Claves del día

Los dolores de trabajo de parto de la economía mundial

La economía mundial dista mucho de estar fuera de una zona de peligro: la desaceleración en China, la crisis rusa, la Eurozona que apenas se recupera. Es una 'recesión persistente'. En 2016 veremos un rendimiento dispar, con economías emergentes capacees de adaptarse al nuevo mundo.

2016-01-04

Por: Kaushik Basu - Project Syndicate

La desaceleración económica mundial, que comenzó en el año 2008 con la crisis financiera en Estados Unidos, podría establecer un nuevo récord de capacidad de resistencia. Lo cierto es que si se toma en cuenta el estancamiento del crecimiento en Japón y la desaceleración en China, además del hecho de que Rusia se encuentra en una profunda crisis y la eurozona aún apenas está recuperándose de la propia, se puede afirmar que la economía mundial todavía no está fuera de peligro.

Esta "recesión persistente", así como también algunos de los conflictos políticos del mundo, son manifestaciones de un desplazamiento profundo en la economía mundial - un desplazamiento que es impulsado por dos tipos de innovaciones: el ahorro en la mano de obra y la vinculación de la mano de obra.

Aunque la innovación relativa al ahorro en mano de obra ha estado entre nosotros ya durante mucho tiempo, el ritmo se ha acelerado. Las ventas mundiales de robots industriales, por ejemplo, llegaron a 225.000 en el 2014, lo que representa un aumento interanual del 27%. Más transformativo, sin embargo, es el incremento de la tecnología de "vinculación de la mano de obra": innovaciones digitales a lo largo de las últimas tres décadas permiten que en la actualidad las personas trabajen para empleadores y empresas ubicadas en distintos países, sin tener que emigrar.

Estos cambios son capturados por una tendencia estadística notable en los países de altos y medianos ingresos. Los ingresos laborales totales expresados como porcentaje del PIB están disminuyendo en todos los ámbitos y a tasas raramente vistas. Desde el 1975 al 2015, el ingreso laboral se redujo del 61% al 57% del PIB en EE.UU.; del 66% al 54% en Australia; del 61% al 55% en Canadá; del 77% al 60% en el Japón; y del 43% al 34% en Turquía.

En el caso de las economías emergentes, el desafío que representa la innovación relativa al ahorro en la mano de obra se mitiga en el mediano plazo por las tecnologías de vinculación de la mano de obra. Las economías emergentes con mano de obra barata que tienen la capacidad para organizarse lo suficientemente bien como para proporcionar infraestructura y seguridad básicas, se pueden beneficiar mucho de este cambio estructural mundial.

Podemos observar esto en las cifras. En el año 1990, sólo el 5% de las empresas listadas como "Fortune 500" provenían de las economías emergentes; ahora el 26% provienen de dichas economías.

Las corporaciones chinas ocupan un lugar destacado en la lista. El sector de tecnología de la información de la India ha despegado desde la década de 1990, elevando la tasa de crecimiento de toda la economía de este país. A Petronas de Malasia, empresa que fue fundada el año 1974 y que al presente tiene actividades empresariales en 35 países, se la describe ahora como una de las nuevas "siete hermanas" - es decir, una de las empresas de energía que dominan el mercado mundial.

Con seguridad, varias economías emergentes se ven asediadas por la corrupción y la caída de precios de las materias primas; Brasil, donde se espera una contracción del PIB de alrededor del 3% en el año 2015, es un buen ejemplo. Sin embargo, los únicos países que registran altas tasas de crecimiento anual del PIB son economías emergentes, incluyéndose entre ellas a Vietnam (6,5%), la India, China, Bangladesh y Ruanda (con crecimientos que rondan el 7%) y Etiopía (más del 9%).

Lo que es probable que veamos en el año 2016, y también posteriormente, es un rendimiento dispar, con economías emergentes que son capaces de adaptarse al nuevo mundo que se vislumbra. Incluso mientras esto ocurra, los países de altos y medianos ingresos estarán bajo presión, ya que sus trabajadores competirán por puestos de trabajo en el mercado laboral globalizado. Sus disparidades de ingresos tenderán a subir, al igual que la frecuencia e intensidad de los conflictos políticos. Responder a este escenario bloqueando la contratación externa de trabajadores, tal como algunos políticos proponen, sería un error, ya que los mayores costos de producción de dichos países causarían que sean superados en los mercados globales.

A medida que continúe la marcha de la tecnología, estas tensiones con el pasar del tiempo se extenderán a todo el mundo, exacerbando la desigualdad a nivel mundial - misma que ya se encuentra en niveles intolerablemente altos - mientras que simultáneamente las ganancias de los trabajadores disminuyan. Tan pronto como esto suceda, el desafío será garantizar que todo el crecimiento de los ingresos no termine en manos de los dueños de las máquinas y de las acciones.

Este es un desafío comparable al que el Reino Unido confrontó durante la Revolución Industrial a principios del siglo XIX. Hasta entonces, el trabajo infantil estaba fuera de control y era visto como algo normal; los trabajadores trabajaban rutinariamente durante 14 o más horas por día, y los conservadores argumentaban que el trabajo continuo ayudaba a fortalecer el carácter (no hace falta decir que se referían al carácter de otras personas). El activismo de grupos progresistas, los escritos de los intelectuales, y el enorme esfuerzo invertido en la elaboración de las Leyes Fabriles restringieron estas prácticas aberrantes, permitiendo que el Reino Unido evite el desastre y se convierta en un centro neurálgico de crecimiento y desarrollo.

Se puede observar en documentos cuán drásticamente ha cambiado nuestra forma de pensar. En el año 1741, al promocionar su nueva máquina de hilar, John Wyatt señaló la forma cómo su innovación permitiría que los dueños de las fábricas sustituyan a 30 trabajadores adultos con "diez personas enfermas o con niños". El fiscal general que concedió la patente fue más allá, señalando que "incluso niños de cinco o seis años de edad" podrían operar esta máquina.

Ha llegado el momento para una nueva ronda de reformas intelectuales y políticas. Una de las grandes injusticias de nuestro mundo es el hecho de que el grueso de la desigualdad humana se produce en el momento del nacimiento, ya que hay niños que nacen en hogares indigentes y enfrentan desnutrición y retraso del crecimiento desde el principio, mientras que un número pequeño de niños viene al mundo como herederos de grandes cantidades de riquezas e ingresos acumulados. A medida que los ingresos laborales se restringen, esta disparidad se ampliará, causando una variedad de crisis económicas y políticas.

Alejarse de este rumbo requerirá, sobre todo, un mayor esfuerzo para expandir la educación, desarrollar habilidades y proporcionar asistencia médica universal. Se necesitará ideas innovadoras para alcanzar estos objetivos. Sin embargo, también tenemos que pensar en nuevas maneras de reforzar los ingresos laborales.

Un ejemplo es encontrar algunas formas de participación en las ganancias. Si los trabajadores tienen intereses propios como accionistas de las empresas en las que trabajan, las innovaciones tecnológicas no serán una fuente de ansiedad, porque las pérdidas salariales serán compensadas por el aumento de utilidades sobre sus inversiones de capital.

Varios economistas y juristas académicos -incluyéndose entre ellos a Martin Weitzman, Richard Freeman y Robert Hockett- han escrito sobre este tema. Pero, como es el caso con todas las innovaciones, se necesita mucha investigación para alcanzar el punto correcto. Lo que hemos aprendido en el año 2015 es que no podemos darnos el lujo de no hacer nada.

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