Claves del día

Pobreza, inseguridad y exclusión son el motor de la migración en El Salvador

Las caravanas migratorias, que iniciaron en Honduras en 2018, incentivaron a cientos de salvadoreños a buscar cruzar la frontera Mexico-EE.UU. en busca de una nueva vida. El fenómeno visibilizó al fenómeno de los salvadoreños migrantes, quienes mantienen a flote a la economía.

2019-12-18

Por José Barrera / Claudia Contreras

La economía de El Salvador se sostiene en gran medida por el peso de las remesas. Al cierre de 2018, dichos envíos sobrepasaron la barrera de los US$5.000 millones por segundo año consecutivo y alcanzaron los US$5.468,7 millones.

El país recibe remesas desde 162 países, pero el principal origen es Estados Unidos (con US$5.098,7 millones en 2018), principal destino para los migrantes donde viven 2,5 millones de salvadoreños, una cifra que equivale a un 40% de la población del país.

"Hay un aporte muy importante, a tal grado que las remesas siguen representando un valor que las ubica entre los principales ingresos del país y que sirve como válvula de escape ante las presiones económicas que el Estado enfrenta y como un alivio para la economía familiar", valora el valora Roberto Oswaldo López Salazar, jefe del Departamento de Sociología y Ciencias Políticas de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA).

Las migraciones desde El Salvador son de larga data, se iniciaron en la década de 1970 y se agudizaron durante el conflicto armado en la década de 1980. Sin embargo, el fenómeno no paró tras los Acuerdos de Paz (firmados en 1992), ya que en la posguerra el fenómeno fue alimentado por la reunificación familiar, un magro desempeño de la economía y una creciente violencia social que llevó al país a figurar como uno de los más violentos del continente. Las causas siguen firmes a días de que termine la segunda década del siglo XXI.

"La migración ha continuado con el fin de unir familias (hijos migran), en buena parte impulsados por la falta de oportunidades y por la delincuencia. En 2015, las remesas alcanzaron los US$4.270 millones, que llegaron a representar el 16,3% del PIB", destaca un estudio de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades) donde se analiza el proyecto de Zonas Económicas de Desarrollo Económico que identifica el potencial de varias regiones del país, pero que remarca el peso de los envíos que ya para 2017 tenían un monto similar al del Presupuesto General de la Nación.

El endurecimiento de las políticas migratorias en Estados ha provocado que en los últimos dos años el ritmo de las remesas tenga tasas de crecimiento porcentual -mensual- de dos dígitos y sea clave en la consolidación del consumo como principal actividad económica de El Salvador.

El anuncio de la inminente cancelación del Estatus de Protección Temporal (TPS) -que permite que más de 200.000 salvadoreños puedan trabajar en Estados Unidos- ha sido el combustible para que aumenten el monto de los envíos en los últimos tres años.

El antes y después de las caravanas

Las caravanas migratorias, que iniciaron en Honduras en 2018, incentivaron a cientos de salvadoreños a buscar cruzar la frontera Mexico-EE.UU. en busca de una nueva vida.

La nueva ola visibilizó al fenómeno de los salvadoreños migrantes. Organizaciones como la Unidad del Migrante de la Procuraduría de los Derechos Humanos han cuantificado el flujo migratorio salvadoreño. En 2013, dicha oficina lo estimó entre 250 y 300 por día, muchos pagando a traficantes de personas (coyotes) para completar la travesía.

"Las caravanas de migrantes muestran una variación en la forma en que las personas migran. En términos cuantitativos no es una gran diferencia porque el número de personas que salen del país de forma ilegal siempre ha sido alto -se estima un promedio de 200 personas diarias-Esta variación buscó, por una parte, hacer visible el fenómeno y, por otra parte, presionar a los gobiernos de los países implicados (tanto en Centroamérica como México y Estados Unidos) para que adoptaran medidas o revisaran sus políticas migratorias de tal forma que les protegieran de alguna forma en el camino y les dieran otras opciones de refugio", valora López.

Dicho contexto ha generado un entramado del que se beneficia del tráfico, un delito que genera millones de dólares. Hasta antes del inicio de las caravanas, por cada migrante, los "coyotes" cobraban entre US$2.000 y US$6.000, cifra que ha ido en aumento por la mayor vigilancia de las rutas, lo que obliga a seguir caminos más hostiles.

Datos de la Embajada de EE.UU. en El Salvador recalcan que los cruces por la frontera sur han disminuido en 86%.Eentre mayo y agosto, destaca que se han detenido 11.000 migrantes y que desde el 1 de octubre de 2018 hasta la fecha las autoridades migratorias estadounidenses han deportado a más de 17.000 salvadoreños.

Las cifras de migrantes, sin embargo, son difíciles de confirmar dados los subregistros que hay y de que el inicio de la travesía para Estados Unidos -por tierra- comienza con el cruce a la vecina Guatemala, país donde un mayor de edad puede cruzar únicamente portando su documento de identidad.

