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Guatemala, elecciones en segunda vuelta: de la euforia al desánimo  

A menos de dos semanas de las elecciones presidenciales para segunda vuelta en Guatemala, la campaña electoral, salvo breves notas en los noticieros, medios escritos y opiniones de algunos columnistas, parece algo casi ausente y lejano para la mayoría de guatemaltecos.

2015-10-14

Por: Christian Calderón Cedillos, Sociólogo guatemalteco (Especial para E&N)


En contraste a la primera ronda electoral del seis de septiembre, en donde un ambiente politizado y el debate encendido en los medios y redes sociales marcaban la cotidianidad, la sociedad guatemalteca parece haber pasado en materia política de la euforia al desánimo en las últimas semanas.

Los propios contendientes Jimmy Morales y Sandra Torres parecieran más espectadores que actores del proceso: con poca propaganda electoral en segunda vuelta, baja presencia en entrevistas en los medios, escasa información sobre sus posibles equipos de trabajo y apenas una participación en un solo debate presidencial, en el que según los sondeos ninguno resultó ganador. La única encuesta disponible hasta ahora ubica a Morales a la cabeza con un 64% de las preferencias y Torres con apenas un 20.6%, según la firma de Felipe Noguera.

En lo que concierne a planes de gobierno y discursos de ambos presidenciables tampoco la oferta resulta estimulante.

En el caso de Morales y su partido Frente de Convergencia Nacional-Nación (FCN-Nación), es claro el bajo nivel de elaboración de su plan de gobierno en sus escasas presentaciones hasta el momento; su discurso político, es muy elemental y cargado de un tono coloquial que le resta legitimidad ante un potencial votante más educado y exigente, y es inevitable la comparación entre el candidato y los personajes de su show de televisión Moralejas: Neto el campesino, Black Pitaya el negrito bailarín o Draculón, el vampiro despistado (sic).

En tanto, por el lado de Torres, aunque su partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) dispone de un plan de gobierno más conocido y elaborado respecto a su rival, la presentación del mismo por la candidata no hace justicia a lo escrito, su discurso y manejo de los temas parece no ir más allá del guión aprendido con sus asesores de campaña, y por lo mismo, resulta monótono y poco creíble, percepción que se potencia por la inexpresiva imagen de la candidata uneísta.

Diferencia de proyectos o simplemente cuestiones de estilo

En un ejercicio interesante de seguimiento a la campaña electoral, el medio digital soy502 presenta dos notas en formato de video de los presidenciables y sus giras proselitistas, que muestran in situ los recursos, las estrategias y los límites -¿limitaciones?- de ambos candidatos.


Sandra, la candidata de los pobres

El video sobre Sandra Torres, esta grabado en el municipio de Tactic, Alta Verapaz, un poblado de mayoría indígena (87%) de la etnia poqomchi’ situado al norte guatemalteco. La filmación muestra no solamente el mitin partidista sino también las horas previas a su ejecución en un sitio abierto que hace las veces de cancha de fútbol.

En la antesala a la actividad lo que destaca es la toma vacía del lugar unas tres horas antes y en casi total calma, apenas interrumpida por algunos militantes que organizan el escenario de amplio tamaño, una hora después la escena de tranquilidad se ve interrumpida por la llegada repentina de camiones de carga que transportan al "voto duro" de UNE portando camisetas, banderas, gorras y pancartas del partido y su candidata. Y ya todo preparado para la ocasión, la "multitud militante del partido", -unas dos mil quinientas personas, la mayoría mujeres y niños-, sabe al unísono de su llegada, anunciada por el vuelo del helicóptero que transporta a la candidata de los pobres, según reza uno de los eslóganes partidarios de Torres. La candidata hace su arribo al lugar de encuentro unos momentos después en una caravana de lujosos vehículos todo terreno y acompañada de varios guardaespaldas.

Previo al discurso de la presidenciable, un pastor evangélico realiza una ceremonia religiosa para bendecir la actividad y a sus participantes -algo prohibido por la ley electoral-, seguidamente la candidata Torres inicia su discurso -totalmente en español sin traducción pese a que su auditorio es mayoritariamente indígena- arengando a sus opositores, reiterando su promesa de mantener los programas sociales para familias pobres -asistencia económica y víveres más básicos- si gana la presidencia y recuerda a los asistentes de su creación durante el gobierno de su ex marido, Alvaro Colom, de quién se divorció cuatro años antes para ser candidata presidencial por primera vez; la cámara enfoca las bolsas de víveres para repartir entre los asistentes. Sandra concluye: "más vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer".

