1. Segunda vuelta
Este domingo 16 de junio no quedará definida la presidencia. Para ello habrá necesidad de ir a una segunda vuelta, que tendrá lugar el próximo 11 de agosto, entre (probablemente) Sandra Torres y un segundo candidato, aún no definido, entre los cuales podemos mencionar (según las últimas encuestas) a Alejandro Giammattei, Roberto Arzú, Emond Mullet o incluso Thelma Cabrera. No hay que descartar sorpresas. Todos los escenarios están abiertos, ya que como bien muestra la reciente encuesta de Prodatos del diario La Prensa Libre, el 48% de los electores aún no definió su voto.2. Congreso
Este domingo se elegirán los 160 miembros que integrarán el futuro Congreso. Preveo un importante nivel de fragmentación que provocará que quien llegue a la presidencia no contará con mayoría propia, lo cual anticipa que la gobernabilidad continuará siendo compleja.RECOMENDAMOS: 'Las claves de las elecciones presidenciales de Guatemala'
3. Peor que antes
Guatemala llega a estas elecciones enfrascada en una compleja crisis, resultado de una combinación tóxica entre una presidencia mediocre y altos niveles de pobreza, corrupción y violencia. A diferencia de las elecciones de 2015, cuando la crisis generó una importante ventana de oportunidad para que el país hiciera un giro de 180 grados (que Jimmy Morales desperdició) en esta oportunidad, Guatemala corre el grave riesgo, si no elige bien en las urnas, de transitar de Guatemala a guatepeor.ELECCIONES GUATEMALA: 'Sandra Torres, la exprimera dama que busca la presidencia'
4. Impacto en Centroamérica
Estas elecciones tienen una gran importancia no solo por el complejo contexto guatemalteco sino también por el clima de tensión que afecta a América Central. Sus resultados impactarán no solo en Guatemala sino también en el ámbito del Triángulo Norte (Honduras atraviesa una fuerte tensión política y El Salvador inaugura la presidencia anti-establishment de Bukele quien no tiene mayoría en la Asamblea). Tampoco debemos olvidar la aguda crisis que afecta a Nicaragua. También estará en juego la relación del nuevo presidente con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y con la administración Trump, entre otras cuestiones, por el tema de los flujos migratorios. Un dato a tomar en cuenta: más de la mitad de los centroamericanos detenidos por la Border Patrol entre febrero y mayo de este año son guatemaltecos.Un segundo aspecto a considerar es que con estas elecciones guatemaltecas se pone fin a la intensa maratón electoral que ha tenido lugar, durante los últimos tres años, en América Central y México, período durante el cual Honduras (2017), Costa Rica y México (2018), El Salvador, Panamá y Guatemala (2019) celebraron sus elecciones presidenciales y renovado la totalidad de sus Congresos, provocando una importante reconfiguración política de la región.
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5. Lucha contra la corrupción con retrocesos
Uno de los aspectos más negativos asociados a este proceso electoral son los graves retrocesos que se pueden llegar a dar en la lucha contra la corrupción. Guatemala tiene un pésimo record en materia de corrupción: con apenas 27 puntos ocupa el lugar 144 a nivel mundial (uno de los últimos lugares) según el índice de Percepción de la Corrupción 2018 que elabora Transparencia Internacional. Para los guatemaltecos, la corrupción es uno de los tres principales problemas, junto con la inseguridad (segundo) y el desempleo (primero).Pese a ello, desde 2017, el presidente Jimmy Morales, apoyado por poderosos grupos económicos y militares, al verse investigado por la CICIG (Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala) por el posible financiamiento ilícito de su campaña de 2015 inició una fuerte campaña dirigida a debilitar, desprestigiar y poner fin a la labor de la CICIG, cuyo mandato vence en septiembre de este año.
Lo preocupante de esta situación es que la mayoría de los candidatos con las mejores posibilidades de pasar a la 2 vuelta y ser electos presidente no plantean una firme defensa a favor de extender el mandato de la CICIG más allá del mes de septiembre. En mi opinión, de concretarse la salida de la CICIG, ello representaría un grave retroceso y un pésimo antecedente en la lucha contra la corrupción no solo en Guatemala sino en toda la región centroamericana.
De ahí la importancia de estas elecciones. Los guatemaltecos tienen la posibilidad de mandar un mensaje claro en las urnas que reafirme el compromiso en favor de la institucionalidad democrática y la lucha contra la corrupción. De no ser así, me temo que estas elecciones, lejos de contribuir a la solución de la grave crisis que afecta a Guatemala, puedan terminar agravándola.
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