Claves del día

'Pecadores, sí; corruptos, jamás'

"Pecadores sí, corruptos jamás. El primero reconoce con humildad ser pecador y pide continuamente el perdón para poderse levantar, mientras que el corrupto es elevado a sistema, se convierte en un hábito mental, en un modo de vida". El mensaje del Papa apela al corazón de la gente, no a la razón de quienes se empeñan en seguir perpetuando un sistema que muestra importantes síntomas de decadencia. En un México donde el liderazgo se ha convertido en una expresión de vanidad, donde la soberbia del poder impide ver la realidad tal cual es, en donde no existe la voluntad de muchos para reconocer, replantear, corregir y mejorar, la esperanza está cimentada en un cambio de mirada profundo, en la posibilidad de construir un nuevo paradigma a partir de lo que nos une y no de lo que nos divide. El secreto del Papa es el mismo que han guardado los jesuitas durante siglos: apostar a la mínima probabilidad para que el milagro suceda. Por eso el Papa sorprende una y otra vez pues no dice ni hace lo que todos esperan, él se mueve en un plano donde todo es posible, el del corazón, el único logar donde puede sanar la herida profunda. (Fuente: Armando Regil Velasco- ESPECIAL PARA EL PAIS)

    2016-02-16

    "Pecadores sí, corruptos jamás. El primero reconoce con humildad ser pecador y pide continuamente el perdón para poderse levantar, mientras que el corrupto es elevado a sistema, se convierte en un hábito mental, en un modo de vida". El mensaje del Papa apela al corazón de la gente, no a la razón de quienes se empeñan en seguir perpetuando un sistema que muestra importantes síntomas de decadencia. En un México donde el liderazgo se ha convertido en una expresión de vanidad, donde la soberbia del poder impide ver la realidad tal cual es, en donde no existe la voluntad de muchos para reconocer, replantear, corregir y mejorar, la esperanza está cimentada en un cambio de mirada profundo, en la posibilidad de construir un nuevo paradigma a partir de lo que nos une y no de lo que nos divide. El secreto del Papa es el mismo que han guardado los jesuitas durante siglos: apostar a la mínima probabilidad para que el milagro suceda. Por eso el Papa sorprende una y otra vez pues no dice ni hace lo que todos esperan, él se mueve en un plano donde todo es posible, el del corazón, el único logar donde puede sanar la herida profunda. (Fuente: Armando Regil Velasco- ESPECIAL PARA EL PAIS)

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