Por AFP
Vicepresidente durante los últimos cinco años de la Revolución Sandinista (1979-1990) al lado del actual mandatario Daniel Ortega, el Premio Cervantes de Literatura considera, en una entrevista con AFP, urgente que el gobernante se aparte del poder lo antes posible y frene la represión que ha dejado 178 muertos en dos meses de protestas.
Pregunta: ¿Cómo analiza lo que pasa en Nicaragua con las protestas opositoras?
Respuesta: En dos meses la cifra de muertos es muy alta, lo veo con gran preocupación. La solución la veo muy confusa, muy improbable.
Escuchando a delegados del gobierno en el diálogo (con opositores), el cinismo con que tratan de culpar al pueblo desarmado de los actos de violencia que han dejado un reguero de muertos me parece inaudito.
Veo una ola de violencia gubernamental provocada desde el poder público que nunca se había visto en la historia de Nicaragua desde la dictadura de (Anastasio) Somoza.
P: ¿Cómo ve la resistencia de la población?
R: Creo que la gente quiere un cambio político, no quiere más derramamiento de sangre, pero lo difícil que veo es que ese cambio pacífico se dé mañana.
P: La comunidad internacional ha hecho llamados a cesar la represión, ¿falta más presión?
R: Sí, pero eso no es todo, el problema es interno, la voluntad del propio gobierno. Veo una situación bastante desesperada en Nicaragua y lo que está delante de mis ojos son los muertos, la gente inocente que está muriendo todos los días.
P: Una de las salidas que se han planteado a esta crisis es que Ortega se quede al frente del gobierno y convoque elecciones.
R: Creo que tendría que haber una muy buena voluntad de la gente para aceptarlo. Yo estoy a favor de una salida pacifica. Si el presidente Ortega dice 'yo me voy el año que viene', se pueden organizar unas elecciones bajo una autoridad distinta, bajo una supervisión electoral (internacional).
Lo que veo difícil es que, con tanta saña, la gente quede satisfecha con eso.
P: ¿Cómo hacer para que la salida sea aceptable para la población?
R: Debería ser una salida concreta, verificable, de carácter político y de justicia. Las dos cosas van juntas.
Esas fuerzas violentas deben ser metidas en cintura, que desaparezcan de las calles, (de lo contrario) seguimos poniendo una cuota de cinco, seis muertos diarios.
P: También se habla que Ortega deje el país junto a su familia, una situación parecida a la de Somoza hace 39 años.
R: A mí me tiene sin cuidado que el presidente y su familia vivan donde vivan. Lo importante es que se aparten del poder. Que dejen entrar al país por el camino democrático, se pare la matanza, se abra la oportunidad de una verdadera elección democrática y tengamos paz.
- Prohibir reelección -
P: La agenda propuesta por los obispos sugiere cambios como los que había en la Constitución reformada de 1995, ¿qué piensa de eso?
R: Lo que aquí se necesita para acompañar este proceso y hallar una salida democrática son reformas constitucionales que prohíban la reelección presidencial, que creen una verdadera separación de poderes, que creen organismos de control del poder, un organismo electoral verdaderamente independiente, un poder judicial sano, una contraloría que verdaderamente controle la corrupción.
P: Eso estaba en la Constitución de 1995, ¿qué hay que hacer para que quien asuma el poder respete la ley?
R: Esa Constitución fue cambiada en un pacto político entre Daniel Ortega y (el expresidente) Arnoldo Alemán (en el 2000). Las bases eran para permitir la reelección y que los dos volvieran al poder con un número de votos más bajo.
Esto es parte de la corrupción política que ha vivido el país muchas veces.
En este momento lo que necesitamos es salir de esta situación de terror, de muerte que vive el país.
P: ¿Hay riesgo de guerra civil?
R: Si no hay voluntad política yo temo que se dé una situación como esa, lo que es totalmente indeseable. He vivido una guerra civil y sé lo que eso significa. He vivido la guerra de la contra (década de 1980) y sé lo que eso significa, más de 50 mil vidas.
R: Ellos viven en otro mundo, un mundo no real. Para sus empleados en el diálogo los asesinatos no existen, la policía nunca ha disparado, los que están en los tranques (bloqueos) son los que asesinan, matan, roban.
P: ¿Cómo interpreta que Ortega recurra a Estados Unidos en este conflicto?
R: Una cosa es el discurso antimperialista, la retórica, pero otra cosa es que Daniel Ortega está negociando con Estados Unidos su salida.
Estados Unidos siempre está en la historia de Nicaragua, cualquiera que sea el color político del caudillo: azul, comunista, marxista...
P: ¿Es impensable?
R: Es incongruente, pero bueno, si esa fuera la salida, no me importa el discurso retórico, si se entiende con Estados Unidos y lo saca (del poder), pues yo encantado.
