Centroamérica & Mundo

La capacidad de desarrollar sueños y futuro

Es muy humano querer saber qué estar por venir, adelantarse a algo, a la lotería, la lluvia, al tráfico (gracias Waze), a cualquier cosa. Entrando en 2016 todo es propicio para llenarnos de tendencias futurísticas y predicciones como si de Alvin Toffler se tratara.

    2016-01-05

    Por: óscar D. Rojas Morillo*

    Hay quienes vaticinan cómo será la economía o la política a partir, supongo, de sesudos análisis de escenarios en modelos Montecarlo o cruzando estudios y sumando factores que en un inicio no tendrían congruencia pero que al final terminan teniéndola; y hay quienes se aventuran a señalar hacia dónde vamos en términos de consumo sin imaginar cual será el próximo cisne negro que cambiará una vez más nuestra forma de pensar o hacer. No importa qué, siempre queremos saber sobre qué terreno estaremos en un determinado momento.

    La ley de Moore. HiTec, pero no se asuste, todo tiene una razón, ya lo verá al final> Desde cuando estudiaba robótica y soñábamos con construir al T800 modelo Cyberdyne 101 de Skynet existía un impedimento en términos de rendimiento de hardware que sabíamos que se resolvería cada año, pero que debido a la voracidad de los programadores e ingenieros por más performance se formaba un loop infinito de mejora que se satisfacía y se consumía a si mismo constantemente (al más puro estilo del mito de Sísifo). La ley que describe este "movimiento", no es ley per se, está basada únicamente en observaciones y predicciones de Gordon Moore, uno de los cofundadores de Intel que desde el año 1965 sugiere y lo sigue cumpliendo a la fecha, que cada dos años se duplica la cantidad de los transistores en los circuitos integrados. Para entendernos mejor: esos diminutos chips ejecutantes de lógica se hacen el doble de potentes cada 24 meses, por ende, la capacidad de procesar más información o de generar de manera más óptima tareas complejas crece de manera proporcional a esta ley. Esto sin duda ha generado un estándar en la industria y también ha puesto nuestra mente a pensar en modo SciFi. Dos ejemplos que grafican perfectamente lo que les quiero decir y muestra la Ley de Moore en toda su extensión: Todo el código que programó la NASA (rutinas de apertura y cierre de puertas, estabilidad, secuencias de despegue y aterrizaje, seguridad, temperatura, brújula, calendario) para llevar y traer con éxito a los astronautas de la misión del Apolo XI a la Luna en cohete y en módulo lunar cabe en un disquete de 5 ¼" (si usted es de la generación Z ni lo intente, ni los vio), estamos hablando de más o menos 360kB de información!!! Un chiste a día de hoy. ¿Sorprendido?, Piense en esto: cada vez que los smartphones cambian de modelo (algo que sucede cada dos años aproximadamente, no se extrañe desde ahora del por qué) observe que microprocesador no es un poco más rápido, es 3 y cuatro veces más que la versión anterior (lo que es ir a la velocidad de la luz con respecto al otro), y no es publicidad, es cierto. La razón está en la Ley de Moore.

    Mi papá se sorprendía mucho por los avances de la tecnología que le había tocado ver y vivir, algo lógico habiendo pasado un 73% de su vida (un cálculo real) sin celular hasta que tuvo su primer teléfono en forma de bloque a principios de los 90 del siglo pasado. En su 27% de vida restante vio adelgazar el teléfono hasta límites inverosímiles (ya no era bloque sino pluma… una vez más, una cuestión de chip y transistores), de las teclas al touchscreen, del monocromo al mil millones de colores y hasta ver a sus últimos nietos jugar con tan solo dos años con una tableta (imaginen la cara de alguien que fue al el cine en 1968 por 2001: Odisea en el espacio al ver semejantes cambios). Esto porque tanto mi papá como cualquiera de nosotros tendemos a linealizar las cosas, cuando en realidad, al menos este tipo de avances y la Ley a la que me he venido refiriendo, es exponencial… por eso mi viejo vivía sorprendido de todo porque mientas veía los avances en una línea recta con pendiente, la realidad es una curva logarítmica en donde todo se acelera.

    La Ley de Kurzweil. Si Moore se refiere directamente al mundo de los transistores, Raymond Kurzweil propone la Ley de rendimientos acelerados, donde todo (ya no solo la tecnología de chips, que también lo hace, sino toda la vida en sí) se supera a un ritmo casi supersónico (relean el ejemplo del asombro de mi padre). Si llevamos al campo cibernético lo que planteo vemos que estamos desde hace un tiempo por primera vez en un paradoja que era inclusive esperada por muchos: Hoy tenemos más capacidad de procesamiento (hardware) que nunca, pero no somos capaces de utilizarla del todo porque o nos falta alimentar mejor a nuestras neuronas o porque faltan más talentos que demanden la capacidad instalada con que contamos actualmente, y lo que es más paradójico aun, sigue creciendo esta brecha de forma exponencial según la ya explicada Ley de Moore. Lo más interesante aun es que Kurweil vislumbra momentos fronteras donde la tecnología o la inteligencia existente ya no puede superar el reto que se le presenta, en ese instante se presenta lo que se denomina una singularidad y es allí donde otra tecnología, manera de pensar, acción o lo que sea desde la humanidad se aplica para superar ese momento limite, donde se debe romper no uno sino todos los paradigmas existentes juntos y a la misma vez.

