que les interesara. Dice Schaeffler que la Responsabilidad Social Empresarial ayuda a la empresa a ser más competitiva más allá de la faceta económica, y alcanza temas críticos de supervivencia, permanencia en el mercado y éxito a largo plazo, gracias a confianza en el mercado, reputación e imagen positiva.

Beneficios de la RSE: Impactos colaterales

La participación en beneficios de los empleados, lo cual reduce la rotación de personas en puestos clave.

Una gestión ética con los empleados que influye positivamente en las relaciones con los clientes, con los inversionistas y en los resultados, además de atraer el talento y reducir el ausentismo y las posibles intervenciones sancionadoras legales.

El comportamiento medioambiental correcto, que es innovador por naturaleza, otorgando reputación, competitividad y rentabilidad.

La cooperación con los proveedores que reduce costos y estimula la innovación, la buena relación con la comunidad que mejora la imagen de la compañía y la satisfacción de los clientes y empleados.

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