Por Zaida Rojas - estrategiaynegocios.net
Una cosa llevó a la otra. E&N estaba haciendo un gran trabajo de investigación al presentar las grandes empresas de la región y, en consecuencia, había que mostrar quiénes estaban detrás de ellas, junto a políticos, banqueros, economistas, instituciones y sindicalistas.
Primero se publicaron bajo el título de poderosos, luego de influyentes, esa era la realidad. No necesariamente un gran empresario era una persona influyente y viceversa con el resto de los personajes.
Las fuerzas políticas y militares en algunos países inclinaban la balanza hacia su lado, pero con el tiempo, todo cambia y la situación se revirtió.
Guatemala era el país más polarizado con una gran influencia de políticos y militares. En Honduras influían los políticos y empresarios, aunque la línea entre ambos no era rígida.
En El Salvador predominaban los empresarios, un sector bastante pujante, de los más fuertes de Centroamérica. En Nicaragua de aquellos años la influencia de personajes era un poco más diversa. En Costa Rica el perfil de influyentes lo formaban empresarios, académicos, economistas e incluso, instituciones.
En fin, ¿quiénes movían las piezas del ajedrez? Si le interesa saber quién es quién, esta sección es para usted. Con el paso de los años, la lista de las personas más influyentes acompañó la sección Informe País. En el 2003 se publicaron las 200 personas más poderosas de Centroamérica en orden alfabético por país.
Fue una labor titánica y vale la pena consultar esa edición de colección. A lo largo de estos veinte años de existencia de E&N también se han publicado los empresarios y empresarias más admiradas, cada vez son más mujeres las que están en el sector, las que se atreven no solo a dirigir empresas -muchas de ellas propias- sino a que su experiencia sea contada.
En el 2015 el perfil de los influyentes ha cambiado. Destacan los empresarios porque, según los analistas, la clase política ha tenido un importante descrédito y no se vislumbran estadistas que impulsen transformaciones de fondo, con una base moral, que garantice la eficiencia y la honestidad en el uso de los recursos.
Una cosa llevó a la otra. E&N estaba haciendo un gran trabajo de investigación al presentar las grandes empresas de la región y, en consecuencia, había que mostrar quiénes estaban detrás de ellas, junto a políticos, banqueros, economistas, instituciones y sindicalistas.
Primero se publicaron bajo el título de poderosos, luego de influyentes, esa era la realidad. No necesariamente un gran empresario era una persona influyente y viceversa con el resto de los personajes.
Las fuerzas políticas y militares en algunos países inclinaban la balanza hacia su lado, pero con el tiempo, todo cambia y la situación se revirtió.
Guatemala era el país más polarizado con una gran influencia de políticos y militares. En Honduras influían los políticos y empresarios, aunque la línea entre ambos no era rígida.
En El Salvador predominaban los empresarios, un sector bastante pujante, de los más fuertes de Centroamérica. En Nicaragua de aquellos años la influencia de personajes era un poco más diversa. En Costa Rica el perfil de influyentes lo formaban empresarios, académicos, economistas e incluso, instituciones.
En fin, ¿quiénes movían las piezas del ajedrez? Si le interesa saber quién es quién, esta sección es para usted. Con el paso de los años, la lista de las personas más influyentes acompañó la sección Informe País. En el 2003 se publicaron las 200 personas más poderosas de Centroamérica en orden alfabético por país.
Fue una labor titánica y vale la pena consultar esa edición de colección. A lo largo de estos veinte años de existencia de E&N también se han publicado los empresarios y empresarias más admiradas, cada vez son más mujeres las que están en el sector, las que se atreven no solo a dirigir empresas -muchas de ellas propias- sino a que su experiencia sea contada.
En el 2015 el perfil de los influyentes ha cambiado. Destacan los empresarios porque, según los analistas, la clase política ha tenido un importante descrédito y no se vislumbran estadistas que impulsen transformaciones de fondo, con una base moral, que garantice la eficiencia y la honestidad en el uso de los recursos.
