Mujeres Desafiantes

Patricia Quezada de Calderón: Pasión por dibujar sonrisas en la niñez salvadoreña

Creadoras de nuevos paradigmas 2022

La médica reconoce que gracias a su disciplina logra cumplir con sus roles de profesional, madre, esposa y amiga. ‘Lo importante es disfrutar cada momento’, afirma.

2022-09-01

Entrevista por Gabriela Melara - Revista Estrategia & Negocios

Patricia Elizabeth Quezada de Calderón es una médica destacada en El Salvador. Su pasión por servir a los demás la llevó a especializarse en cirugía pediátrica y cirugía plástica.

“Es una carrera divina, de servicio al prójimo. Lo importante acá es ponernos en las manos de Dios que nos de discernimiento, sabiduría y paciencia”, mencionó.

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“Mi segunda familia es el Hospital nacional de Niños Benjamín Bloom”, afirma, donde actualmente es la jefa del departamento de cirugía plástica. Ella, junto a otro staff de médicos, atienden a cientos de niños con malformaciones congénitas, con quemaduras de diversos grados y otras atenciones delicadas. Ella es quien devuelve sonrisas a niños y padres de familia en su país natal.

Su rol dentro del hospital va más allá de coordinar un equipo de trabajo del área de cirugía plástica, también trabaja a nivel administrativo y toma parte de su tiempo para enseñar lo que ha aprendido a los residentes de pediatría, cirugía pediátrica, maxilofacial y cirugía plástica. Recordando lo que en algún momento hiciera con ella la Dra. Margarita Zaravia.

“Siempre es importante resaltar que los médicos somos el reflejo de años de esfuerzo. Mucha gente solo te ve cuando ya tenés una jefatura o tu clínica, pero para llegar ahí fueron años de lucha”, reflexionó.

Disciplina como clave de vida

Patricia desde muy joven fue disciplinada, de hecho logró llevar – hasta donde pudo – dos de sus máximas pasiones, el voleibol de sala y la medicina.

“No fue fácil, las dos cosas eran importantes para mí, entonces, hacía todo para cumplir en ambas ramas. Entrenaba a las 5:00 a.m., luego de 7:00 a.m. a 12:00 m.d. tenía mis clases – gracias a Dios eran cerca estos dos puntos- luego me iba a levantar pesas, en ese momento, almorzaba lo que podía, regresaba a la universidad para los laboratorios de 1:00 p.m. a 5:00 p.m. y mi día terminaba al entreno a la selección nacional de voleibol sala, que era de 7:00 p.m. a 9:00 p.m.... Toda mi vida fue disciplinada y ocupada”, contó.

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Y esa misma disciplina la lleva a cumplir con su agenda diaria, donde encuentra tiempo para su familia, sus pacientes y ella misma. Acá es importante la salud física y el gozo espiritual.

“Mi vida en el Hospital Bloom inicia a las 7:00 a.m. de lunes a viernes y ahí paso visita, veo decisiones de los niños que están a la espera de cirugía, quirófano si me corresponde, atender al paciente y al personal... Pero, no tenemos horario, una cirugía te puede cambiar el día o una emergencia, igual”, comentó.

Su familia, su máximo

Su esposo, a quien conoció gracias al voleibol y con quien ya lleva casi 25 años de matrimonio, Billy Calderón, es su compañero ideal. “Agradezco su apoyo, porque nunca dejó de apoyarme y agradezco que haya sido un hombre que me dejara desarrollarme”, comenta.

A sus hijos Fátima y Guillermo José -a quienes llama Luz y Bendición- espera dejarles el legado de “Nunca darse por vencidos: Van a ser luchadores, como la ‘nana’, pero también como el padre”.

Patricia Quezada de Calderón: Pasión por dibujar sonrisas en la niñez salvadoreña

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