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Operación de rescate para el 'ovni' de la era comunista de Bulgaria

POR AFP

En el corazón de Bulgaria, un equipo internacional de expertos se afana en preservar los mosaicos en ruinas de uno de los monumentos más llamativos del país, un 'platillo volante' de la era comunista encaramado en una colina.

'Es una carrera contrarreloj. Tenemos que actuar rápido porque no quedarán mosaicos si esperamos una decisión' de las autoridades sobre su futuro, afirma la arquitecta búlgara Dora Ivanova, apasionada por este edificio de Buzludja.

Erigido en 1981 a 1.400 metros de altitud en la cordillera de los Balcanes, este recinto circular de hormigón y acero, de estilo arquitectónico brutalista, muy popular a partir de los años 1950, se alza sobre dos pilares de 70 metros. En su apogeo, la estrella roja, ahora decrépita, se veía desde Rumania y Grecia si el día estaba despejado.

Con el tiempo perdió sus adornos de bronce y cobre y su tejado se agujereó. El monumento, calificado de 'proeza arquitectónica', alberga monumentales paneles de mosaico que ensalzan el comunismo: escenas de batallas 'antifascistas', del Ejército Rojo o de las mujeres en la sociedad socialista.

En el techo todavía se ven la hoz y el martillo, símbolos de la unidad entre obreros y campesinos, y en la fachada se lee el famoso lema marxista: '¡Proletarios de todos los países, uníos!'.

Conservar los grafitis

Originalmente, los mosaicos se extendían a lo largo de casi 1.000 metros cuadrados, mezclando técnicas bizantinas y nuevos materiales y procesos. Un tercio ha desaparecido, víctima del mal tiempo o de malhechores. El retrato en mosaico del exdictador comunista Todor Jivkov fue remplazado por un grafiti tosco.

'El objetivo no es restaurar el monumento (para devolverlo) a su antiguo esplendor', asegura el profesor Thomas Danzl, de la universidad técnica de Múnich.

El equipo, de todas formas, no tiene los medios para hacerlo. La operación se financió con una donación de 185.000 dólares (158.000 euros) de la fundación estadounidense Getty, con los que sólo se podrá preservar una parte de los mosaicos.

'Conservaremos (el monumento) como lo encontramos en este momento. También guardamos los grafitis como señal de los tiempos, de los últimos 30 años', explica Danzl, especialista en el legado de la antigua RDA.

Dieciocho expertos y estudiantes alemanes, griegos, búlgaros y suizos se dedicaron a la conservación de los mosaicos, usando sobre todo jeringas.

'Tratamos las zonas críticas utilizando un mínimo de material invasivo' para mantener los mosaicos hasta que las autoridades se pronuncien, explica el responsable técnico de la operación, Nikifor Haralampiev, de la Academia de Bellas Artes en Sofía.

'Preservar la memoria'

El gobierno se resiste a debatir sobre los monumentos comunistas y tarda en otorgar al edificio de Buzludja un estatus que le permita recaudar fondos para su restauración.

'Es la sociedad la que debe decidir sobre la funcionalidad del monumento. Siempre ha habido voces a favor y en contra, por eso se necesita un debate', afirma la presidenta del consejo regional Gergana Mihova bajo la mirada austera de Marx, Engels y Lenin en mosaicos.

En Kazanlak, una ciudad situada al pie del monte Buzludja, Stoianka Dimova tiene sus dudas al respecto. 'Estas donaciones del exterior deberían ayudar primero a la gente del país más pobre de la Unión Europea', comenta esta profesora de 52 años.

Pero para Thomas Danz, 'preservar mosaicos es preservar una especie de memoria'. 'Hay que conocer el pasado para garantizar un futuro mejor', insiste.

El edificio, antaño un instrumento de propaganda y luego muy apreciado por los amantes de los lugares insólitos, podría convertirse en un lugar con fines educativos y turísticos donde se reconstituiría la historia de Bulgaria a través de los siglos, imagina Dora Ivanova.

