Empresas & Management

Christian Umaña, el hondureño que fabrica en China y vende al mundo

Es el dueño de Amgoo, la marca que tiene el teléfono inteligente más barato del mundo. Christian Umaña inició Amgoo en sociedad con un empresario chino. Hoy produce unos 800.000 celulares, de 15 modelos, por mes y emplea a unas 1.000 personas en dos plantas.

2015-04-20

Por Gabriela Origlia, de E&N

Foto: Estrategia y Negocios

Nació, se crió, estudió y empezó a trabajar en Honduras. Hoy, con 36 años, lleva cuatro viviendo en China, a donde se trasladó con su esposa y sus dos hijos para dirigir una fábri-ca de teléfonos móviles que había abierto en 2004.

Christian Umaña inició Amgoo en sociedad con un empresario chino. Hoy produce unos 800.000 celulares, de 15 modelos, por mes y emplea a unas 1.000 personas en dos plantas. Entre sus equipos se cuenta el del sistema Android más barato del mundo: US$30 frente a US$100 o US$120 de otras marcas.

Aunque empezó a ensamblar con el foco puesto en Centroamérica, ya comercializa en el resto de la región, en Europa, Estados Unidos, áfrica y en enero desembarcó en India. Vive y tiene sus centros de producción en Shenzhen, una ciudad de 10,5 millones de habitantes a 40 kilómetros de Hong Kong.

La zona alberga importantes compañías de toda la cadena productiva de telefonía. Con cierto asombro, cuenta que sus hijos crecen viendo cómo muchos ciudadanos "de la nada se convierten en grandes empresarios, en dueños de monstruos tecnológicos. Ven que sí se puede y eso es importante. Tendrán una mirada distinta, una mentalidad más abierta. Desde China se mira el mundo entero; acá la perspectiva es mundial y no solo de país".

Ese mismo proceso de apertura transitó su empresa. Cuando se instaló -con muy poco capital invertido- era una ensambladora. Hoy produce equipos de marca propia y para otras compañías. En diálogo con Estrategia & Negocios admite que en su historia hay bastante de fortuito. Hace apenas una década se dedicaba a distribuir teléfonos coreanos y no imaginaba terminar en uno de los centros mundiales de la industria y diseñando estrategias para sumar mercados a su cartera. Asegura que China tiene el ecosistema necesario para la producción de tecnología. No solo por sus bajos costos, sino particularmente por la cadena de proveedores que, para el sector, define como "crucial". Al momento de explicar el éxito de su emprendimiento elige el "equipo multinacional" con el que trabaja: "Mentalidades de todo el mundo nos permiten garantizar estándares de calidad", afirma Christian.

Nació en Honduras, ¿cómo llegó a China?

Pasé mi niñez, mi juventud y buena parte de mi vida de adulto en mi país. Mis padres eran empresarios relacionados con la moda. Crecimos en ese ambiente de negocios, viendo vender, comprar, hacer números. Desde chico miraba el sacrificio que ellos hacían, cómo trabajaban hasta la madrugada. A los 13 o 14 años empecé a colaborar y a entender lo que significaba ser empresario. No era lo mismo que ser trabajador, no era cumplir de 8 a 5 y después irse. Claro que había pros y contras y de todo eso fui aprendiendo.

¿Por ejemplo?

De la buena relación que ellos tenían con los empleados. En los altos y bajos que se vivían en el comer-cio vi como algunos empleados que se habían hecho empresarios los ayudaban cuando, por las vueltas de la vida, estaban en las malas. De todo lo que observé aplico mucho con quienes hoy trabajan para mí; los aconsejo, les digo que pueden lograr más siendo dueños que empleados. Intento motivarlos.

Foto: Estrategia y Negocios

¿Del negocio familiar de indumentaria pasó directo a los teléfonos móviles?

