Claves del día

'Compartoplato', nueva iniciativa de la economía compartida

La idea surgió en Holanda y ya se está expandiendo a toda Europa. Unas 100.000 personas se engancharon a la tendencia. 'Shareyourmeal' es el nombre con el que nació el proyecto. A España desembarcó como 'Compartoplato'.

2015-04-02

Por: Economista.es

Lo que comenzó con un grupo de WhatsApp en Holanda, que tenía por objetivo compartir con los vecinos la comida que cada quien cocinaba y, de paso, conocerse y crear comunidad, se ha convertido en la referencia mundial del sector cocina dentro del cada vez más pujante mundo de la economía compartida y el emprendimiento social. Shareyourmeal está presente también en España bajo el nombre de Compartoplato, una útil plataforma con más demanda que oferta.

Todo comenzó en el jardín de una joven pareja de holandeses, donde llegaba el rico olor de la comida que cocinaba su vecino al otro lado del seto que separaba sus propiedades. 'Yo quiero probar esos platos', se dijeron Marieke Hart y Jan Thij Bakker, quienes no sólo se lo propusieron al cocinillas que tenían más a mano, sino que ampliaron su invitación a todas las personas que vivían a su alrededor y hoy convencen a más de 100.000 personas.

De lo local, Shareyourmeal, que es como se llama esta iniciativa, se ha expandido, profesionalizando su servicio, a distintos países, entre los que se halla España, donde la plataforma se ha rebautizado como Compartoplato.

El servicio tiene un funcionamiento simple: después de registrarse con una dirección de correo electrónico, una dirección física y un número de teléfono, cada usuario puede participar como comensal o como comensal y cocinero y ver las ofertas culinarias que otros usuarios del servicio ofrecen. La plataforma no cobra dinero alguno por su servicio y el precio de cada plato, las condiciones de entrega y demás detalles se acuerdan directamente entre oferente y demandante.

La globalidad de lo local


El carácter local de esta propuesta la define y así los usuarios sólo contactarán con personas que residan en un radio de 1,5 kilómetros de sus casas, a no ser que decidan ampliarlo.

'Cuando un plato está en la web, los otros miembros en el barrio reciben un correo electrónico con la oferta y pueden hacer clic en el enlace y encargarlo. Entonces el cocinero recibe un correo electrónico para que acepte o rechace el pedido. Cuando acepta recibe un correo electrónico con la información de contacto del comensal', indican desde Compartoplato, donde insisten además de la confidencialidad del servicio y el anonimato en la red de los miembros de esta comunidad.

Conforme la plataforma se extiende y aumenta en número de usuarios, más satisfactorio es el servicio que presta. En cualquier caso, hay mucho camino por andar. Una simple comprobación empírica en pleno centro de Madrid deja patente que hay mucha más demanda que oferta. En un distrito tan densamente poblado como el de Centro sólo aparecen cuatro cocineros para no menos de un centenar de personas interesadas en degustar su comida. Aunque hacer negocio no sea la prioridad de quienes participan en esta iniciativa, al menos sobre el papel, lo que está claro es que existe nicho de negocio.

A la hora de utilizar la plataforma, ésta permite afinar mucho el pedido: hay cocineros que incluso hacen platos por encargo, al tiempo que se puede elegir el momento y lugar donde recogerlos, las raciones que se desean e, incluso, la cantidad de sal que deben llevar.

¿Por qué rendirse a sus encantos?

Entre los beneficios que preconizan los promotores de Compartetuplato destacan los de conocer gente, evitar malgastar la comida, fomentar la alimentación sana y casera y, por supuesto, ahorrar. Obviamente, los cocineros también obtienen un beneficio económico por su actividad y la gran cantidad de demandantes de platos les asegura unos nada desdeñables ingresos mensuales 'extras'.

Economía colaborativa

Al servicio que presta Shareyourmeal se le puede aplicar perfectamente la etiqueta de economía colaborativa bajo la que se amparan propuestas tan exitosas como polémicas del estilo UBER o Airbnb, modelos de éxito digitales que se han encontrado el problema de chocar contra el statu quo económico, algo que les ha llevado a pleitear en tribunales en distintos países e, incluso, a su prohibición de seguir desarrollando su actividad en según qué países.

Por el momento, y seguramente dada la todavía baja penetración de esta propuesta de compartir comida, ésta aún no se ha topado con problema alguno en los distintos enclaves en los que la matriz holandesa, constituida como fundación sin ánimo de lucro, va abriendo sucursales.

Según afirmaba en 2014 el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), y replicaba el diario El País, el consumo colaborativo tiene un potencial de 110.000 millones de dólares (82.000 millones de euros) en el mundo, aunque hoy ronda los 26.000 millones. A su vez, según la revista Forbes, la economía colaborativa crecerá un 25% en 2015, alcanzando los 3.500 millones de dólares (3.193 millones de euros) y quienes participan como particulares en este sistema de intercambio de bienes y servicios a través de plataformas electrónicas se embolsan más de 3.500 millones de dólares (2.580 millones de euros).

España se ha situado entre los cinco primeros países de la Unión Europea con mayor potencial de crecimiento de la economía colaborativa gracias a que el 55% de los españoles están interesados en participar en iniciativas de consumo colaborativo, según datos de Nielsen.

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