2020-10-10

POR AFP

En el corazón de Bulgaria, un equipo internacional de expertos se afana en preservar los mosaicos en ruinas de uno de los monumentos más llamativos del país, un 'platillo volante' de la era comunista encaramado en una colina.

'Es una carrera contrarreloj. Tenemos que actuar rápido porque no quedarán mosaicos si esperamos una decisión' de las autoridades sobre su futuro, afirma la arquitecta búlgara Dora Ivanova, apasionada por este edificio de Buzludja.

Erigido en 1981 a 1.400 metros de altitud en la cordillera de los Balcanes, este recinto circular de hormigón y acero, de estilo arquitectónico brutalista, muy popular a partir de los años 1950, se alza sobre dos pilares de 70 metros. En su apogeo, la estrella roja, ahora decrépita, se veía desde Rumania y Grecia si el día estaba despejado.

Con el tiempo perdió sus adornos de bronce y cobre y su tejado se agujereó. El monumento, calificado de 'proeza arquitectónica', alberga monumentales paneles de mosaico que ensalzan el comunismo: escenas de batallas 'antifascistas', del Ejército Rojo o de las mujeres en la sociedad socialista.

En el techo todavía se ven la hoz y el martillo, símbolos de la unidad entre obreros y campesinos, y en la fachada se lee el famoso lema marxista: '¡Proletarios de todos los países, uníos!'.

Conservar los grafitis

Originalmente, los mosaicos se extendían a lo largo de casi 1.000 metros cuadrados, mezclando técnicas bizantinas y nuevos materiales y procesos. Un tercio ha desaparecido, víctima del mal tiempo o de malhechores. El retrato en mosaico del exdictador comunista Todor Jivkov fue remplazado por un grafiti tosco.

'El objetivo no es restaurar el monumento (para devolverlo) a su antiguo esplendor', asegura el profesor Thomas Danzl, de la universidad técnica de Múnich.

El equipo, de todas formas, no tiene los medios para hacerlo. La operación se financió con una donación de 185.000 dólares (158.000 euros) de la fundación estadounidense Getty, con los que sólo se podrá preservar una parte de los mosaicos.

'Conservaremos (el monumento) como lo encontramos en este momento. También guardamos los grafitis como señal de los tiempos, de los últimos 30 años', explica Danzl, especialista en el legado de la antigua RDA.

Dieciocho expertos y estudiantes alemanes, griegos, búlgaros y suizos se dedicaron a la conservación de los mosaicos, usando sobre todo jeringas.

'Tratamos las zonas críticas utilizando un mínimo de material invasivo' para mantener los mosaicos hasta que las autoridades se pronuncien, explica el responsable técnico de la operación, Nikifor Haralampiev, de la Academia de Bellas Artes en Sofía.

'Preservar la memoria'

El gobierno se resiste a debatir sobre los monumentos comunistas y tarda en otorgar al edificio de Buzludja un estatus que le permita recaudar fondos para su restauración.

'Es la sociedad la que debe decidir sobre la funcionalidad del monumento. Siempre ha habido voces a favor y en contra, por eso se necesita un debate', afirma la presidenta del consejo regional Gergana Mihova bajo la mirada austera de Marx, Engels y Lenin en mosaicos.

En Kazanlak, una ciudad situada al pie del monte Buzludja, Stoianka Dimova tiene sus dudas al respecto. 'Estas donaciones del exterior deberían ayudar primero a la gente del país más pobre de la Unión Europea', comenta esta profesora de 52 años.

Pero para Thomas Danz, 'preservar mosaicos es preservar una especie de memoria'. 'Hay que conocer el pasado para garantizar un futuro mejor', insiste.

El edificio, antaño un instrumento de propaganda y luego muy apreciado por los amantes de los lugares insólitos, podría convertirse en un lugar con fines educativos y turísticos donde se reconstituiría la historia de Bulgaria a través de los siglos, imagina Dora Ivanova.

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