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Gabriela González: La astrofísica que ayudó a identificar las ondas gravitacionales

Desafiantes Latinoamérica 2022

Gabriela es docente en el departamento de Física y Astronomía de Louisiana State University, donde dirige su laboratorio. Allí está instalado uno de los tres detectores de ondas gravitacionales que hay en el mundo.

2022-09-05

Entrevista por Gabriela Origlia - Revista Estrategia & Negocios

Cuando Albert Einstein, en 1916, enunció la teoría general de la relatividad, habló de las ondas gravitacionales, las ondulaciones de energía que distorsionan la estructura del tiempo y el espacio. Cien años después, un grupo de científicos logró lo que parecía imposible: identificarlas. En ese grupo estaba Gabriela González.

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La física argentina, que participó en los trabajos por los que los científicos Rainer Weiss, Barry Barish y Kip Thorne recibieron el Premio Nobel de Física 2017, fue la portavoz del Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (Ligo) y la vocera del equipo de 1.200 personas de todo el mundo que trabajaron en conjunto en ese proyecto.

Gabriela nació en Córdoba, Argentina y estudió física en la Universidad Nacional de esa ciudad; trabajó en el MIT y ahora es docente en el departamento de Física y Astronomía de Louisiana State University, donde dirige su laboratorio. Allí está instalado uno de los tres detectores de ondas gravitacionales que hay en el mundo.

En diálogo con E&N, admite que los desafíos que enfrentó se relacionan con haber estado lejos de su familia -hizo su carrera en Estados Unidos- y haber vivido separada de su esposo. “Para seguir nuestros estudios estuvimos seis años viviendo en lugares diversos”, apunta. Su marido es Jorge Pullin, reconocido físico teórico argentino. Hija de una profesora de Matemáticas, decidió su carrera cuando era adolescente.

En 1995, cuando completó su doctorado en EE.UU. ya trabajaba en ondas gravitacionales. Integra organizaciones de prestigio como la American Physical Society, American Association for the Advancement of Science y la International Society for General Relativity and Gravitation. Cuenta que se dedicó a la física porque era “muy curiosa” y pensó que esa disciplina “explicaba todo” aunque después se dio cuenta “no solo que no explica todo, sino que ni siquiera sabemos todas las preguntas que hay”.

Se “maravilló” cuando -estudiando su doctorado- se enteró del proyecto para construir instrumentos “súper sensibles” para medir distancias “muy pequeñas” de las ondas gravitacionales provocadas por el choque de agujeros negros y estrellas de neutrones. “Me pareció maravilloso que hiciera falta tanta precisión instrumental para aprender del universo que no involucraba luz, ondas electromagnéticas”, sintetiza.

Desde el inicio de Ligo, González participó en el grupo y, hasta no hace mucho, había gente que se “sorprendía” cuando era una mujer la que daba una clase o una conferencia. Reconoce que esa reacción se “siente y es terrible”. Ríe cuando recuerda que en sus comienzos había “menos mujeres en la ciencia; hoy son la mitad en biología o en geología, pero en física y en astronomía, todavía no.

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“Los jóvenes piensan que las carreras científicas son para genios como Einstein y eso no es así. Tanto mujeres y hombres pueden hacer ciencia; se trata de educación e inspiración”.

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