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Cognición, educación y desarrollo económico: Retos del sistema Educativo

La educación moderna toma los descubrimientos de las ciencias cognitivas sobre cómo aprende el cerebro humano.

2019-06-23

Por Javier Arguello Lacayo, Fundador y Director Ejecutivo de COGx (*)

¿Cómo medimos el éxito de una educación? ¿De qué depende el éxito académico de cada estudiante? ¿Produce el sistema educativo personas capaces de competir en la economía moderna?

La importancia de la educación es irrefutable, pero estas preguntas producen una gran variedad de respuestas, lo cual implica que no tenemos muy claro qué es una educación exitosa, cómo la debemos medir y/o cómo aseguramos el éxito obteniendo una educación que sea alineada y relevante al contexto económico moderno. Este articulo ofrece una perspectiva desde el punto de vista de los requisitos de la economía moderna y de la ciencia cognitiva aplicada al aprendizaje.

Partimos de la premisa que la economía depende de la capacidad productiva de sus ciudadanos, lo cual es una función del talento de la mano de obra que produce el sistema educativo. El sistema educativo de un país opera de forma simbiótica con la economía y esa relación funge un papel importante en el progreso de los países. Cuando el sistema educativo no prepara a sus graduados a competir en la economía global en la cual inevitablemente competirán, se fomenta de forma implícita la pobreza.

La baja calidad de la educación que Latinoamérica ofrece, en particular en México, Centroamérica y República Dominicana, explica en parte los niveles de pobreza de la región. Incluso, los graduados de las mejores escuelas privadas de la región están recibiendo una educación obsoleta e inadecuada para la economía moderna.

Una Educación Moderna

Una educación moderna toma en cuenta los descubrimientos de las ciencias cognitivas sobre cómo aprende el cerebro humano para lograr tres cambios esenciales.

Primero, hay que reconocer que la manera óptima de aprender es un proceso científico que debe ser enseñado de forma explícita a los alumnos. El curso más importante que puede impartir una escuela a todos sus alumnos es el que explique la ciencia del aprendizaje ya que éste beneficia a todos los demás cursos que ofrece la escuela. El futuro éxito profesional de los estudiantes de hoy dependerá del éxito aprendiendo a aprender de forma independiente y ese debería ser el indicador principal de una educación exitosa. No es posible o aceptable que una educación moderna excluya enseñarles a los alumnos a aprender: que entiendan cómo opera su cerebro, especialmente cómo se aprende de forma óptima.

Abundan estudios científicos que demuestran de forma contundente cómo los estudiantes dependen de estrategias innatas que son infectivas o subóptimas para aprender el material académico que sus profesores les enseñan y cómo puede mejorar de forma significativa el resultado si los estudiantes aprenden la manera óptima (científica) de aprender.

Por ejemplo, las estrategias comúnmente usadas de "subrayar" o "repetir" material que un estudiante estudia para un examen (típicamente estandarizado) son inefectivas, mientras que estudiar "espaciando" y "entrelazando" el material está científicamente comprobado a producir mejores resultados académicos y aprendizaje más profundo. Parte del reto del sistema educativo actual, basado en evaluaciones estandarizadas de rendimiento académico, es que incentiva y produce aprendizaje superficial mientras disminuye la creatividad y hasta cierto punto el pensamiento crítico. La estrategia que usamos para aprender conocimiento nuevo y como evaluamos este conocimiento determina si el conocimiento perdurará o se olvidará después de un examen, como suele ser el caso bajo el sistema educativo actual.

Foto: Estrategia y Negocios



Segundo, la formación académica y profesional de un profesor debe incluir un entendimiento sobre el conocimiento científico de cómo aprenden sus estudiantes. No es posible que una escuela moderna piense que sus alumnos son recipientes homogéneos que aprenden de forma pasiva mientras escuchan una serie de sermones el día entero. La forma de educar a los estudiantes viola los principios científicos más básicos de cómo aprendemos.