De acuerdo con estudios del Instituto Tecnológico de Monterrey, el flujo (total) de 400.000 migrantes al año que parten hacia Estados Unidos no se detendrá.

"Con muro o sin muro, con política antimigratoria de Trump" seguirán transitando, sostiene Eduardo González, especialista del Tecnológico de Monterrey en declaraciones a la Agencia Francesa de Prensa.

El fenómeno es complejo, el experto estima que de cada diez migrantes centroamericanos, apenas dos o tres obtienen el anhelado asilo, una proporción igual obtiene refugio en México. Con los acuerdos migratorios de Washington, el flujo se ha desplomado.

"En los últimos cuatro meses hemos visto una reducción del 86% en la migración de los tres países de Centroamérica", destacó en octubre el secretario interino de Seguridad Interior estadounidense, Kevin McAleenan en una rueda de prensa en San Salvador.

Sostuvo que se trata de "resultados históricos -dijo-. Hemos pasado de 3.300 migrantes en mayo a unos 450 ahora, entonces es un gran logro que ayuda a proteger familias y niños vulnerables', destacó.

Al respecto, López -sociólogo de la UCA- matiza que la política de control migratorio y deportación que está aplicando el presidente Donald Trump no ha variado significativamente de lo que han hecho presidentes anteriores. "Lo que ha variado es el estilo que tiene para aplicarla y para comunicar, porque ejerce una presión psicológica muy fuerte y porque ha conseguido involucrar y comprometer (presionar y obligar quizá sea más preciso decir) a los gobiernos de los países implicados, como es México, Guatemala, Honduras y El Salvador", explica.

"Eso le ha permitido proyectar una imagen de mayor drasticidad y de mayor control, provocando temor en la población migrante pero también llevándoles a buscar y experimentar con nuevas rutas y nuevas modalidades de migración, que no deja de representar un mayor riesgo porque les coloca en situaciones de mucha vulnerabilidad, especialmente a mujeres, niños y población joven", puntualiza.

Celia Medrano, directora de Programas de Cristosal -una organización en favor de los Derechos Humanos con operación en El Salvador, Honduras y Guatemala y enfocada la defensa de las víctimas de violencia- dijo que hasta septiembre de 2019 el número de salvadoreños deportados de Estados Unidos y México ha sido el triple de los deportados en todo el 2018. "El numero de niñas y niños deportados y repatriados también se ha duplicado y ha aumentado el porcentaje de este grupo que afirma que migró por razones de violencia", valora.

¿Quiénes son los migrantes?

Para 2017 -en promedio- 21,7% de los hogares en El Salvador recibieron remesas (para un total de más de 396.000 hogares).

El análisis de Fusades refleja que los municipios mayores receptores de remesas fueron los que menos empleo formal registran y que además presentan las mayores tasas de pobreza.

"La Unión fue el departamento con mayor porcentaje de hogares receptores de remesas (44.4%)". Esta situación, añade el informe, tiene condiciones estructurales, ya que ese departamento fue el único que mostró una contracción de empleo formal de 2008 a 2016.

"Al clasificar los departamentos receptores de remesas por hogar en cuartiles, se puede observar que los departamentos clasificados como alto y medio alto en recepción de remesas, se encuentran ubicados en el norte y oriente del país. El mapa muestra que la región oriental se caracteriza por experimentar entre alta (La Unión) y medio alto (San Miguel, Morazán y Usulután), la recepción de remesas por hogar, lo cual supera a otras regiones del país. La falta de oportunidades, empuja a la población de oriente a migrar más que en otras regiones", destaca el informe de Fusades.

De acuerdo con datos de la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME), entre 2012 y 2017 volvieron a El Salvador un total de 251.620 migrantes, de los cuales el 89.55% poseían edades entre los 18 y 59 años. Considerando que los factores económicos son el principal motivo de la emigración salvadoreña y que estas personas aún están en la etapa productiva de sus vidas, insertarse laboralmente sería una de sus prioridades al llegar al país. De no lograrlo, se verían motivados nuevamente a buscar esa oportunidad de desarrollo en el extranjero.

El Informe de Desarrollo Humano de El Salvador 2018 '¡Soy Joven! ¿Y ahora qué?', cada año, 81.390 jóvenes se gradúan de educación media. De esos, casi el 40% continuará sus estudios, un 26,1% ingresará al mercado laboral, un 4,2% se dedicará a trabajar y estudiar, un 10,1% buscará empleo y un 14% se dedicara a tareas domésticas.

Pedro Argumedo, investigador del Departamento de Estudios Económicos de la Fusades, explica que -en promedio- 54.500 salvadoreños se suman a la fuerza laboral cada año, pero solo el 15% logra colocarse en una plaza, el resto de jóvenes tiene dos vías: engrosar las filas del sector informal o sumarse a la de quienes 'ni estudian ni trabajan'.
Entre enero de 2014 y octubre de 2017, El Salvador solo generó 34.693 empleos, pero la demanda era de 208.917 lo que deja en el aire a 174.224 jóvenes.

