Centroamérica & Mundo

Panamá 2015, Cumbre de las Américas

El próximo abril, en Panamá, la cooperación interamericana enfrenta el reto de reinventarse para enfrentar su principal desafío del siglo XXI: poner a la gente primero.

2014-10-06

Por: Virgilio Levaggi*

1. El tema propuesto por el Gobierno del Presidente Varela, "Prosperidad con equidad: el desafío de la cooperación de las Américas", es todo un programa para la gobernanza de los países americanos así como para las relaciones hemisféricas y las del Hemisferio Americano con el resto de la comunidad internacional.

Esta comunidad se apresta a concordar sobre Objetivos para el Desarrollo Sostenible (2016-2030), se hace más evidente la centralidad del progreso para todos. La prosperidad con equidad no es mera utopía motivadora sino necesidad urgente. Se trata de un objetivo cuya consecución no es resultado de un clic sino que supone arduas tareas. Más aún requiere la convergencia de muchas voluntades.

Como lo señaló el Presidente en la Asamblea General de NNUU: "Desde hace 5 siglos, el istmo de Panamá ha servido como ruta de tránsito de las civilizaciones. Hoy, nuestro país sigue cumpliendo ese mismo rol (...).Esto hace que seamos un país de convergencia (…). Los panameños sentimos una gran responsabilidad de contribuir a la búsqueda de entendimientos para mantener la paz social, promover la seguridad internacional y unir esfuerzos para la solución de los problemas comunes que nos afectan". Esos credenciales permiten confiar que el próximo abril los mandatarios americanos propongan una estrategia realista para construir prosperidad con todos y para todos.

2. Una agenda de la prosperidad con equidad-que no es dádiva sino derecho- no puede prescindir de la principal herramienta que tiene el ser humano para construir su progreso personal y familiar: el trabajo. Prosperidad con equidad requiere de trabajo decente para todos.

En 2005 los Jefes de Estado y de Gobierno del Hemisferio declararon: "reafirmamos el papel fundamental que otorgamos a la creación de trabajo decente para cumplir con nuestros compromisos de enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática. Reconocemos una vez más el valor del trabajo como actividad que estructura y dignifica la vida de nuestros pueblos, como un instrumento eficaz de interacción social y un medio para la participación en las realizaciones de la sociedad" (Cumbre de Mar del Plata, 76).

Después de vivir las consecuencias de la crisis financiera de 2008 en la vida de la gente, está claro que no puede construirse prosperidad con equidad sin más y mejores empleos.

3. En una agenda hemisférica no puede prescindirse de las múltiples dimensiones de la migración laboral. No sólo hacia el gran norte. En las Américas hay muchos nortes y muchos sures, incluso al interior de un mismo país.

El Director General de la OIT, G. Ryder, señaló recientemente: "La migración es un fenómeno de grandes dimensiones que está aumentando. Sus modelos son cada vez más complejos y su naturaleza está evolucionando. Todos coincidimos en que tiene el potencial para hacer un aporte considerable al crecimiento y el desarrollo. Lamentablemente, sigue estando asociada en demasiados casos con el trato inaceptable y el abuso de algunas personas, mujeres y hombres entre los más vulnerables en nuestros mercados de trabajo". Por eso la OIT propone una Migración Equitativa, que es la que puede ayudar a construir la prosperidad a la que se aspira en las Américas.

Hace casi una década los Jefes de Estado y de Gobierno del Hemisferio indicaron: "Reafirmamos que debe dársele a todo migrante, sin importar su condición migratoria, la protección plena de sus derechos humanos y la observancia plena de las leyes laborales que les aplican, incluyendo los principios y derechos laborales contenidos en la Declaración de la OIT sobre los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo" (Cumbre de Mar del Plata, 26).

