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COVID-19: El virus que revolucionó la salud en Centroamérica hace un año

¿Lo peor de la pandemia del covid-19 ya ha pasado en Centroamérica o queda más por venir? Entre la incertidumbre hay una certeza, Centroamérica debe convivir con el covid-19, ese inquilino amenazante. El cuidado de la salud seguirá siendo un reto primordial para este año.

2021-03-13

Por Pablo Balcáceres - estrategiaynegocios.net

¿Hasta cuándo tendremos que convivir con el COVID-19? Pocos se atreven a dar un pronóstico certero sobre el final de la pandemia, matiza René Nájera, socio de Asesoría en Riesgos de Deloitte México, pero el mundo podría estar a las puertas del final del período más oscuro.

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Cuando el alcance de la pandemia se volvió global, en marzo de 2020, se visualizaban tres escenarios en función de cuánto iba a durar: la rápida contención, para la cual se precisaba detener la enfermedad en los primeros tres meses; el de año perdido, que veía fructificar el combate en septiembre del año pasado; y el que finalmente sucedió: la economía de guerra, un año entero con la pandemia a cuestas.

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¿La pandemia ha pasado ya? La respuesta no es fácil. A finales de febrero, el número de casos comenzaba a descender, luego de afrontar un fuerte incremento a finales de 2020 y principios de 2021. Por ese lado, el istmo toma un respiro.

Pero por el otro, la segunda ola de casos terminó siendo mucho más alta que la primera, en el contexto de los festejos de fin de año y la reapertura de las economías. ¿Vendrá una tercera ola?, se preguntan los infectólogos.

Foto: Estrategia y Negocios

LECCIONES PARA EL SISTEMA DE SALUD

Las lecciones de la pandemia han sido de escala mundial. "Esto demostró que ningún país estaba preparado para una pandemia porque no hubo una detección rápida del problema; tampoco alcanzaron los insumos en ningún país del mundo: caretas, mascarillas, ventiladores", dice Iris Cazali, jefa del Departamento de Infectología y del Comité de Nosocomiales del Hospital Roosevelt, en Guatemala.

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La doctora ve positivo el nivel del personal de salud. "Tenemos una masa al nivel del sistema público que está formada para ofrecerse y trabajar lo mejor que tienen para la atención. Le hicieron frente a un virus que, en un principio, no sabíamos cómo evitarlo", observa.

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Queda mucho por mejorar en el sistema de salud primario y secundario. Las falencias en el primer nivel del sistema, enfocado en la detección y atención primaria, terminaron pasando factura al tercer nivel, que fue el encargado de atender a los pacientes graves de COVID-19.

"La pandemia vino a desnudar las condiciones que se trabajan en el tercer nivel porque si bien tenemos medicamentos de primer orden y un excelente nivel para diagnósticos de enfermedades cardiovasculares, de intervenciones, incluso el abordaje con problema renal, estos sistemas están saturados", dice.

El trabajo en salud preventiva realmente tuvo una influencia significativa en la pandemia. Un informe de la Fundación Mundial para la Obesidad detectó que los países con más de la mitad de su población en sobrepeso sufrieron tasas de mortalidad hasta 10 veces mayores que aquellas con prevalencia menor del 50 %".

De las 2,5 millones de muertes por Covid-19 reportadas hacia finales de febrero de 2021, 2,2 millones ocurrieron en países donde más de la mitad de la población está clasificada con sobrepeso", informa la Fundación.

El COVID-19 también evidenció una desconexión en el concierto internacional de la salud, con una Organización Mundial para la Salud (OMS) dando pasos erráticos en sus directrices, hasta la politización del tema que llegó a producir un divorcio con la ciencia.

"Hemos tenido infoxicación, es decir mucha información y discusión con poco asidero científico. Desde temas como el origen del virus, desde los síntomas, desde las medidas y políticas de salud, el tratamiento ha estado sometido a un debate muy perplejo", analiza óscar Picardo Joao, director del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad Francisco Gavidia (ICTI-UFG).

Para el sistema de salud, el manejo de los datos y las capacidades hospitalarias generaron mucho estrés.

La pérdida de médicos ha sido uno de los principales impactos para los sistemas, sobre todo en El Salvador, que por su condición territorial y demográfica fue más complejo de controlar. Del lado positivo, queda la inversión en salud.

En el caso salvadoreño se equiparon fuertemente unidades de cuidados intensivos, se convirtió el centro de convenciones en el Hospital El Salvador, un proyecto para el cual todavía se está edificando una nueva infraestructura hospitalaria, a un año de la pandemia. A la larga, será ganancia para el sistema de salud.

Como aprendizaje hacia el futuro, el covid-19 muestra la imperiosa necesidad de construir sistemas de salud sólidos, con infraestructura necesaria. En evidencia queda la importancia de recolectar datos de manera ágil y segura, y contar con personal capacitado en nuevas tecnologías. Lo dicen expertos como Alexandro Arias, líder de industria de Ciencias de la Vida y Cuidado de la Salud para Deloitte Spanish Latam.

Para Arias, el desafío es que el sistema de salud trascienda el consultorio médico físico: desde la prevención de enfermedades hasta la extensión de procesos de atención. "Es necesario crear modelos híbridos de atención que vayan más allá del hospital, además de estar soportados por datos y habilitados con herramientas digitales", reflexiona.

A inicios de marzo de 2021, el proceso de vacunación en Centroamérica todavía era incipiente. A partir de cifras de la Universidad Johns Hopkins, se estima que unas 285.452 dosis de vacunas se han aplicado en Centroamérica y Panamá. Esta cantidad no se traduce en personas totalmente inmunizadas, ya que la mayoría requiere de dos o más aplicaciones.

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