Claves del día

Panamá, Costa Rica, Concacaf y la magia de la cohesión

No es lo mismo perder (o no conseguir mi objetivo, en un contexto laboral) porque los otros fueron mejores que no conseguirlo porque “alguien” no me dejó o incluso me saboteó para conseguirlo. Lo segundo hace que un grupo se una más.

2015-08-04

Por: Julieta París*

Hay determinadas frases que cuando las escuchas o las lees suponen para uno un cambio de paradigma, un cambio en cómo planteabas ciertas cosas. Una de estas frases para mi fue "El Todo es más que la suma de sus partes" de Aristóteles.

Esta frase adquiere un sentido todavía más brillante cuando la aplicamos a los equipos de alto rendimiento, sean de trabajo como deportivos.

Sabemos que el comportamiento de un equipo (y ese comportamiento va a condicionar en muchas condiciones el rendimiento…) es más que la suma de todos y cada uno de los comportamientos individuales de sus jugadores.

Es la interacción entre ellos, sus sinergias, son las que van a construir la personalidad de un equipo, incluso aquello por lo que un equipo será recordado.

El talento de cada jugador, de cada trabajador es, por supuesto, imprescindible, necesario y cuando aspiramos al Alto Rendimiento puede ser incluso el elemento que determine la selección de ese individuo para nuestro equipo; no obstante, deberíamos siempre preguntarnos de qué sirve una persona tremendamente talentosa que no encaja o cuya sinergia con el resto del grupo es discordante.

"Si tengo un cesto con una manzana podrida y veinticuatro manzanas, en un mes todas estarán podridas" cuentan que dijo Mourinho a su salida del Real Madrid.

Obviando el juicio y el análisis de un entrenador polémico, creo que su reflexión nos sirve mucho en el día a día de las empresas, puesto que los miembros de un equipo deben compartir una visión interna, un propósito… no mirarse los unos a los otros, si no mirar juntos en la misma dirección. Cuando un miembro de un equipo no la comparte, o su motivación no encaja con la motivación del resto del equipo… es el principio del final. Del mismo modo que una barca no llegará a su destino si cada remero rema a destiempo.

Hablábamos anteriormente de las sinergias que se construyen entre los miembros de un equipo y cómo van a ser éstas las que den el tono motivacional al equipo. Por sinergia entendemos no sólo la suma, si no más bien la multiplicación de las energías de sus miembros. No es que un miembro del equipo ayude al otro, o a los demás, si no que entre todos se establece una motivación de ayuda mutua, de crecimiento, que cohesiona y optimiza el rendimiento.

Es cierto que las sinergias no siempre son positivas. En el caso de una discordancia (cómo en el ejemplo de la manzana podrida…) el desenlace queda claro: la disolución del equipo tal y cómo lo conocíamos hasta este momento y no de una manera fácil o rápida, si no con muchos problemas y conflictos.

En el caso de la sinergia positiva, las cualidades positivas individuales se ven multiplicadas. Esto significa que donde había un miembro del equipo con "fuerza", habrá muchísima fuerza, dónde había motivación, habrá mucha más motivación, y dónde había coherencia individual encontraremos una coherencia grupal que fortalece al equipo, permitiéndole hacer cosas que de manera individual no se hubieran logrado nunca.

Unión tras las Copa Oro

Dónde la sinergia positiva adquiere muchísimo valor es precisamente en la gestión de las emociones negativas. Suena un poco complicado, pero pensemos en algo que hace poco nos ha traído el fútbol de la CONCACAF.

Algo que tiene el deporte en general, y el fútbol en particular, es cómo nada está escrito hasta el pitido final. Quien gana puede empatar en un minuto y perder en dos. Quien pierde puede recuperarse, y quien está ya a punto de ser eliminado puede hacer una carambola con el destino y clasificarse en el último segundo, cómo tan polémicamente le sucedió a Costa Rica y a Panamá en sus partidos de Copa Oro ante México.

Uno de los jugadores ticos, Bryan Ruiz, comentó en la prensa que "las injusticias nos fortalecen, como cuando jugamos con nieve"… Esta frase me parece un regalo. En primer lugar, diferencia lo que es el fracaso de la injusticia. No es lo mismo perder (o no conseguir mi objetivo, en un contexto laboral) porque los otros fueron mejores que no conseguirlo porque "alguien" no me dejó o incluso me saboteó para conseguirlo. En este caso, la reactividad es muchísimo mayor. Sin duda, la gestión de un fracaso colectivo (por supuesto también individual) es mucho más difícil que la gestión de una injusticia, cómo es este caso. Por eso, en este caso, la sinergia positiva, la multiplicación de todo un país, de un equipo herido pero no desmotivado; enfadado pero no desconfiado, puede favorecer sin duda su rendimiento en posteriores competiciones.

En segundo lugar esta frase nos muestra cómo las situaciones adversas son siempre las que nos ponen a prueba, las que nos hacen reaccionar e incluso despertar. Ante lo bueno, enseguida nos acomodamos y adaptamos. En cambio, la "herida" que deja lo malo, lo negativo, nos obliga a poner en marcha numerosos recursos de superación. En eso están Panamá y Costa Rica en estos momentos. Y el resto, recordando que el todo es más que la suma de sus partes. Por lo que cuanto mejor estén esas partes, mayor será la suma y más grande el TODO.

*Psicóloga del Deporte. Antropóloga. Directora del Master en Alto Rendimiento y Coaching Deportivo del Instituto Superior de Estudios Psicológicos (España). Ha participado como psicóloga del deporte en diferentes Campeonatos del Mundo de Atletismo y Juegos Olímpicos (Beijing 2008).

@JuliettaParis

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