Centroamérica & Mundo

Unión Aduanera Centroamericana, un proceso vivo

La unión aduanera no se traduce en un modelo único, sino que abarca diferentes niveles de compromisos. En el Istmo hay retos y oportunidades.

2018-11-20

Por Melvin Redondo, Secretario General del Sieca

La integración económica centroamericana se concibe como un medio para maximizar las opciones de desarrollo de los países a través del fortalecimiento del mercado regional y la profundización de las diversas etapas que le componen; en concordancia con las necesidades de los países que integran la región y con el objetivo de insertarse de manera competitiva en la economía internacional. Los países centroamericanos han incorporado la libre circulación de mercancías y la facilitación del comercio como esfuerzos que abonan a la consolidación de la unión aduanera.
El artículo XXIV del Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles (OMC, 1994), define la unión
aduanera como la sustitución de dos o más territorios aduaneros por un territorio aduanero único, para que los derechos de aduana y demás reglamentaciones comerciales restrictivas sean eliminados con respecto a lo esencial de los intercambios comerciales entre los miembros de la unión; y que estos apliquen al comercio con los territorios no pertenecientes a la unión, derechos de aduana y reglamentaciones que en substancia sean idénticos. Este tipo de procesos se clasifican dentro de la visión de regionalismo abierto. Así, el concepto de unión aduanera no se traduce en un modelo único, sino que abarca diferentes niveles de compromisos que coinciden con distintos niveles de flexibilidad.

Asimismo, estos son denominados como procesos de integración profunda, ya que concilian diferentes prácticas nacionales con reglas comunes y mecanismos supranacionales de implementación, con el objetivo de avanzar en la consolidación de la integración económica.
El establecimiento de una unión aduanera abre la posibilidad de recibir diversos beneficios. Desde un enfoque estático, se consideran efectos en la producción y el consumo debido al aumento de la oferta exportable y al incremento de la demanda entre los miembros de la unión. Asimismo, los beneficios desde una perspectiva dinámica reflejan que la consecución de una unión aduanera tendrá impactos positivos sobre el empleo, la productividad y el ingreso nacional.

La ampliación del área económica, a partir de un esquema de unión aduanera, posibilita la generación de economías de escala apoyadas en la dotación nacional de recursos productivos. Más aún, la complementariedad comercial -que regularmente existe entre los países miembros- creará condiciones para una eficiente asignación de factores de producción entre los países y permitirá el aprovechamiento de las economías de escala a través de la especialización.

Foto: Estrategia y Negocios



La teoría comercial afirma que su establecimiento abre la posibilidad de recibir beneficios directos relacionados a la facilitación comercial, porque a través de una unión aduanera se elimina la necesidad de la mayoría de regulaciones y chequeos en las fronteras. Esta prerrogativa se convierte en un gran estímulo para el fortalecimiento y formación de nuevas cadenas regionales de valor, ya que las cadenas de suministro trasnacionales hacen un salto cualitativo de eficiencia.
Otra ventaja es la facilidad para entablar negociaciones comerciales, esto es especialmente relevante para economías pequeñas que se empoderan al actuar como bloque. Sin ninguna duda, una economía de menos escala tendrá menor capacidad de negociación comercial si lo hace de forma unilateral, pero si lo hace de forma conjunta su poder aumenta.

Guatemala y Honduras, llega El Salvador

Desde junio de 2017, Guatemala y Honduras lanzaron oficialmente el Proceso de Integración Profunda entre sus países. Este primer paso para avanzar en la unión aduanera centroamericana -que fue apoyado técnica y administrativamente por la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA)- trajo consigo cambios sustantivos en los procesos comerciales y migratorios de ambos países, que incluyen el libre tránsito de mercancías y de personas.

A ello, se le añade que los conceptos de importaciones y exportaciones son sustituidos por transferencias y adquisiciones, lo que significa un cambio en el modelo para hacer negocios entre dichos países.
En julio de 2018, la Asamblea Legislativa de El Salvador aprobó la adhesión de ese país al Proceso de Integración Profunda de Libre Tránsito de Mercancías y Personas Naturales, iniciado previamente por Guatemala y Honduras. Ello aporta una nueva dimensión a la economía regional.

Foto: Estrategia y Negocios



El modelo inicial de la adhesión de El Salvador contempla nueve puestos fronterizos integrados y cinco aduanas periféricas. Dentro de los principales cambios a futuro se prevé que entrará en vigor el régimen de libre tránsito de personas naturales, lo que simplificará los trámites de migración.
Asimismo, se aplicará el régimen de libre circulación de mercancías que estipula un listado de productos comunes y se agilizará el proceso de tributación que será 100 % electrónico.
La unión aduanera del Triángulo Norte representa la edificación de la Unión Aduanera Centroamericana, uno de los procesos clave para la integración económica plena regional. Es imprescindible entender que es un proceso paulatino y progresivo con retos que solventar, como lo son el perfeccionamiento del libre tránsito, de la normativa jurídica y del modelo de infraestructura de los puestos fronterizos integrados. No obstante, la superación de estos desafíos, junto con el compromiso político es una herramienta vital para incidir en el desarrollo económico y en la calidad de vida de la población centroamericana.

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