La miniaturización, las mejoras de las baterías, la bajada de los costes de fabricación hardware, el crowdfunding o una moda para la tecnología son algunos de los numerosos factores que han impulsado ciertas tendencias como puede ser la de los wearables. En su definición más sencilla, un wearable es un dispositivo tecnológico que llevamos encima. Esto engloba muchos dispositivos, desde smartwatches, pulseras biométricas, gafas inteligentes a todo tipo de dispositivos, cada cual más especializado y miniaturizado.
¿Una moda?
Moda: Gusto, costumbre o uso, o conjunto de ellos, propios de un grupo, un período de tiempo o un lugar determinados. Hubo un año donde regalar un Fitbit o un Nike Fuelband era lo más trendy del mundo. Regalo perfecto para alguien que ya era un runner o un incentivo para que lo empezara a serlo. Que después fuera verdaderamente útil ya no importaba tanto. Estos casos pertenecen totalmente a la categoría moda: regalo tecnológico que seguramente acabará en un cajón con el resto de gadgets de cumpleaños o navidad. ¿Entonces por qué han sobrevivido al tiempo? (Tres años en tecnología son muchos años)
¿Una necesidad?
Porque al final cubren una necesidad que, igual que pasó con el smartphone, el propio dispositivo ha creado. Para un runner, ser capaz de acumular sus datos biométricos, distancias, tiempos, sacar estadísticas de progresos, empujarle a mejorar gracias a técnicas de gamificación (simple de llevar a cabo gracias a la tecnología) hacen que volver atrás para el usuario sea muy complicado, porque ahora ya existe la necesidad.
¿Una evolución?
Nuestra dependencia hacia los móviles es una realidad con la que tenemos que convivir, y para muchos se ha vuelto indispensable y mucho de lo que hacemos gira en torno a este dispositivo o más bien a sus funcionalidades. Porque el móvil no es nada más ni nada menos que una herramienta (muchos lo asemejan a una extensión de nuestra mano, herramienta por excelencia) y como toda herramienta potente, está destinada a evolucionar para ser cada vez más eficaz. Una de la forma que hemos encontrado para mejorar el móvil es añadirle extensiones especializadas, unos auriculares bluetooth, una pantalla cada vez más grande, más y más GB de almacenamiento, etc… ¿o por qué no un s martwatch como extensión contextual del móvil?.
Un dispositivo, que por ser un wearable, llevamos encima en cada momento, capaz de mostrar notificaciones en tiempo real (en el móvil las recibimos en tiempo real pero no las leemos en tiempo real y aquí está una gran ventaja de los smartwatch) cuando realmente se hace necesario una actuación urgente de nuestra parte (Se realiza un pago dudoso con mi tarjeta, "vvvvrrrrrrrr", siento la vibración del reloj y tengo 5...4...3...2...1 para cancelarlo).
¿El futuro?
Aquí el smartwatch actúa como una extensión, una evolución de nuestro móvil, haciéndolo más eficiente. En este sentido, no sería de extrañar ver nacer una multitud de dispositivos wearables realizando funcionalidades del móvil de una forma más eficiente (cámaras en las gafas, firma en anillos, audífonos para recibir información de voz). En este sentido las Google Glass nos enseñaron dónde está el límite actual pero también las posibilidades de extrapolar ciertas funcionalidades del móvil a otros dispositivos wearables, d ejando el móvil como un dispositivo para almacenar datos, proporcionar conectividad, geoposicionamiento y ciertas tareas de más alto nivel y los wearables para funcionalidades específicas. Y todavía queda mucho espacio que recorrer y conquistar: hace unos meses Google enseñó su piloto "Jacquard", de tela inteligente como próxima interfaz de usuario. Después del sector financiero, el teleco, el transporte, parece que a la moda le toca el momento de reinventarse otra vez….se agradece.
