Desde que en 1993 viera la luz en Nicaragua el Banco de la Producción (Banpro), su fundador y presidente del grupo, Ramiro Ortiz, ha liderado un barco que se ha regionalizado como Grupo Promerica, saliendo incluso más allá de las fronteras centroamericanas.
El crecimiento "ha sido una combinación de saber separar y medir los riesgos adecuadamente y a la vez ser prudentes y responsables. En este sentido, nuestra estrategia ha sido de crecimiento y diversificación. Esto nos ha permitido financiar actividades que no eran tradicionalmente atractivas para los banqueros y que hoy son exitosas y resultaron ser de bajo riesgo; realizar inversiones en momentos que otros consideraban riesgosos y resultaron no serlo; o ser agresivos en adquisiciones o fusiones, que otros no supieron valorar adecuadamente y que al final resultaron exitosas".
Igual de importante considera la diversificación geográfica en la región, entre los distintos sectores de las economías, comprendiendo su papel en los países en que se hallan establecidos, "comprendiendo que podemos ser agentes de cambio para nuestros clientes, colaboradores, accionistas y para las comunidades donde desarrollamos nuestros negocios".
Para Ortiz, "en la diversidad está la fuerza. Ha sido primordial la heterogeneidad de nuestro equipo, con diversidad de opinión"; piensa que ha sido igualmente importante "la capacidad del equipo de anticipación, de estar pensando en las opciones antes de que llegue el momento de decidir entre ellas".
En 2030 visualiza al grupo como una organización de alto desempeño, "competitiva a nivel mundial, preocupada por sus colaboradores. Queremos que nuestros clientes sientan y tengan la certeza que estamos cercanos, preocupados y dando respuesta a sus necesidades", como una organización dinámica, que contribuye al cambio positivo y productivo de las comunidades con las que interactúa.
Para que la región crezca de manera sostenible "la paz social y el progreso económico se garantizan a través de un sistema democrático". Apunta también la importancia de la redistribución de la riqueza, una de las debilidades del libre mercado: "los países deben procurar ponerse de acuerdo con los distintos sectores sobre estos mecanismos, y procurar mantenerlos lo más permanente posible, para que las reglas sean claras y estables, que incentiven las inversiones estables y de largo plazo"; y enfatiza en la importancia de los acuerdos comerciales, para el desarrollo del Istmo, así como en la integración: "Desde afuera, del mundo, cada uno de los países, de forma individual, no es tan atractivo. Pero si nos ven como un solo país, entonces estamos hablando de un mercado atractivo para invertir". También ve un fuerte flujo de capitales sudamericanos hacia la región.
Sobre los proyectos canaleros centroamericanos, Ortiz apunta que las proyecciones de los flujos comerciales a nivel mundial, indican que los mismos se duplicarán y triplicarán en un lapso relativamente corto, "por lo que el mundo va a necesitar más rutas comerciales". Esto apunta a una importante inversión, pero "si estos serán corredores secos o húmedos o de otra índole, lo dictará su viabilidad"
