POR AFP
La Unesco anunció este miércoles en Rabat la inscripción en el listado de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad a la Semana Santa de Guatemala, una fiesta popular que fusiona la herencia colonial y la tradición maya en la que participan miles de fieles y penitentes.
“Expertos de todo el mundo estudiaron los elementos que componen a nuestra Semana Santa, logrando una histórica y emocionante votación” en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), dijo el viceministro del Patrimonio Cultural, Mario Maldonado.
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“La Semana Santa la vivimos diferente al mundo” en Guatemala, declaró por su parte a la AFP el ministro de Cultura, Felipe Aguilar.
Destacó que las costumbres en el país, así como su música, la comida y el arte, son resultado de una “fusión de culturas”, una expresión de sincretismo entre el catolicismo llegado de España y las creencias ancestrales mayas.
La celebración de la Semana Santa comenzó en Guatemala en el siglo XVI con los conquistadores españoles, pero los nativos mayas la mezclaron con sus tradiciones y su cosmovisión.
“La influencia prehispánica que tiene la Semana Santa guatemalteca la convierte en única”, resaltó Aguilar.
Las expresiones culturales mayas y españolas fueron mezclando además con las de los afrodescendientes y transformando a lo largo de los siglos.
- “Gateadores” -
En San Andrés Sajcabajá (noroeste), cada Viernes Santo unos 15 penitentes, con taparrabos y el rostro cubierto, recorren arrodillados unos cinco kilómetros con espinas en la cabeza o en la espalda.
De esta forma el pueblo K’che’ recrea la pasión de Cristo, buscando expiar los pecados, pedir perdón o dar las gracias al Creador.
Para que estos “gateadores” no se dañen las rodillas, otros devotos van colocando alfombras de hilos en el suelo.
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También hay procesiones con miles de fieles que visten túnicas moradas o negras, con el rostro con capucha o “cucurucho”, que llevan en andas imágenes de Cristo y de la Virgen María.
Sobre el asfalto se colocan vistosas alfombras multicolores de aserrín o flores, que van siendo destruidas con el paso lento de los fieles, al sonido de la chirimía (oboe artesanal), tambor y bandas de música sacra.
Por ello, la Semana Santa en Guatemala trasciende lo religioso y es una “fiesta nacional”, que “se convirtió en un aspecto netamente cultural y de identidad nacional”, afirma Aguilar.
En los hogares se cocinan platillos típicos, como conservas dulces, curtidos de verduras y pescado seco preparado de distintas formas.
Y en las calles de las procesiones y cerca de las iglesias se instalan puestos de comida y vendedores ambulantes que venden comida, golosinas y toda clase de productos.
Los mayas fueron una de las principales civilizaciones prehispánicas de Mesoamérica y actualmente representan el 42% de los 17 millones de habitantes del país.
Sus primeras ciudades florecieron unos 2.000 años a.C. y sus vestigios son un atractivo turístico no solo en Guatemala, sino de naciones vecinas como México, Belice, Honduras y El Salvador.
- “Fuerte y arraigada” -
“Es un fenómeno cultural y religioso que se replica en todos los municipios del país. Es la fiesta nacional del guatemalteco”, destacó Fernando Barillas, de la Asociación Guatemalteca de Cucuruchos Seculares.
El grupo reúne a devotos cargadores que buscan entender y analizar “desde la sociología, semiología, economía y distintas ciencias” la Semana Santa.
“No hay nada más grande a nivel de fiesta” en la cultura popular del país, sobrepasando en fervor a la Navidad o el Corpus Christi, dijo Barillas.
“Es la que mayor auge y mayor fuerza tiene a pesar de los cambios generacionales y a pesar de la pérdida de fieles católicos” en Guatemala ante la expansión de la iglesia evangélica, explicó.
“Esta tradición se mantiene fuerte y arraigada en el ideario de la cultura popular tradicional del guatemalteco. Es un reconocimiento justo, necesario e importante”, expresó Barillas.