Centroamérica & Mundo

Las claves del maratón electoral latinoamericano ¿Hacia dónde se mueve la región?

En 2018 América Latina celebró comicios en Costa Rica, Paraguay, Venezuela, Colombia, México y Brasil; en 2019 habrá tres sufragios en Centroamérica. El Salvador ya tiene presidente electo y no pertenece a los partidos tradicionales.

2019-02-10

Por Daniel Zovatto*

América Latina celebró en 2018 uno de sus maratones electorales más importantes. Entre febrero y octubre, tuvieron lugar seis elecciones presidenciales: Costa Rica, Paraguay, Venezuela, Colombia, México y Brasil.

A ello debemos agregar, por su impacto en nuestra región, las particulares "elecciones" cubanas que dieron paso a la transición controlada de Raúl Castro a Miguel Díaz-Canel en la presidencia del Consejo de Estado, y las elecciones de medio período en los EE.UU., en las cuales si bien Trump mantuvo el control del Senado, perdió su mayoría en la Cámara de Representates.

Estas elecciones tuvieron lugar en un contexto económico mediocre (BM pronostica un crecimiento promedio regional de 0,6%) y un panorama social preocupante: la pobreza ha vuelto a aumentar, la reducción de la desigualdad se ha estancado y el mercado laboral continúa incapaz de generar los empleos de calidad que la región necesita.

Este rally electoral coincide además con la crisis de mediana edad que la democracia latinoamericana atraviesa justo cuando estamos celebrando el cuadragésimo aniversario del inicio de la Tercera ola en Latinoamérica.

Según el Latinobarómetro 2018, el nivel de apoyo a la misma vuelve a caer para ubicarse en el 48%, el nivel más bajo desde 2001. Esta disminución viene acompañada de un aumento del número de indiferentes (entre gobierno democrático o autoritario) que salta de 16 al 28%, y un importante incremento de la insatisfacción con la democracia que pasa del 51 al 71%, todo ello acompañado de un bajo nivel de confianza en las elecciones, los tribunales electorales y, sobre todo, en relación con los partidos políticos y los congresos.

Tendencias

Estas seis elecciones presidenciales presentan un conjunto de tendencias, entre las que destacan las siguientes:

1. Alto nivel de malestar

La totalidad de los procesos electorales se caracterizan por un alto nivel de malestar ciudadano con la política y las élites; fenómeno que me llevó a calificarlas como las elecciones del enojo. Este sentimiento de malestar generó en varios países un voto anti, un voto de rechazo con el gobierno y los partidos tradicionales unido a la irrupción de candidatos anti-establishment, con un fuerte sesgo personalista. Jair Bolsonaro en Brasil y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) son los dos principales ejemplos de esta tendencia.

2. Alto nivel de incertumbre

La mayoría de estas elecciones se caracterizaron por un alto nivel de incertidumbre, volatitilidad y polarización, determinando qu e las opciones de centro no fuesen vista como una alternativa por la gran mayoría del electorado (sobre todo en Brasil y Colombia).

3. En busca de la coquista de los sectores medios

Los sectores medios, más pragmáticos que ideologizados, exigentes y pocos pacientes, jugaron un papel clave al privilegiar a candidatos que sintonizaran con sus demandas y que ofrecieran resultados rápidos y concretos.

4. La elección de la alternancia

Mientras que en las tres principales economías: Colombia, México y Brasil hubo alternancia, por el contrario en Costa Rica y Paraguay vimos continuidad oficialista. La reelección inmediata sólo tuvo lugar en la farsa electoral venezolana, en la que Nicolás Maduro fue reelecto en un proceso electoral carente de toda legitimidad.

5. Elecciones definidas en el balotaje

En la mitad de estas seis elecciones (Costa Rica, Colombia y Brasil) fue necesario ir a un balotaje para definir al presidente; fenómeno que se ha vuelto cada vez más frecuente.

6. La necesidad de creear consensos con el legislativo

A excepción de la elección mexicana, en la que AMLO obtuvo mayoría en ambas cámaras del Congreso, en los restantes casos l os presidentes electos no obtuvieron mayoría propia en el Congreso, lo que anticipa una gobernabilidad compleja y una mayor dificultad para aprobar las reformas estratégicas (fiscales, laborales, de pensiones) que muchos de estos países requieren adoptar con urgencia.

7. La sombra de la corrupción

Los graves escándalos de corrupción que recorren la región (potenciados por Lava Jato y Odebrecht), vinculados con el financiamiento político, junto con los altos niveles de inseguridad ciudadana, fueron dos temas muy presentes en la casi totalidad de las campañas electorales.

8. El boom de las redes sociales llega a la política

En varios de estos procesos, las redes sociales jugaron un papel crecientemente importante (en particular el uso de whatsapp en Brasil), desplazando progresivamente a los medios tradicionales. Este factor presenta nuevos e importantes desafios tanto en materia regulatoria como en el terreno del control que deben llevar a cabo las autoridades electorales.

9. El peso del voto evangélico

Los grupos evangélicos vienen ganando una influencia cada vez mayor en un número importante de los procesos electorales, destacando en 2018 los casos de México y, sobre todo los de Costa Rica y Brasil.

10. Ausencia de mujeres en el poder

Como efecto de la conclusión del período de gobierno de Michelle Bachelet, el pasado mes de marzo, en la actualidad no hay ninguna presidenta mujer en América Latina.

Balance

Los resultados de este super ciclo electoral están reconfigurando políticamente a la región, sobre todo en América del Sur, donde vemos una tendencia a favor de gobiernos de derecha en sus dos versiones, ultra (Bolsonaro) y liberal (Macri, Piñera y Duque), una crisis del centro izquierda y un debilitamiento del ALBA. En cambio, el triunfo de AMLO (centro izquierda) y la diversidad ideológica de los gobiernos del Istmo presenta un contexto diferente en México y América Central.

Pero la prudencia aconseja esperar los resultados de las tres elecciones centro americanas: Panamá y Guatemala y, sobre todo, de los tres procesos sudamericanos: Bolivia (Evo buscará su tercera reelección consecutiva en unas elecciones muy cuestionadas), Argentina (Macri intentará ser reelecto pese al difícil contexto socio-económico) y Uruguay (el Frente Amplio buscará un cuarto triunfo consecutivo) antes de emitir una opinión definitiva acerca de si la región ha entrado en un nuevo ciclo con claro predominio de la derecha o, si por el contrario, se mantendrá la heterogeneidad ideológica.

Resumiendo: la agenda electoral 2019 será intensa.

El voto del enojo y del rechazo así como la incertidumbre y la polarización continuarán presentes, y los sectores de clase media seguirán jugando un papel central en la definición de los resultados. Será, asimismo, un año en el que los nuevos mandatarios deberán concentrar su energia en recuperar la confianza ciudadana, aprender a gobernar en un contexto de alta incertidumbre y, sobre todo, producir resultados rápidamente.

Caso contrario, la desilusión podria gatillar una acelerada pérdida de apoyo popular, un aumento de la conflictividad y una gobernabilidad crecientemente compleja. Por todo ello, lo que ocurra en el Brasil de Bolsonaro, en el México de AMLO y en la Colombia de Duque, así como con las reelecciones de Evo y Macri serán clave para nuestra región

(*) El autor es director regional de IDEA Internacional para América Latina y el Caribe.

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