Empresas & Management

Bill Gates: De niño poco sociable a millonario

Construyó una empresa clave, la defendió en un juicio histórico por monopolio y la dejó para buscar un mundo socialmente más sustentable.

2020-11-04

Por estrategiaynegocios.net

Uno de los hombres más admirados por los emprendedores es Bill Gates, quien este 2020 llegó a los 65 años de edad.

Ahora, no solo se dedica a la vida empresarial, también ve cómo hacer un mejor mundo e igualitario, junto a su esposa Melinda Gates.

Aunque, también es blanco de críticas constantes, y últimamente se ha convertido en una de las némesis favoritas de las teorías conspirativas.

Gates se convirtió en millonario a los 31 años, ha sido un número fijo en las listas globales de los más ricos e influyentes.

En estas semanas, además, se ha hablado mucho de su gestión en Microsoft, la empresa más grande de software, de la que fue cofundador a los 19 años, por la demanda de las autoridades de Estados Unidos contra Google parece una segunda iteración de aquel proceso por monopolio entre 1998 y 2000, en el que Gates, entonces director ejecutivo de la empresa, fue un vocero activo y altivo.

Los momentos claves de Gates

En la casa de Seattle donde creció con sus hermanas, Kristi y Libby, había mucho estímulo intelectual, mucho aliento y sobre todo mucha paciencia, recordó. "Como otros niños, no solo jugábamos con nuestros juguetes sino que los modificábamos", mencionó cómo surgió la semilla de su inventiva. "Si alguna vez has visto cómo un niño con una caja de cartón y unos crayones crea una nave espacial con unos paneles de control geniales, o si lo has escuchado improvisar reglas, como ‘los autos rojos tienen ventaja’, entonces conoces este impulso de hacer que un juguete vaya más allá, algo central al juego innovador de los niños. Es también la esencia de la creatividad".

Ya en el secundario se desempeñaba tan bien en la terminal que se integró a un grupo de informática donde también estaba Allen, dos años mayor que él. Allí participó de la creación de un sistema para automatizar la liquidación del salario de los trabajadores de la escuela. También fue uno de los desarrolladores de Traf-O-Data, un sistema para medir el tránsito, que vendieron a los Gobiernos municipales aledaños por US$20.000: fue el primer ingreso propio de Gates.

Con Allen decidió registrar Microsoft, el producto y la marca, en 1976. Empezaron a ganar dinero. En cuestión de un año, Gates necesitó otra licencia de sus estudios para establecer las oficinas centrales de la empresa en Albuquerque, Nuevo México. En 1978 las ventas de Microsoft excedieron US$1 millón.

El negocio, sin embargo, era lo suficientemente pequeño todavía como para que Gates, con una sombra de obsesión, revisara -y corrigiera, en caso de necesidad- cada línea de código. Pero todo cambió cuando en el escenario de clientes apareció IBM, el principal productor mundial de computadoras.

Era noviembre de 1980; Gates tenía 25 años y ni siquiera los representaba. Aunque llegó a la reunión sobre software capaz de operar la inminente PC de la compañía, en noviembre de 1980, de la mano de su madre -era el contacto con el miembro de la junta corporativa- y cuenta la leyenda que un ejecutivo lo confundió con un asistente y le pidió un café, logró impresionar al panel empresarial. Solo él sabía que su sistema operativo no era compatible, pero antes de llegar de regreso a las oficinas de Microsoft, pensó la solución: compró la licencia exclusiva de otro, que sí serviría, para trabajar con él.

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Así el MS-DOS se podría vender a otros fabricantes que clonaran la PC, y vaya si eso sucedió. Microsoft también lanzó una versión para las flamantes máquinas Apple II, llamada Softcard.

Sin embargo, la rivalidad entre Microsoft y Apple, que es como decir la de Gates y Steve Jobs, estaba destinada a prevalecer. Si bien la colaboración en esos años -1980, 1981- condujo a algunos productos compartidos, el sistema de Macintosh se mostraba como una amenaza para el MS-DOS, y más temprano que tarde las compañías se alejaron y, aunque Gates postergó varias presentaciones de un sistema operativo que usara una interfaz gráfica operable con íconos y un mouse, en lugar de la engorrosa sucesión de órdenes escritas en el teclado, por fin Windows vio la luz en 1985.

En julio de 1995, a los 39 años, ascendió al número 1 en la lista de los más ricos del mundo, con un patrimonio de US$12.900 millones. Fue el año del lanzamiento del navegador de Microsoft, Explorer, la punta del iceberg en la apertura de la empresa al negocio de internet. En 1999 el valor de Gates llegó a los US$ 101.000 millones.

También fue el tiempo de su encuentro con Melinda French. Ella había comenzado a trabajar en Microsoft en 1987, como gerenta de producto, y por ese puesto viajó a una reunión corporativa en Nueva York. Llegó justo a tiempo a la primera cena: solo quedaban dos sillas vacías. Se sentó en una; a los pocos minutos Bill Gates entró a la sala y se sentó en la otra. Al terminar él, la invitó a sumarse a un grupo de personas que iban a bailar. Pero ella tenía otros planes con una amiga.

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Gates dejó de ser el director ejecutivo de su empresa en 2000, pero en 2001 la compañía abrió una rama que tendría importancia capital con el sistema de juegos, Xbox.

En 2008 dejó el puesto que se había reservado tras renunciar como CEO, el de director de software, y se mantuvo a cargo de la junta directiva, pero también eso abandonó en 2014. Retuvo un asiento en el organismo, y como asesor de su compañía mientras vendió o donó buena parte de sus acciones, hasta quedarse con el 1% de Microsoft en la actualidad, entre otras inversiones que posee. A mediados de marzo de 2020, por fin, cedió también su puesto en la junta directiva.

La fundación -que el matrimonio codirige con Warren Buffett- se dedica principalmente a temas de desigualdad global, desde oportunidades económicas hasta educación, y cuestiones sanitarias. Ante la pandemia de COVID-19, por ejemplo, destinó US$300 millones a financiar la búsqueda de tratamiento, vacuna y métodos de detección del coronavirus. Por su trabajo de caridad, la reina Isabel II le otorgó el título de caballero británico honorario en 2005.

Hoy el creador de la segunda marca en importancia del mundo, que superó el billón de dólares en valor en 2019, se orienta más a otra clase de estructuras: aquellas en las cuales gastar el dinero que ganó. "Siento la responsabilidad de devolverle a la sociedad", ha repetido, "y de asegurarme de que esos recursos se empleen de la mejor manera posible para ayudar a los que más los necesitan".

Con información de Infobae

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