<br /><br />Llegamos a un edificio consagrado a Android, su sistema operativo, inicialmente para m&oacute;viles y ya en tabletas, consolas, televisores, relojes y pronto en coches y neveras… El robot verde, la imagen de Android, est&aacute; aqu&iacute; reproducida como una estatua gigante en un jard&iacute;n. Nos lo encontramos en todas las versiones posibles: como un superh&eacute;roe, actor, cocinero…La adoraci&oacute;n est&aacute; justificada. Ha sido una jugada maestra empresarial, pues evit&oacute; a Google quedarse marginada del mundo de los smartphones y quitarle el cetro a Apple. Android es un ejemplo m&aacute;s de la imparable investigaci&oacute;n de esta empresa.<br /><br />Por ejemplo, Google Now!, un software para smartphones que pronostica lo que se tarda de casa a la oficina seg&uacute;n la hora a la que salgas. Baris Gultekin (Estambul, 1977) es el cerebro de este servicio que, con solo echar un vistazo, te informa del tiempo en las pr&oacute;ximas horas o a qu&eacute; hora se debe salir de casa para llegar puntual a la cita. Cuando se viaja a un lugar distinto del de origen, muestra los monumentos m&aacute;s cercanos. &quot;Tambi&eacute;n sabe decirte cu&aacute;nto cuesta algo en tu moneda cuando est&aacute;s en el extranjero&quot;, explica Gultekin, &quot;o te advierte cu&aacute;ndo se estrenan en el cine las pel&iacute;culas que te interesan&quot;.<br /><br />Tras graduarse en la vecina Universidad de Stanford, como los fundadores Larry Page y Sergey Brin, Gultekin pas&oacute; a formar parte del equipo que desarrolla la aplicaci&oacute;n de los anuncios, Ads. Despu&eacute;s, al servicio de los mapas. Fue entonces cuando se propuso adelantarse a las peticiones del consumidor. Su proyecto es el resultado de esa libertad creativa. Los <strong>ingenieros de Google cuentan con el 20% de su tiempo para proyectos propios.</strong> El correo Gmail fue fruto de este tiempo libre. Cuando llevaba un a&ntilde;o dedicando los viernes a esta idea, se la present&oacute; a sus superiores. Now! ya est&aacute; en los smartphones con Android.<br /><br />Tedd Carlisle se esmera en desmontar clich&eacute;s sobre los cerebros que contratan. Asegura que las calificaciones universitarias no son determinantes. &quot;S&iacute; se mira, mucho, much&iacute;simo, en los reci&eacute;n salidos de las aulas. Pero el resto de las veces nos interesa saber qu&eacute; sabe hacer alguien y ver si su forma de ser encaja con nosotros&quot;.<br /><br />Carlisle es uno de los responsables de contrataci&oacute;n. Su antesala est&aacute; atestada de m&aacute;quinas recreativas, desde el tetris a juegos de baile con un ritmo endiablado. El centro se reserva para una mesa de pimp&oacute;n impoluta, parece la original, la que en sus inicios empleaban como mesa de reuniones. Otra reliquia de la historia, corta, pero extraordinaria, de este imperio que nos gobierna sin enterarnos. Este edificio 42, desde luego, no parece una fiesta, a pesar de las maquinitas y de que algunos de los trabajadores se han montado un carrito coctelera con material para hacer m&uacute;ltiples variaciones de gin tonics.<br /><br />Uno de los m&aacute;s viejos del lugar es Bernardo Hern&aacute;ndez, fue uno de los primeros espa&ntilde;oles en llegar a Google. Este salmantino de 43 a&ntilde;os, tras siete en la empresa, ha decidido decir adi&oacute;s. Ha sido director mundial de marketing de Google Maps; luego estuvo en el lanzamiento de Android, y despu&eacute;s, responsable del contenido local y gastron&oacute;mico. Durante este tiempo tambi&eacute;n aprovech&oacute; para montar Step One, una aceleradora de empresas tecnol&oacute;gicas espa&ntilde;olas en el valle del silicio. Solo tiene buenas palabras para su empresa. Considera que es el lugar m&aacute;s creativo donde ha trabajado nunca.<br /><br />Para Carlisle, que alguien se vaya no es una alegr&iacute;a, es un problema. &quot;Tenemos un equipo para mantener relaci&oacute;n con los exgooglers. Cuando conseguimos la propuesta adecuada, les invitamos a volver&quot;.<br /><br />A &uacute;ltima hora de la tarde no hay mesas libres para disfrutar del sol y tomar un capuchino. La atracci&oacute;n de los googlers son dos parejas jugando a v&oacute;ley-playa. Los espa&ntilde;oles disfrutan del lugar, pero siguen, como los emigrantes de la posguerra, con la idea de volver a casa. &quot;Quiz&aacute; cuando mejoren las cosas&quot;, rumia el toledano Ernesto de la Rocha. </div>