    Las leyes y nuestro futuro. Este año 2015 trajo a nivel Latinoamérica unos hechos muy interesantes a nivel sociopolítico que vale la pena pensar tanto como un todo como por separado, me limito a los cuatro primeros de todos los que se me ocurren: en Guatemala lograron hacer renunciar al binomio presidencial a punta de redes sociales, sin una piedra, ni un punto de sutura de nadie, ni una bomba lacrimógena, nada. Chapeau Guatemala. En Argentina luego de 12 años hay un cambio de rumbo, un país complicado y rico en historia, orgulloso y enorme va a cambiar radicalmente esta vez comandado por un CEO y no por un político de raza como era lo usual. En Brasil, el que da la primera letra al grupo BRICS, el gigante del sur es hoy el milagro que se desinfla. Corrupción, desencuentros y niveles nada optimistas económicos suponen al gobierno central una jaqueca perenne. Y Venezuela, mi Venezuela. Generación y media sumida en un atraso atroz en búsqueda de aun no sé qué… y que se despierta como el que quiere, después de haber visto todo a blanco y negro y en mengua, exigir un mundo a colores y en HD porque sabe que existe. Ruge en las votaciones y le da una vuelta de escándalo al modelo imperante. Gracias mi gente.

    Moore y Kurzweil no propusieron nada como explicación social a absolutamente nada, aunque Kurzweil sí que se aproxima al ser más amplia. Para nadie es un secreto que a medida que se avanza se va generando más capacidad de lo que somos capaces de demandar y/o procesar, inclusive estamos a las puertas de la computación cuántica (una singularidad en si misma) y tener algo así como 100 millones de veces más rápido que lo conocemos hoy. Estamos en un punto óptimo para hacer cosas cada vez más rápido pero esto nos puede dar un vértigo imposible de manejar y hay que tener cuidado con esto. Ahora acompáñeme a un giro inesperado en esta columna que le generará una pregunta y de seguro al menos para mí un debate con mi hermana y mis amigos del colegio en mis vacaciones de fin de año (hubiera sido fantástico tener esa conversación con la perspicacia mi viejo): a la luz de los hechos y los cisnes negros que he nombrado en nuestra región: ¿tenemos en Latinoamérica la capacidad de gestionar semejante cambio con todo lo que se ha ganado o al menos cambiado? Tenemos los transistores y la capacidad de organización (la Ley de Moore), tenemos rendimientos acelerados (Ley de Kuzweil), pero ¿tenemos entonces los drivers capaces de programar el cambio de acuerdo a todo el andamiaje que hay (redes sociales, CICIG, ONG’s, empoderamiento, orgullo por lo nuestro, efecto contagio positivo, conciencia social, glocalización…)? Soy patológicamente optimista, y creo que estamos en un punto de singularidad como continente o vamos hacia allá. Y me emociona y me gusta lo que veo, creo que es para mejor y quiero ser parte activa de las soluciones o al menos de las propuestas para que logremos superar también este punto de inflexión que está en nuestra trayectoria y convertirnos en lo que siempre hemos sido en nuestras cabezas pero no en nuestras realidades: mejores pueblos. Ojala no me equivoque.

    Corolario. Ya lo ve, después de todo, no es tan difícil predecir el futuro, sea usted y sea yo (seamos todos) los ejecutantes activos de lo que decía Peter Drücker, una de las mentes más lúcidas de management del siglo XX al referirse que la mejor manera de predecir el futuro era creándolo.

    Que nuestro 2016 sea de los mejores años que recordemos. Tengan salud ustedes y sus familias. Un abrazo y nos leemos pronto, Dios mediante.

    *Venezolano, director de ALTO NIVEL escuela de negocios en Guatemala. Ingeniero mecánico de profesión, cocinero por pasión, es ingeniero mecánico con estudios en maestrías de administración de negocios (MBA); y gestión de proyectos (MPM) y con Robótica y Automática Industrial a nivel de doctorado. Agitador tecnológico y admirador del talento humano y de los procesos creativos, cree en la innovación como llave de cambio. Está casado con una chapina y tiene un hijo chileno.

    Pueden comunicarse con Oscar a su correo electrónico odrojas@upana.edu.gt o visitando altonivel.upa.edu.gt

    Ley
    |

    12 ejemplares al año por $75

    SUSCRIBIRSE