Lo mejor ya no es suficiente, las nuevas tendencias en el turismo de lujo exploran ahora todo el universo emocional, intangibles carísimos de trasladar que ahora mueven a los viajeros más exigentes. En este recién nacido 2013, los emprendedores y touroperadores del sector trabajan sus propuestas en torno a tres conceptos clave. Toma nota:
A medida
Serán imprescindibles los servicios personalizados que tienden a minimizar los problemas logísticos de las vacaciones. Incluso viajar a la Antártida, la selva o una cima inexpugnable debe hacerse con el mínimo de inconvenientes posibles.
Por otro lado, los avances tecnológicos deben facilitar la personalización extrema de los paquetes turísticos, gracias a software que analizan los datos de cada cliente y concluyen cuál será la mejor experiencia para este.
Es el caso de Know Me, el programa de British Airways que usa Google Images para encontrar una imagen de los pasajeros VIP, de tal forma que el personal del aeropuerto pueden saludarles personalmente. Además, podrán acceder a sus gustos y preferencias, almacenadas en viajes anterioers, de manera que se puedan preveer sus deseos y personalizar al máximo su experiencia con la aerolínea.
Multiexperiencias
Con el incesante crecimiento del número de destinos, hoteles, restaurantes, bares, clubes y demás lugares inolvidables, a los viajeros les falta el tiempo para conocer todos los lugares que recomiendan guías, redes sociales o el siempre fiable boca a boca.
Quieren hacer cuanto más, mejor, de ahí que resurjan las multiexperiencias que, gracias a la velocidad y a la extraintensidad, sustituyen a los planes con un solo objetivo, input o destino sensorial. Ejemplo: el chef finlandés Timo Linnamaki, que ha abierto un restaurante pop-up, Muru Pops Down, a 80 metros bajo el suelo, en una mina en la ciudad de Lohja. Seguro, una velada memorable y rarísima.
Inversión emocional
En el turismo de lujo, ya no se trata simplemente de dinero. Los holidaymakers se devanarán los sesos por crear experiencias llenas de significado, aventuras en compañía de organizaciones que provean sentido emocional.
Un ejemplo es Tribewanted, una empresa social que crea comunidades basadas en el desarrollo sostenible. Las primeras se erigieron en Sierra Leona y Fiji, pero en marzo de este año abrirán su primer resort en un país desarrollado, en Monestevole, Italia. Los miembros del club Tribewanted pagan desde 10 libras al mes, que luego suponen un descuento en las estancias en cualquiera de las sencillas comunidades de Tribewanted.
Para estos viajeros, contribuir a financiar estos pueblos sostenibles, ejemplo de que otra forma de vida es posible, significa más que la propia estancia. Aquí, la retribución a su cuota es, sobre todo, emocional.
