Contaban los abuelos que hace tiempo, navegaba en El Cesar una piragua, que partía del Banco viejo puerto, hacia las playas de amor en Chimichagua. Así es que reza la cumbia del maestro Jose Barros cuando se refiere a la majestuosa pieza musical que, después de casi 50 años de ser escrita, encaja perfectamente en la situación actual que vive Colombia después del histórico plebiscito de Paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El gobierno del presidente Juan Manuel Santos apostó a un proceso de paz con los archi-enemigos de las FARC, quienes, durante un lapso de tiempo similar a La Piragua, han desestabilizado el país neogranadino mediante la fuerza, masacre y terrorismo de estado a lo largo de los años. Un proceso de Paz, que seguramente detrás del mismo, pueda estar en la mente del jerarca en ganarse el Premio Nobel como también (nota del editor: la columna se escribió unas horas antes de que se anunciara la noticia del Nobel de la Paz para Juan Manuel Santos), volverle la tranquilidad a un país que ha sufrido numerosas bajas civiles superando la cifra de 300.000 personas en dicho país.
La Piragua conducida por Juan Manuel se distancia un poco de aquel navío liderado por Guillermo Cubillos, donde este último ofrecía cosas tangibles como frutas y legumbres, mientras que el primero ofrece ceder gran parte del terreno político, a cambio de planes de Paz con un grupo de "dudosa procedencia política". Otorgar puestos en el parlamento de forma expedita a cambio de tratos sobre víctimas, que es como venderle el alma al diablo cuando se va al cielo llorando.
A partir de allí, la firma del acuerdo de Paz en Colombia conllevó a que se vieran las caras los altos mandatarios en cuestión. Por un lado de la Piragua, está Santos cruzando los dedos que todo salga bien y por la proa de la chalana, se ubica Rodrigo Londoño (alias Timochenko); que vendría a ser el propio y temible Pedro Albundia con sus doce bogas de piel majagua. Una firma con costo publicitario muy alto pues el "Balifrago" (Bala +Bolígrafo) fue parte del show mediático que hubo aquel lunes en Cartagena. Casualmente muy cerca de Chimichagua, lugar de destino de La Piragua en el norte de Colombia.
A partir de allí, el plebiscito no se hizo esperar. El clamor del pueblo fue a decidir si el Capitán Santos hizo las cosas bien o más bien, hacerle caso a un antiguo navegante de Piraguas con apellidos conocidos en Colombia como lo son Uribe y Vélez, quien impulsó el sufragio por el "No".
Y como todas las cosas en Latinoamérica, Colombia no es la excepción. Sufre también de la demencia política y falta de integración masiva a las consultas populares. Una abstención del 63% del padrón electoral colombiano (que alcanza los 34 millones de personas) opaca la legitimidad del proceso de plebiscito en ese país. Con el restante 35% de los votantes, se consigue un ajustado resultado de "Fifty-Fifty" donde la balanza se inclina muy ligeramente hacia la victoria del "No" (50,21%), aunque los seguidores de esta opción, celebraron como si hubiesen ganado la Copa América de futbol, que la lograron conseguir en el 2001.
Pero La Piragua de Santos sigue navegando. La embarcación va zapoteando el vendaval que se estremece día a día, que impasiblemente desafía a la tormenta de críticas y apoyos a partir de la consulta popular. Pero quienes no perdonan, son aquellos agentes externos que viendo los "toros desde la barrera", ejercen presión económica y financiera cercado por los Ríos Magdalena, Putumayo, Cauca, Guaviare y por supuesto, el famoso Meta.
El primer termómetro es la devaluación apresurada del peso colombiano. Prácticamente en los días posteriores, el costo de la divisa americana alcanzó niveles cercanos a los 3.000 pesos, depreciando la moneda local en más de 100 pesos en cinco días. El temor de las calificadoras de riesgo al observar que La Piragua no presenta un plan de navío tranquilo en términos políticos y sociales; hacen que los mensajes hacia los inversionistas sean mucho más cautelosos y esperen un poco más de tiempo para inyectar dinero en la economía Colombiana. El tipo de cambio no perdona si Carlos Vives o el propio hijo de Jose, Alberto Barros; quieran hacer una nueva versión de la famosa cumbia. Posiblemente el sector exportador sea el más beneficiado al poder ofrecer productos más baratos pero hay que entender que el proceso de devaluación forzada frente a cambios de política monetaria de China, México y Brasil; ya fueron realizados en meses anteriores. Sumar otra subida del dólar americano, ya podría acarrear otro tipo de problemas como inflación.
El segundo de los indicadores es el mensaje dado por el Fondo Monetario Internacional, al meterle un freno al crecimiento de la economía colombiana para el año 2016. Lo que antes previa en un +2,5%, derivado de 5 años de crecimiento sostenido (Promedio +4,0%); ahora se ve reestructurado a colocarse en un +2,2%. Aunque sigue siendo mucho mejor que sus vecinos (Brasil con -3,3%, Venezuela con -10%, Ecuador con -2,3% o Argentina con -1,8) hay que recordar que Colombia puede capitalizar aun más el desastre que dejan estos países en el mercado internacional.
Y otra guía que no falla, es el padrón electoral antes mencionado. El proceso de Paz está compuesto por un grupo de atolondrados que mantuvo en vilo un sector geográfico del país, mientras que otro no tuvo ni tan siquiera idea de lo que estuvo pasando. Bojayá, Chocó, Vaupés, Cauca, Putumayo o Nariño, son algunos ejemplos donde la guerra los ha golpeado y desean "no volver a vivir lo vivido". Mientras que grandes ciudades, a excepción de Bogotá, el "No" se impone sobre su rival. Pero lo más preocupante fue el nivel de participación de los jóvenes, menores de 25 años; quienes por diversas razones (excusas baratas) no participaron de esta contienda electoral. El futuro del país de Diomedes Díaz, Juanes, Valderrama, Higuita, Rincón o Botero pareciera cultivar una población sin sentido de pertenencia o más bien, de restarle importancia a construir un país que convivan con las mejores mieles de la Paz.
Ahora queda claro que el resultado "No fue que se impuso el "No", sino que ganó el Así No". Hay que apoyar las nuevas rondas de negociaciones, cruzando los dedos que los revoltosos de las FARC puedan apegarse a la Paz. El pueblo colombiano debe ser un ejército de estrellas que sigan y apoyen a la Piragua de Santos que lleva Paz con consecuencias económicas, sin querer tachonarla de luz ni de leyenda, sino como algo concreto y duradero en el tiempo. Recordar y enaltecer que el navío de Guillermo Cubillos traía felicidad al pueblo del Banco, y que con el pasar del tiempo solo quedan los recuerdos en la arena, casualmente donde yace dormitando La Piragua.
Era La Piragua…era La Piragua….
*Analista Económico. Profesor Universitario.