Como gesto final y "necesario" reparte varias sillas de ruedas a personas discapacitadas, algo que acostumbra en su mítines y que siempre lleva en su carro "por si se ofrece", según reconoce a una periodista que la entrevistó en un medio escrito. El gasto de campaña de UNE en primera vuelta ascendió a 34 millones de quetzales (US$ 4,5 millones) en primera vuelta, según datos oficiales.

Jimmy: No soy Nito, soy Neto

El video de la campaña de Jimmy Morales esta filmado en Taxisco, un poblado del suroriental departamento de Santa Rosa, una comunidad de habitantes ladinos - como se denomina a los habitantes no indígenas en Guatemala- y donde Morales ganó el primer lugar en la primera vuelta electoral en septiembre.

La actividad se realiza en una calle del pueblo, e igual que el caso de Torres, la cámara registra las horas previas al evento partidista. Una militante en solitario realiza una pinta a un carro que adorna con unos globos.

El escenario es modesto, apenas una tarima pequeña de madera con unos músicos y una cantante que anima con unas pocas bocinas. Poco a poco, la calle comienza a llenarse espontáneamente, en total al empezar la actividad se concentran entre 700 a 800 personas según se abre la toma de la cámara. La audiencia es variada entre hombres, mujeres y niños con apenas insignias o símbolos partidistas.

Unas tres horas después de iniciada la grabación aparece el candidato presidencial del Frente, en la palangana de un pick-up saludando a los asistentes, lo acompaña su vicepresidenciable Jafeth Cabrera, un dentista y ex rector de la estatal Universidad de San Carlos, dos guardaespaldas los escoltan.

El discurso de Jimmy Morales, no hace alusión a la contienda ni programa de gobierno, ni a sus rivales, sino a uno de sus personajes de comedia más emblemáticos: "¿Saben quién soy?, siempre me preguntan si soy Nito o Neto, les aclaro, soy Neto'. Un personaje muy parecido a sus interlocutores. La asistencia estalla en un grito de júbilo, carcajadas y aplausos. Menciona algo de sus orígenes humildes, su propuesta por apoyar la educación, "el mejor programa social".

A su lado, aparece Edgar Justino Ovalle Maldonado, un ex teniente coronel del ejército guatemalteco con señalamientos de violaciones a los derechos humanos durante la guerra interna con conexiones con iglesias protestantes, y uno de los fundadores del partido de Jimmy Morales, integrante junto a otros exmilitares de la asociación de veteranos castrenses reconocidos por su línea dura en los ochentas, AVELMIGUA. Ovalle es actualmente diputado electo del Frente. FCN-Nación habría gastado en la primera ronda alrededor de 8 millones de quetzales, (US$ 1 millón).

¿Pero que representan en última instancia la candidatura de Morales y Torres?

Para las reduccionistas visiones ideológicas es obvio. Para la izquierda más sectaria guardiana de verdades dialécticas, la candidatura de Morales representa "el retorno al pasado, el regreso al poder de los militares contrainsurgentes frente a los militares progres (sic) como Otto Pérez Molina", el mismo argumento utilizado hace cuatro años por los mismos, contra el ex presidente Pérez, ahora preso por corrupto. Mientras en su par del otro extremo ideológico Torres representa el peligro del "chavismo" y el gobierno de los "ex guerrilleros". Los extremos se tocan, pero el análisis se extraña.

Sin duda, en un intento de respuesta, más allá de las simplificaciones ideologizadas, hay que decir que las opciones en la segunda vuelta no representan para nada, ni en esencia, la oposición de dos proyectos políticos. A lo sumo, la sociedad guatemalteca deberá optar entre dos estilos. Uno de ellos (Sandra), sobreviviente in extremis de un sistema político ya caduco y portador de todos los viejos vicios que llevaron a su actual crisis. El otro (Jimmy), un producto de la coyuntura y del voto de castigo, pero que parece incapaz de superar sus propios límites.

Queda a los votantes guatemaltecos, el acortar el camino o hacerlo más largo para lograr el cambio exigido en las calles en los últimos meses, la historia el 25 de octubre lo dirá.







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