Vicepresidente durante los últimos cinco años de la Revolución Sandinista (1979-1990) al lado del actual mandatario Daniel Ortega, el Premio Cervantes de Literatura considera, en una entrevista con AFP, urgente que el gobernante se aparte del poder lo antes posible y frene la represión que ha dejado 178 muertos en dos meses de protestas.
Pregunta: ¿Cómo analiza lo que pasa en Nicaragua con las protestas opositoras?
Respuesta: En dos meses la cifra de muertos es muy alta, lo veo con gran preocupación. La solución la veo muy confusa, muy improbable.
Escuchando a delegados del gobierno en el diálogo (con opositores), el cinismo con que tratan de culpar al pueblo desarmado de los actos de violencia que han dejado un reguero de muertos me parece inaudito.
Veo una ola de violencia gubernamental provocada desde el poder público que nunca se había visto en la historia de Nicaragua desde la dictadura de (Anastasio) Somoza.
P: ¿Cómo ve la resistencia de la población?
R: Creo que la gente quiere un cambio político, no quiere más derramamiento de sangre, pero lo difícil que veo es que ese cambio pacífico se dé mañana.
P: La comunidad internacional ha hecho llamados a cesar la represión, ¿falta más presión?
R: Sí, pero eso no es todo, el problema es interno, la voluntad del propio gobierno. Veo una situación bastante desesperada en Nicaragua y lo que está delante de mis ojos son los muertos, la gente inocente que está muriendo todos los días.
P: Una de las salidas que se han planteado a esta crisis es que Ortega se quede al frente del gobierno y convoque elecciones.
R: Creo que tendría que haber una muy buena voluntad de la gente para aceptarlo. Yo estoy a favor de una salida pacifica. Si el presidente Ortega dice 'yo me voy el año que viene', se pueden organizar unas elecciones bajo una autoridad distinta, bajo una supervisión electoral (internacional).
Lo que veo difícil es que, con tanta saña, la gente quede satisfecha con eso.
P: ¿Cómo hacer para que la salida sea aceptable para la población?
R: Debería ser una salida concreta, verificable, de carácter político y de justicia. Las dos cosas van juntas.
Esas fuerzas violentas deben ser metidas en cintura, que desaparezcan de las calles, (de lo contrario) seguimos poniendo una cuota de cinco, seis muertos diarios.
P: También se habla que Ortega deje el país junto a su familia, una situación parecida a la de Somoza hace 39 años.
R: A mí me tiene sin cuidado que el presidente y su familia vivan donde vivan. Lo importante es que se aparten del poder. Que dejen entrar al país por el camino democrático, se pare la matanza, se abra la oportunidad de una verdadera elección democrática y tengamos paz.
- Prohibir reelección -
P: La agenda propuesta por los obispos sugiere cambios como los que había en la Constitución reformada de 1995, ¿qué piensa de eso?
R: Lo que aquí se necesita para acompañar este proceso y hallar una salida democrática son reformas constitucionales que prohíban la reelección presidencial, que creen una verdadera separación de poderes, que creen organismos de control del poder, un organismo electoral verdaderamente independiente, un poder judicial sano, una contraloría que verdaderamente controle la corrupción.
P: Eso estaba en la Constitución de 1995, ¿qué hay que hacer para que quien asuma el poder respete la ley?
R: Esa Constitución fue cambiada en un pacto político entre Daniel Ortega y (el expresidente) Arnoldo Alemán (en el 2000). Las bases eran para permitir la reelección y que los dos volvieran al poder con un número de votos más bajo.
Esto es parte de la corrupción política que ha vivido el país muchas veces.
En este momento lo que necesitamos es salir de esta situación de terror, de muerte que vive el país.
P: ¿Hay riesgo de guerra civil?
R: Si no hay voluntad política yo temo que se dé una situación como esa, lo que es totalmente indeseable. He vivido una guerra civil y sé lo que eso significa. He vivido la guerra de la contra (década de 1980) y sé lo que eso significa, más de 50 mil vidas.
Negociación con EEUU
P: ¿Qué piensa de cómo responde el gobierno a esta crisis?R: Ellos viven en otro mundo, un mundo no real. Para sus empleados en el diálogo los asesinatos no existen, la policía nunca ha disparado, los que están en los tranques (bloqueos) son los que asesinan, matan, roban.
P: ¿Cómo interpreta que Ortega recurra a Estados Unidos en este conflicto?
R: Una cosa es el discurso antimperialista, la retórica, pero otra cosa es que Daniel Ortega está negociando con Estados Unidos su salida.
Estados Unidos siempre está en la historia de Nicaragua, cualquiera que sea el color político del caudillo: azul, comunista, marxista...
P: ¿Es impensable?
R: Es incongruente, pero bueno, si esa fuera la salida, no me importa el discurso retórico, si se entiende con Estados Unidos y lo saca (del poder), pues yo encantado.