No, trabajé para otras empresas en el área de servicio al cliente. Era una multinacional y ese tiempo me ayudó a comprender muchos procesos que hoy también aplico. Empecé a estudiar Administración de Empresas pero no terminé porque me gustaba hacer negocios. Puse en marcha una empresa, no anduvo, arranqué con otra y así. En el 2003 mi padre, que distribuía productos de Corea, me pidió que ayudara a unos empresarios que querían lanzar su propia marca de celulares y la querían presentar en Centroamérica. Vinieron del Asia, viajamos por la región y vimos que ingresar una marca nueva no era fácil. Había alguna posibilidad, pero con poco volumen. Aunque no sabía nada del sector, los acompañé y analicé cómo era la realidad. Terminé decidiendo que era una oportuni-dad conseguir teléfonos de marcas reconocidas en el Asia y venderlos en Centroamérica.

Se convirtió en un trader, en un revendedor…

Sí, pero al poco tiempo empezamos a tener problemas. Crecíamos muy rápido por los buenos pre-cios pero había problemas de calidad. Además todo el capital que tenía se iba en la siguiente orden. Vivía en riesgo constante de quebrar. Como por el trabajo viajaba mucho empecé a observar que en Asia muchos teléfono fijos usaban la red móvil y pensé que podía trasladar ese sistema a Honduras, donde en muchas zonas geográficas no hay líneas. Presenté el proyecto a un operador y lo aceptó para instrumentarlo en la zona rural. También hubo problemas de calidad, me cancelaron los contratos y el negocio se vino abajo.

¿Entonces? Quebrado y sin plata, ¿qué hizo?

Un proveedor en China me explicó que los inconvenientes se debían a que los teléfonos eran recons-truidos y por eso no alcanzaban el estándar de calidad. Me planteó que montáramos una fábrica, que nos hiciéramos socios. Primero no lo tomé muy en serio, pero cuando empezó a armar todo me decidí y arrancamos con la aventura de la telefonía fija inalámbrica. Nos enfocamos en la calidad y nos fue bien. Entusias-mados, participamos en una feria internacional en Las Vegas y nos dimos cuenta de que -aunque el stand era chico y nosotros fabricantes pequeños- la gente nos tenía un poco de respeto y nos pedía móviles. Empezamos a estudiar la posibilidad ya que estábamos cons-cientes de que no podíamos competir con grandes marcas que tenían toda otra estructura.

Foto: Estrategia y Negocios

¿Cuándo se decidieron a apostar a los móviles?

En 2006 pudimos arrancar con un teléfono. Tenía igual calidad que los de marca pero mejor precio. El gran reto era la marca; no era conocida y todos en Centroamérica y Latinoamérica querían marca. El desafío era enorme. Honduras me dio la oportunidad y empezamos a tener éxito. En el primer año fuimos la marca más vendida en el país; la segunda (que tenía mucho renombre) no llegó ni a la mitad de nuestras ventas. O sea fabricaba en China, pero vivía en Honduras.

¿Qué lo decidió a mudarse?

En Centroamérica la vista es muy corta. Los mercados a los que uno aspira son el del propio país y después piensa puede ser El Salvador, Guatemala y Nicaragua. Fuimos cubriendo toda esa región sin pensar que podíamos llegar fuera de ese núcleo tan chico. Mientras hacía este negocio veía cómo mi socio -que tenía otra fábrica en China- recibía gente de todo el mundo, de áfrica, de India. Y yo me preguntaba quién llegaría a Honduras desde Nueva Delhi a buscar un teléfono. él empezó a decirme que necesitaba más ayuda y comencé a analizar la oportunidad a futuro, tomando en cuenta que mis hijos estaban chicos eva-lué que era el momento adecuado de hacerlo para que ellos crecieran comprendiendo la cultura china y yo enfocarme en el mundo entero. Al poco tiempo me pidieron muestras para Europa y tuvieron buen resultado; teníamos precios competitivos y las marcas nos pidieron que les fabricáramos.

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