La frontera entre trabajo y vida privada se ha vuelto cada vez más borrosa con el uso de la tecnología y la creciente aplicación del teletrabajo. Muchos empleados no saben dónde poner el corte entre una y otra, y las empresas toman ventaja de ello, aunque a la larga también puede ser perjudicial para las mismas, al ‘quemar’ al trabajador.
Aquí, algunas respuestas a las principales dudas:
¿Se pueden establecer límites?
La máquina no decide lo que sucede, sino la persona. Por eso, depende de uno sacar provecho a las nuevas tecnologías sin ser dominado por ellas.
¿Qué consejos prácticos se pueden seguir?
Muchas personas suelen trasladar toda su oficina en su smartphone. Por eso, algunos especialistas sugieren contar con dispositivos distintos: uno para el trabajo y uno para la vida privada. Lo mismo rige para el número de teléfono y la cuenta de e-mail. Y es que la tentación de revisar el teléfono apenas suena una notificación es casi irresistible. Quien no tiene dos teléfonos puede usar un llamado dual-sim-handy y tener cuentas de e-mail separadas.
¿Cómo manejarlo con el jefe?
Quien trabaja de modo flexible, como por ejemplo desde casa, necesita de la confianza de sus superiores. No puede ser que uno no pueda ir tranquilo al baño sin el temor de que justo llame el jefe y crea que uno salió. Por eso, es importante informar al jefe y al equipo cuándo se está disponible y cuándo no.
¿Cómo se puede trabajar concentrado sin distraerse con la tecnología?
Por la mañana, se debería poder trabajar concentrado, es decir, estar offline por un rato. Los mails pueden contestarse a la tarde, poco después del mediodía. Incluso se puede activar una notificación en el correo electrónico que diga 'Volveré a estar disponible a partir de las 14 horas'.
¿Qué alternativas hay?
Uno elige el trabajo, no es el trabajo el que lo elige a uno. Si no quiere estar permanentemente disponible, lo mejor es cambiar de trabajo. Es importante tener en claro cuáles son los propios límites y respetarlos.