Lo más probable es que los profesores de las escuelas privadas más prestigiosas de la región no hayan estudiado la ciencia cognitiva aplicada al aprendizaje en su formación académica o profesional. Esto es una gran lástima para sus alumnos porque las ciencias cognitivas han producido más información sobre cómo aprende el cerebro humano en los últimos 20 años de investigaciones científicas que en el resto de la humanidad. Una escuela moderna debe acceder este conocimiento para capacitar a sus profesores y mejorar el rendimiento académico de sus alumnos. No debería dar clase un profesor hasta que comprenda cómo aprenden sus alumnos e incorpore este conocimiento al diseño de su clase, tomando en cuenta los principios científicos sobre la ciencia del aprendizaje.

Tercero, urge que las escuelas reconozcan la diversidad cognitiva que poseen sus alumnos y la relación entre la cognición y el aprendizaje. El éxito de cada alumno aprendiendo depende de habilidades cognitivas y la metacognición, que se pueden medir de forma clínica y a un bajo costo gracias a avances tecnológicos. Lo más importante es reconocer que las habilidades cognitivas y la metacognición son maleables.
Al fortalecer la cognición y metacognición mejoramos la capacidad de aprender de nuestros alumnos (y el estándar de vida de la sociedad).

Sistemas obsoletos

¿Qué pasa cuando un sistema educativo hace caso omiso a la diversidad cognitiva de sus alumnos y desconoce el perfil de cada estudiante? Veamos como ejemplo la dislexia en Estados Unidos. Uno de cada cinco alumnos tiene dislexia, lo cual dificulta la capacidad de leer con fluidez ya que la dislexia es un déficit de procesamiento del idioma (no tiene nada que ver con problemas de visión o de inteligencia).

A estos alumnos les cuesta decodificar el texto de forma automática, lo cual es esencial para leer con fluidez (y poder comprender). La gran mayoría de los alumnos con dislexia no son identificados en el sistema educativo y muchos terminan en las cárceles. Se estima que un tercio no se gradúa de secundaria, la mitad tienen problemas de adicción y tres de cada cuatro jóvenes encarcelados tienen dislexia. A la vez, dislexia es muy común entre los emprendedores más exitosos, los científicos de NASA y los estudiantes de MIT. En otras palabras, identificar la dislexia y apoyar a estos alumnos eleva el estándar de vida de la sociedad (les permite la innovación que son innatamente buenos a producir) e ignorarlos produce un costo para la sociedad (los lleva a la adición, crimen, encarcelaciones).

Foto: Estrategia y Negocios



La dislexia no debería ser tabú o ignorada por las escuelas ya que al fallar identificándolas el sistema educativo estandarizado los hace sentir como un fracaso y terminan con bajo autoestima, desahogándose, involucrándose en actividades riesgosas (criminal) y buscando escapes en el alcohol y las drogas. A la vez, es posible, efectivo (y hasta rentable a largo plazo) identificar qué estudiantes tienen dislexia, y luego subrindarles el apoyo necesario para aprender a decodificar el texto de forma automática y simultáneamente fortalecer las áreas cognitivas que son afectadas por dislexia.

Si una escuela asume la responsabilidad de educar a sus alumnos debe poseer la capacidad de evaluar cómo aprenden, para identificar los retos que la diversidad de perfiles cognitivos inherentes a toda clase posee y así poder educarlos de verdad. Una educación moderna entiende cómo aprende cada alumno (genera su perfil cognitivo) y puede personalizar la educación con programas que fortalecen la capacidad de aprender de los mismos. Al reconocer que el éxito de una escuela depende en gran parte de las habilidades cognitivas de cada alumno, una escuela no puede ser efectiva mejorando la capacidad de aprender de sus alumnos si no se dedica a medir las habilidades cognitivas de sus alumnos e implementa programas que fortalezcan estas.

