Mujeres Desafiantes

María-Noel Vaeza: Hay avances en la participación política y social de las mujeres

Directora regional de ONU Mujeres para las américas y el caribe hace un balance de los logros, obstáculos y retos que enfrentan las mujeres, las sociedades y los estados de la región.

2020-09-14

Por Roberto Fonseca / roberto.fonseca@estrategiaynegocios.net

En la "nueva realidad" la labor de los cuidados, tanto en casa como en la sociedad, debe replantearse, ya que actualmente es una tarea sobrecargada en las mujeres, limitando su autonomía e incorporación laboral, advierte María-Noel Vaeza, Directora Regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe.

¿Por qué se ha tornado tan relevante lo relativo a la labor de cuidados en tiempos de Covid-19?

La distribución de las responsabilidades de los cuidados en nuestras sociedades es sumamente desequilibrada, recayendo principalmente en los hogares y siendo realizada mayoritariamente de manera no remunerada por las mujeres.

¡Gratis! Descargue la edición especial de Mujeres Desafiantes

Ya antes de la pandemia, las mujeres en América Latina y el Caribe dedicaban el triple de tiempo que los hombres al trabajo de cuidados no remunerados. Esto ha limitado sus oportunidades y elecciones, convirtiéndose en un obstáculo para la igualdad, el empoderamiento y la autonomía de las mujeres.

En el ámbito del trabajo de cuidados remunerados, las mujeres también están sobrerrepresentadas.

En América Latina y el Caribe, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), un quinto de la población trabaja en sectores vinculados al cuidado -en sentido amplio- de forma remunerada. El sector constituye más de un tercio del empleo femenino.

Este trabajo muchas veces se realiza en condiciones laborales precarias, en situaciones de violencia o acoso y/o con penalizaciones en la remuneración que profundizan las brechas salariales.

Esta situación se ha visto agravada por la pandemia del Covid-19 debido a la creciente demanda de cuidados y la reducción de la oferta de servicios causada por las medidas de confinamiento y distanciamiento social adoptadas para frenar la crisis.

Muchas mujeres se ven enfrentadas a continuar trabajando de manera remunerada, a la vez que deben lidiar con el incremento de la carga de trabajo de cuidados dentro del hogar, teniendo un impacto no solo en la productividad sino en su bienestar personal.

La llamada ¨nueva normalidad¨ implicará cambios importantes en la forma de escolarización y trabajo, generando nuevos desafíos y presiones adicionales sobre los sistemas nacionales de educación pública, salud y protección social más allá de la crisis.

En este contexto la actual organización de los cuidados se hace insostenible, lo que demanda, de manera urgente, una revisión de las políticas económicas y de protección social que permitan reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidados entre el Estado, sector empresarial y empleador, la comunidad, y entre hombres y mujeres. Ello será un elemento clave de la recuperación socioeconómica.

La inversión en infraestructura social de cuidados y la creación de una economía de servicios dinamiza las economías locales a partir de la creación directa de empleo y la mejora de los ingresos de las familias, lo que genera retornos a la economía y a la sociedad en su conjunto.

¿Cómo valora la participación de la mujer en la gestión de gobierno en los países centroamericanos?

Si bien aún queda mucho por hacer, hemos tenido avances en la región en cuanto a la participación política y social de las mujeres.

De acuerdo con el mapa Mujeres en la política: 2020 de la Unión Interparlamentaria y ONU Mujeres, los gobiernos están mostrando una tendencia hacia mayores cargos ejecutivos (ministeriales) ocupados por mujeres, como por ejemplo los de Costa Rica (50%), Honduras (33,3%) y Panamá (31,6%).

Los estados han adoptado leyes de paridad, como es el caso de Costa Rica, Honduras, Nicaragua y Panamá, lo que ha aumentado la representación de mujeres en los parlamentos.

Sin embargo, no hay cambios en las prácticas políticas, la exclusión y la violencia contra las mujeres en ese ámbito es un problema real que impacta negativamente en una mayor incorporación de mujeres en los espacios de decisión política.

Sea parte de nuestro evento Mujeres Desafiantes, esta vez digital: Regístrese

Pese al enorme trabajo que realizan las mujeres en los espacios políticos y sociales, el movimiento de mujeres y el movimiento feminista, todavía no se traduce en la representación real y formal que requiere una democracia fuerte.

Necesitamos seguir rompiendo las barreras y construyendo sociedades que no se basen en la opresión de unos sobre otros, que permitan avanzar la igualdad.

¿Y en las alcaldías?

Solamente el 15,5% de las alcaldesas de la región son mujeres y las mujeres sólo representan el 29,6% de concejalas, de acuerdo a datos de la CEPAL del 2018.

Allí es donde más tenemos que trabajar para que las mujeres ejerzan sus derechos políticos, es a este nivel donde la democracia se vive directamente.

Conozca más sobre las Mujeres Desafiantes y sus ediciones anteriores

La ciudadanía ejerce su rol y accede a las políticas públicas y a los bienes públicos a través del gobierno local, es fundamental que a este nivel exista una incorporación de la perspectiva de género y eso viene de la mano de más mujeres con esta agenda en esos espacios de decisión.

¿Qué opina de la participación de la mujer en la política a través de cuotas?

Yo creo en la paridad, y creo firmemente en las cuotas como un primer paso para transformar nuestros sistemas políticos y de gestión del estado que siguen reproduciendo prácticas discriminatorias contra las mujeres.

Las cuotas ayudan a progresar a estas generaciones y a las que vienen detrás. Tenemos que seguir transitando a la igualdad sustantiva, pero mientras tanto en el proceso, la cuota juega un rol importante. Esperamos que los estados las sigan implementando para avanzar hacia democracias paritarias y por ende más representativas.

¿Cómo valora la participación de la mujer en las economías de la región?

América Latina y el Caribe es la región que ha experimentado en los últimos años el mayor aumento en la participación laboral de las mujeres de entre 25 y 54 años de edad. En las dos últimas décadas pasó del 57 % al 67%.

Sin embargo, algo más de la mitad de los 126 millones de mujeres que conforman la fuerza laboral femenina en América Latina, trabaja en condiciones de informalidad, lo que habitualmente implica inestabilidad laboral, bajos ingresos, falta de protección y derechos.

Según los últimos datos recopilados por la OIT, la brecha salarial bajó alrededor de 5 puntos porcentuales en los últimos diez años, pero continúa siendo de 15% de media en la región.

Muchas de las medidas que los gobiernos han adoptado para evitar la propagación de la pandemia, han provocado la pérdida

transitoria o permanente de miles de puestos de trabajo formales y sobre todo informales, siendo los servicios y sectores como el turismo o el comercio, donde se encuentra una gran parte del empleo de las mujeres, de los más afectados.

La sobrerrepresentación de las mujeres en el trabajo informal y en los sectores de menores ingresos, las dejan más expuestas a las condiciones adversas de la crisis y refuerzan los vínculos perversos de la pobreza monetaria y la pobreza de tiempo.

Como señala el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, "las consecuencias de la crisis podrían constituir un retroceso en los ya limitados avances que se han hecho en igualdad de género". Por ello, recomienda colocar el liderazgo y las contribuciones de las mujeres en el corazón de la estrategia de resiliencia y la recuperación post crisis.

12 ejemplares al año por $75

SUSCRIBIRSE