El sociólogo López agrega que el perfil del migrante salvadoreño ha ido variando con el tiempo y remarca que "en las primeras oleadas migratorias predominaban personas con bajo nivel educativo, ubicándose entre nivel básico y nivel medio, obreros y trabajadores del campo; en las siguiente oleadas migratorias, a partir del año 2000 -principalmente-, aparecen con más presencia personas con mayor nivel académico, bachillerato y estudios universitarios, y también crece el número de profesionales jóvenes". Entre los detonantes que empujan la migración un factor relevante es la violencia social.

Medrano, de Cristosal, dijo a E&N que no hay registros que permitan medir aumento o disminución de flujos migratorios o cantidad de migrantes salvadoreños que salen del país de manera irregular, pero sostiene que un factor que los empujar a tomar la decisión, en muchos casos, es la violencia.

Considera que uno de los pocos registros fiables son los que arrojan los datos que se recogen de las personas deportadas. "Si puede apreciarse el aumento de salvadoreños deportados o repatriados que al ser encuestados por la DGME sobre la razón por la que migraron señalan que fue por la violencia", dice Medrano.

Añade que hay un vínculo entre desplazamiento forzado y migración. "Al no ser atendidas ni protegidas víctimas de violencia por el Estado, las familias desplazadas tropiezan con diferentes instancias que no les apoyan o solo derivan sus casos a otras que tampoco les dan seguimiento por no contar con sistemas integrales y específicos de protección. Al negárseles ayuda las personas empiezan a migrar", puntualiza.

Cristosal ha realizado entrevistas con personas que han migrado en caravanas desde El Salvador hasta Estados Unidos y en varios casos han relatado haber sido víctimas de extorsiones, amenazas y ejecuciones sin haber sido protegidos aun cuando denunciaron sus casos ante las autoridades, principalmente ante la Policía Nacional Civil, y al carecer de protección decidieron huir y pedir protección en otros países.

¿El Salvador está preparado para el fin del TPS?

Si los vientos no cambian en Washington a favor de los migrantes salvadoreños amparados en el TPS, miles están en riesgo de deportación o de pasar a moverse entre las sombras.
César Ríos, presidente del Instituto Salvadoreño del Migrante (INSAMI), considera un probable retorno en masa es un panorama que representa un reto para las autoridades locales.

"La última opción de un beneficiado de TPS que está pasando por esto (cancelación del estatus) es regresar a su país de origen, es la última opción, principalmente porque el país no está garantizando ni la seguridad, ni la estabilidad económica a la que ellos están acostumbrados, después de haber vivido en Estados Unidos 18 años", dijo Ríos a E&N.

En ese sentido, el especialista considera que hay dos tipos "el que retorna voluntariamente y el que es forzado a regresar (deportado)", pero cualquiera que sea el caso, la situación es retadora no solo para el migrante sino para el país.

En el caso de los beneficiarios del TPS el panorama es distinto Ríos enfatiza que se trata de personas estables económicamente, con familia en Estados Unidos, con una especialización laboral, la cual podría permitirles insertarse fácilmente en la vida laboral. "Estos salvadoreños no han estado huyendo (…) tienen familia y estabilidad", considera el especialista que ve una oportunidad para ellos si en el país se diseñan programas apegados a sus realidades, por ejemplo, certificación de capacidades laborales.

Dicho punto de vista es compartido por Carlos Federico Paredes, presidente del Banco Central de Reserva de El Salvador, que considera que el fenómeno del retorno no es del todo nuevo para el país, ya que se tiene registros de regresos masivos de migrantes de Honduras.

"Hay 200.000 familias que podrían retornar, no podemos estimar un porcentaje, pero no es la misma migración que vino desde Honduras", dice el economista que ve en un potencial retorno la llegada de mano de obra altamente calificada con recursos y capital para inversión que pueden generar un impacto positivo en la economía por ejemplo con la compra de vivienda nueva o el desarrollo de nuevas empresas.

López dice que hay informes que hablan de un perfil de migrantes que además de ser bilingües cuentan con experiencia importante en el sector construcción y en el sector producción de alimentos, pero considera que no hay claridad sobre planes concretos para enfocarse en los retornados.

"Entiendo que el Gobierno de El Salvador mantiene activo el Centro de Atención a Migrantes retornados que está bajo la responsabilidad del Ministerio de Relaciones Exteriores, que tiene dos locales -uno en el aeropuerto y otro en La Chacra (en el oriente de San Salvador)- que se encargan de recibir a las personas que llegan deportadas y les proporcionan información sobre cómo poder aplicar a programas de reinserción", dice el especialista, que sentencia que desconoce si hay acuerdos vigentes con el sector empresarial y más allá si las empresas tienen propuestas concretas para un eventual retorno en masa.

12 ejemplares al año por $75

SUSCRIBIRSE