Las escuelas que no miden o fortalecen la cognición y metacognición de sus alumnos asumen que los cerebros de los niños son homogéneos. De hecho, esta es la falacia grave del sistema educativo actual, que está obsoleto porque fue desarrollado para la revolución industrial de hace más de doscientos años donde no sabíamos mucho sobre la cognición. Hoy en día es imposible ignorar que hay una gran diversidad neurológica y cognitiva en cada clase. Por lo tanto, no podemos permitir que el sistema educativo evada la responsabilidad de entender y mejorar la capacidad de aprender de sus alumnos.
Una escuela moderna debe medir la cognición y metacognición de sus alumnos y luego determinar que recursos requiere cada alumno para tener éxito.

Retos del sistema Educativo

Foto: Estrategia y Negocios

Los trabajos para los cuales califican la mayoría de las personas en Latinoamérica están siendo automatizados a un ritmo acelerado. Las innovaciones tecnológicas e incorporación de inteligencia artificial a las industrias de manufactura y servicios amenazan directamente la mayoría de los puestos de bajo nivel académico, que son los que predominan en Centroamérica, el Caribe y México.

Hace dos siglos, cinco de cada seis adultos eran analfabetos. Hoy en día, una de seis personas es analfabeta. Alfabetizar era el objetivo de la industrialización.

Los años de escolaridad incrementaron de un promedio menor a un año de formación académica en 1800, a un rango de 5 a 8 años para los países de Centroamérica y Republica Dominicana lo cual es insuficiente para la economía moderna y está significativamente por debajo de los países avanzados (promedian 12+ años de escolaridad).

Los años de escolaridad explican la mejora significativa en los índices de alfabetismo. La revolución industrial provocó la democratización de la educación ya que, para poder participar en la economía de la industrialización, esta requería convertir su fuerza laboral -mayoritariamente campesina y analfabeta-, en una fuerza laboral capaz de leer y con cierta fluidez numérica. A medida que las economías van transformándose, los sistemas educativos deben evolucionar para educar personas capaces de integrarse a la economía moderna.

Existe una brecha abismal y creciente entre las habilidades que demanda la fuerza laboral actual y la oferta del sistema educativo, particularmente pronunciado en Latinoamérica donde la calidad es deficiente, los años de escolaridad insuficientes, y se rigen bajo un sistema educativo obsoleto.

El conocimiento y capacidades que la economía global demanda de la fuerza laboral está lejos de la formación académica que el sistema educativo ofrece. La tecnología y globalización han transformado la economía y las habilidades que requiere de la fuerza laboral. Los trabajos en declive son los que predominan en Latinoamérica. Las labores físicas, comúnmente presentes en agricultura, manufactura, fábricas industriales y/o comercio global continuaran siendo desplazadas por la automatización e inteligencia artificial a un ritmo acelerado.

Estamos formando una generación de estudiantes que no podrá desempeñarse u obtener los trabajos que la economía demanda y los trabajos aptos para su formación académica están desapareciendo a un ritmo acelerado.

A pesar de que los trabajos que requiere la economía moderna han cambiado de forma radical desde la industrialización, cómo educamos a los niños (y cómo medimos el éxito educándolos) no ha cambiado mucho en los últimos 200 años, especialmente en Latinoamérica. Por lo tanto, no vale la pena mejorar un sistema diseñado para la economía del siglo XIX. Urge modernizarlo desde su raíz para que esta refleje el conocimiento científico sobre la forma óptima de aprender para el cerebro humano y la realidad económica del siglo XXI. La educación y la economía deben estar en equilibrio de tal manera que el sistema educativo produzca la oferta (mano de obra) que la economía demanda (empleos) y así prosperen las sociedades.

Cognición & Economía
Los empleos emergentes demandan habilidades cognitivas, particularmente habilidades de pensamiento de orden superior, originalidad y capacidad de ejercer la crítica y el análisis.

Lo que la economía requiere de los graduados de hoy va más allá de lo que la mayoría de las escuelas y universidades enfatizan y producen. El reto está en que las habilidades de orden superior dependen de otras habilidades cognitivas para el proceso de codificación, almacenamiento, recuperación y transformación de la información.

Los procesos de orden superior (metacognitivos y ejecutivos) son críticos para poner en marcha los procesos de orden inferior.