La necesidad del ordenamiento y la regulación de los flujos migratorios laborales es incuestionable en distintos niveles: para efectos de garantizar un derecho (y no una obligación) a migrar; convertir el proceso migratorio en un proceso seguro; contar con una oferta de trabajo previa; garantizar condiciones de trabajo seguro, con protección contra riesgos; estar cubierto por un régimen de seguridad social; disfrutar las garantías y derechos laborales; ejercer las libertades sindicales; estar en condición migratoria regular; acudir a la sede administrativa o a la vía judicial ante violación de los derechos; desempeñar un trabajo que corresponda a sus conocimientos y habilidades. De allí la importancia de considerar estos elementos en una política migratoria.

Contar con información sobre el estado del mercado de trabajo, la oferta y la demanda de mano de obra específicamente migrante, que indique sectores productivos y ocupaciones, resulta de primer orden para plantear cualquier acuerdo a nivel binacional entre países de origen y de destino. Los países deben crear sus propios mecanismos para generar esta información de manera sistemática. Esta información resulta un insumo válido no solo para los gobiernos, sino para las organizaciones representativas de trabajadores y para las cámaras empresariales.

Diagnosticar las condiciones laborales y las prácticas de contratación, así como proponer correctivos ante las situaciones violatorias de derechos y garantías laborales, se constituye en un imperativo de todo Estado democrático. Las políticas de desarrollo y de empleo deben tener claro el norte de la consecución de trabajo decente sin distingo de sexo y de nacionalidad. A la vez, deben establecerse los correctivos administrativos y legales que permitan la exigibilidad de los derechos si son violentados. La inspección de trabajo juega un rol fundamental en la detección de estas situaciones y de allí la importancia de su fortalecimiento a nivel técnico y material.

América Central constituye una región cuyas corrientes migratorias han dejado de enmarcarse en una dinámica de países de origen y/o de tránsito, para convertirse en receptores de población migrante intrarregional. Se identifica un corredor migratorio entre Nicaragua-Costa Rica-Panamá y otro entre Honduras-El Salvador- Guatemala. Estos sistemas migratorios presentan algunas particularidades pero comparten ciertos rasgos: quienes migran son personas jóvenes, con baja escolaridad, en su mayoría hombres pero con una creciente migración de mujeres que se insertan en el trabajo doméstico, turismo y ciertas labores de agricultura. Muchos están en situación migratoria irregular dentro del sector de la economía informal, sin protección social y dentro de un esquema de relaciones laborales caracterizados por la ausencia de contratos escritos e inobservancia de sus derechos.

El Consejo de Ministros de Trabajo del SICA se pronunció el año pasado sobre la necesidad de formalizar y elevar la productividad de los sistemas económicos nacionales y de sus interacciones en la región, considerando especialmente las migraciones laborales y su impacto en la cohesión social de los países. Aprobó también la Agenda Estratégica Regional para la Promoción del Empleo Productivo y el Trabajo Decente, que establece: "Los Estados fortalecen la capacidad de las instituciones responsables de la gestión migratoria de los flujos laborales y del cumplimiento de los derechos humanos de los trabajadores migrantes". El Foro de Directores y Directoras de Empleo de Centroamérica y República Dominicana, en la Declaración sobre Trabajo Decente, Empleo Juvenil y Migraciones Laborales (2013), acordó "Promover mecanismos de coordinación nacional, regional e interregional, que orienten la gestión de migraciones laborales ordenadas conforme a la legislación y normativa nacional e internacional, con cobertura a trabajadores permanentes como temporales".

La migración laboral en las Américas, especialmente para los países miembros del SICA, es un espacio para la cooperación que resulta piedra de toque para la agenda de Prosperidad con Equidad que esperamos se consolide, en las Américas, a partir del próximo año.

4. Como lo ha dicho la Vicepresidenta de Panamá: "El desarrollo no sólo es cuestión de cifras, sino de personas".

A lo cual agregaría: de personas que puedan trabajar en sus propios países en condiciones decentes y que si migran internamente o hacia el exterior van a ver respetada su dignidad.

El próximo abril, en Panamá, la cooperación interamericana enfrenta el reto de reinventarse para enfrentar su principal desafío del siglo XXI: poner a la gente primero.

*Director de la OIT para Centroamérica, Haití, Panamá y República Dominicana

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