La jerarquía e interdependencias entre habilidades cognitivas son fundamentales para fortalecer la capacidad de aprender de un estudiante. Por ejemplo, la codificación, almacenamiento y recuperación de información son componentes de la memoria a largo plazo la cual es indispensable para acumular conocimiento académico. Esta se fortalece aprendiendo las técnicas para codificar y almacenar información y las estrategias para recuperar información. Dominando y aplicando ambas se fortalece la memoria de largo plazo y eficiencia aprendiendo. Pero, la codificación depende de tres áreas cognitivas que trabajan de forma interdependiente: la velocidad de procesamiento, la atención y la memoria de trabajo.

Por lo tanto, entender el perfil cognitivo de cada alumno nos permite desarrollar programas que se pueden enfocar en las áreas deficientes para fortalecerlas. Para producir estudiantes con habilidades de pensamiento de orden superior, debemos conocer y fortalecer las de orden inferior. Un estudiante efectivo, capaz de aprender de forma independiente inevitablemente desarrolla la metacognición: conoce y sabe autorregular los procesos mentales requeridos para su aprendizaje.

Nuestras habilidades cognitivas de orden superior e inferior junto con la metacognición se pueden medir y predicen cuan eficaz será un estudiante aprendiendo. La economía moderna demanda que los empleados sean autodidácticos y la ciencia cognitiva revela que la cognición y metacognición son maleables: se pueden fortalecer. Y esta responsabilidad le corresponde al sistema educacional.

Aprendices vitalicios

La industria tecnológica seguirá siendo el motor de crecimiento global, productividad y fuente de empleo con mayor auge. Esta requiere habilidades tecnológicas, incluyendo la capacidad de programar. Aunque la demanda siga surgiendo para programadores, estos continuarán siendo una minoría (creciente) del mercado laboral global.

Pero, afectan a todos ya que son el motor del cambio y requieren que el resto de la fuerza laboral (o la mayoría que lograra beneficiarse y ser competitiva) tenga suficiente conocimiento tecnológico para integrarse a la economía moderna.

Aunque la economía moderna no requiera que todos seamos programadores o científicos, el efecto que estos tienen en todos los rubros de la economía es universal y transversal. La "destrucción creativa" que provoca la innovación tecnológica ha creado por primera vez en la historia una generación de estudiantes que se preparan para entrar a una economía que demandará de ellos trabajos que hoy en día no existen.

Estamos educando a jóvenes para asumir puestos que aun no se han creado. Lo único que sabemos es que los que triunfarán compitiendo en la economía que heredarán son los estudiantes que tengan la capacidad de ser autodidácticos, los graduados que aprendan a aprender y sean aprendices vitalicios serán los más exitosos incorporándose a una economía dinámica que constantemente requerirá que actualicen su conocimiento y habilidades.

Los profesionales de mañana serán estudiantes perpetuos ya que podrán procesar información compleja, discerniendo entre información valiosa e información superflua, y así convertir eficientemente la información que procesan en conocimiento. La capacidad de adquirir conocimiento nuevo depende en gran parte de cuan amplia es la base de conocimiento previo.

La capacidad de aprender amplía nuestro conocimiento, lo cual es fundamental para el pensamiento crítico, la comunicación, la creatividad e innovación de una sociedad. Y de esto depende nuestro futuro.

Cuando la oferta educativa logre abastecer los requisitos de la economía moderna la educación será más personalizada, informal y continua; graduarse será esencial pero simbólico ya que la económica del conocimiento es dinámica y premiará a los que continúen aprendiendo de forma independiente y posean un apetito intelectual insaciable. El futuro les pertenece a los graduados que desarrollen una relación perpetua con el aprendizaje. Es hora de que el sistema educativo reconozca la realidad de la economía y se modernice para que sus graduados se puedan incorporar a esta con éxito y así podamos elevar el estándar de vida de la región


(*) COGx es una firma de investigación y desarrollo en el área de ciencias cognitivas aplicadas al aprendizaje basada en Washington, DC.

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